miércoles, 1 de agosto de 2018

Ultima relectura de "Rayuela"

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La primera ocurrió antes de mis 20 años. Las posteriores poco después, convirtiéndose en consultas para cotejar cómo estaba viviendo mi vida versus cómo quería vivirla. Así, durante algunos años de militancia política fui Horacio Oliveira en busca de la Maga imposible, como se confirma en mi hace mucho regalada copia de Sudamericana, con subrayados, algún comentario marginal y una fe ciega en que estaba haciendo lo correcto, viviendo lo que me tocaba vivir. A años luz de esas lecturas, incluyendo las pocas que hice desde mis treinta hasta el presente, pienso que:

1-  Léo Ferré lleva razón en su canción "Veinte años": "Como equipaje total uno tiene 20 años/ tiene solo la experiencia de los padres / no le importa nada, ni lo uno ni lo otro... cuando uno ama es para toda vida..."

2- Salvatore Adamo, en su ya olvidado repertorio, favorece también mi lectura, tanto "En bandolera" como en "Nada que hacer"

3- Rayuela no es una novela sino un inmenso libro de juego de palabras, filosofía poco profunda, desprovista de Fuertes momentos narrativos, sin acciones en desarrollo, climax o resoluciones, carente de personajes que van de A a B, etc. Es un escrito existencialista y redundante sobre un grupo de intelectuales (o que creen serlo) que oyen jazz, pajarean de lo lindo, cuarentones que no tienen responsabilidades en el mundo y se las ingenian para no madurar (ah, es que eso sería burgués), como ocurre en la lamentable película "El lado oscuro del corazón". Para ellos realzan la "quiromancia ambulatoria", "gíglico" y el sarcasmo

4- Las varias referencias al jazz dejan un sabor a tomadura de pelo para cualquier interesado, a "literización" del gusto por la música al cual quieren describir sin éxito y todo termina siendo una lista de adjetivos (hay una columna musical, muy mala, en diario El Universo, que es también así)

5- La Maga es mucho menos interesante de lo que suponía, al igual que Oliveira y todo ese mundo descrito con cansinos diminutivos enternecedores que, más o menos y al final, me terminan aburriendo... Ah, y esas partecitas en que la tratan a la patada, como a una perfecta pendeja (la teoría del lector-hembra que años después el mismo Cortázar eliminó)

6- Los dos capítulos más fuertes siguen siendo la descripción del beso y la carta de la Maga al hijo que deja morir (aunque todos más o menos lo dejan morir

7- Las "morelllianas", que con tanto afán busqué, hoy no me dicen nada. Más vale, me parecen muy trilladas, lugares comunes que limitan el texto

8- Obviamente, explico mi actual reacción de desánimo por Rayuela porque dejé de vivirla hace muchos años. Ya no me atrae perder el tiempo, posiblemente porque ya no tengo tiempo que perder. Y pasada la barrera de los cuarenta (en esto concuerdo con Cortázar cuando establece un puente entre los 20 y los 40, como también lo hizo el gran Príncipe de la canción José José) creerse de veinte no es solo ridículo sino bochornoso

9- La libertad literaria, sin embargo, ocurre en la imaginación y en el derecho a (di)sentir. En esa medida, acepto que los cambios de gusto no deben ser asumidos como errores, sino tan solo como cambios de etapa, de ciclo o de la vida misma. Y esa es una reivindicación que, si es vista con detenimiento, reivindica también la libertad de mandar a la mierda un libro ahora sin mayor sentido

10- Cortázar, el gran escritor, está en sus cuentos. Ahora que termino estas líneas, recuerdo a mi llorado Fernando Nieto cuando me explicaba su silencio frente al vendaval revolucionario en el que andaba a los 20 años: "Me parecía que estaban en lo correcto y me quedé callado. Era como decir: antes yo era malo y le pegaba a mi mujer, ahora ya soy bueno y no le pego". Que no sean mis 50 un retorno a mis 20, espero.