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Viernes 13, ni te cases ni te embarques. Mitología del lugar común, versión Radio Bemba antiguamente conocida como Vox populi vox dei. Por salud mental conviene no adentrarse en los vericuetos laberínticos de la llamada sabiduría popular que dicho al pasar muchas veces ni es sabiduría ni es popular. En el mejor de los casos forma parte del engranaje de la pereza mental. En los subsuelos de la pobreza económica los hoy rebautizados como proles para defenderse se refugian tras los parapetos de la picardía criolla como si esta, la picardía, fuese un don exclusivo de los menesterosos moradores de las villas miseria, ciudades cartón y parentela cuasi urbana que conforman los cinturones de extrema inopia que se conocen como favelas o suburbios. Dejo mis arduas elucubraciones sociologizantes para anegarme con los ritos de la divina salsa. Como si fuera la primera vez que oigo a las estrellas del siempre estrecho cielo de Fania para tanto divo, me entusiasmo, bailoteo sentado mientras copio una parte del cantar que dice así con su ritmo tropical, ae mi socio ae mi hermano. Limo asperezas conmigo mismo. Resucito de una ensoñación donde estaba a punto de dar una charla sobre la eficacia de los epígrafes como antonimiedades de los epílogos, me despierto a tiempo para salir volado al baño con el tiempo justo para levantar la tapa, doblar rodillas, depositar el cagatorio y descargar la conciencia como si lo mereciera. De la suspensión de mi lectura hasta este momento ha pasado ya más de media hora que medio dormitaba. La pobrecita tele en su loca manipulación desinformativa estuvo al pie del cañón trasmitiendo lo que su pobrecito cerebro piensa es noticia. Regreso. Lo que todavía queda de mí tras el desahogo que los exquisitos llaman del dos se sienta frente a la laptop, apaga de una vez por todas la tele y selecciona otro disco para dejarse arrastrar a las cavernas de la instintividad identitaria con la negridad más que con la negritud, si el buen Aimé Césaire sigue teniendo el hocico hinchado de razón al proponer esta clarificación conceptual para evitar caer en un racismo al revés. No está mal volver a recuperar los pasos perdidos en la euforia del crecimiento cognoscitivo. Nótese que para no desmerecer hasta me vuelvo sedentario convencional lexicólogo de fonda vespertina dominguera. Intento una nueva partida para estrenar la posible celada que quiero perpetrar si este robot se deja. Fracaso total por pendejo y mal cantante. La derrota cayó fulminante en el movimiento 23. Con una torre, un alfil y tres peones menos jamás será posible ver a un cadáver cargar ladrillos para su tumba. Me rindo. Otra vez será en un futuro amanecer sin importar que Leonardo Favio siga sonando en el piso de abajo gracias al flamante estreno de un, me imagino, nuevo equipo de sonido. Ismael Miranda se une a Ismael Rivera, Cortijo y su Combo se van de farra larga con la Sonora Ponceña. Casi me euforizo para decir que se puede vivir. En los últimos años no he podido usar una de mis frases memorables, si no tienen posibilidades para qué invitan. Gadejos del destino que hiere sin compasión, gime el valsecito en la voz inmortal del siempre inmortal Olimpo Cárdenas, total que no hay nada ni nadie que calme este dolor ¿de vivir? ¿de amar? Sepa la condená. Como quien dice el mundo es redondo y a la vuelta volveremos a encontrarnos.
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¿Debería cuidarme de que no me contagien la alegría los que aún la conservan? Begoña Abad de la Parte lo escribió con el dolor de reconocer que le jode tanto eso de dejar estas cosas, ahora que empiezan a gustarme. No sé si ya lo dije antes pero los amores que duran más de un mes corren el riesgo de convertirse en una plaga o algo así canta una saeta cordobesa. En fin, me confirman que he reprobado mi diplomado de suicida. No sirvo para eso, será en otra vida, en otra galaxia cuando vuelva a plantearme repetir. Debo aceptar sin falsa modestia mi absoluta ineptitud para sacarme por mano propia la tarjeta roja que me lance al desempleo de seguir sobre este planeta. La chévere salsita en voz de don Héctor Lavoe llega puntual, con lo santo no se juega, parodio, con lo suicida no se juega y si juegas ten cuidado, coño, se te acalambren las neuronas y en un guan tu tri te sueltes a bailar con la más roñosa y fea de las parcas más parcas del panteón de tus cotidianidades. Lo dicho, dicho está. No sirvo. No aprobé ninguna de esas arduas materias, no me corre prisa, todavía puedo ser un poco más aguafiestas de lo acostumbrado. Mi estrellita marinera de buen suicida se la regalo al primer volátil místico entrepiernado con la muerte.
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Un día casi me emociono cuando me invitaron a una corrida de toros con el Minotauro de torero y al tal por cual Dédalo de banderillero para lidiar sin límite de tiempo a un miura inmemorial con una cruz nazi herrada en su frente. Como en definitiva no tengo el mismo gusto de las vacas dije no gracias, ya ni siquiera visito las capillas de mi religión futbolera ni voy a las pagodas beisboleras. Es más, ya no frecuento las jubilosas catedrales bebestibles. No voy no porque ninguna puta voz celestial me rescató del pecado sino por un simple afán de supervivencia vía receta médica que me prohíbe el trasiego cantinero. De vez en cuando abuso de mí, me acoso y me dejo llevar por la insobornable irresponsabilidad de ser un mal guarura de mi salud ¡salud! pues que como ya lo dijo Mario, QEPD ¿qué entonces pedimos dos?