lunes, 28 de octubre de 2013

De espionaje e ídolos caídos

Como es obvio, no posteo con la misma frecuencia inicial. Las razones son varias: ocupaciones profesionales y familiares, reorganización del tiempo y prioridades, silencio por no ver nada nuevo bajo el cielo. Sin embargo, estas últimas semanas he tomado interés el tema del espionaje que el mundo vive, sobre todo en el plano internacional, y la imagen del presidente Obama, que poco a poco va cayendo, en medio de una oposición a ultranza de la extrema derecha estadounidense -representada en la camarilla de radicales conservadores que sirven de voceros al maléfico Tea Party, así como en los millonarios que financian sus campañas- y su palabra diciendo que no estaba al tanto del espionaje telefónico.

Así, me pregunto cuánto realmente llega a saber un presidente de un país como EEUU, de cuánto es verdaderamente informado, por quiénes y cuándo. ¿O el presidente miente? Constatar que Obama ha mantenido una postura similar a la de Bush en el plano internacional es sorprendente, aunque no tanto: los círculos de poder y control, tanto militar como financiero, están más unidos que nunca y han hecho de su estilo el modelo político de seguridad. El caso de Cuba y su poco interés por Latinoamérica son a menudo justificados porque Obama tiene otras prioridades nacionales que atender. Pero no es la excusa lo que me llama la atención sino el libertinaje de las estructuras estatales. Es claro, por ejemplo, que el Departamento de Estado marcha por un lado y las aspiraciones personales y políticas de Obama por otro: estar entre la espada y la pared, al menos por ahora, a nivel diplomático con sus amigos europeos y algunos "aliados" latinoamericanos, luego de que se descubriera que los presidentes de muchos países han sido y son espiados por servicios del gobierno de EEUU, refleja claramente la incoherencia entre el presidente y sus subalternos.

Esto no me interesarían tanto si no lo viera también en el caso ecuatoriano: la semana anterior el presidente, una vez más, se bautizó de las linduras de las Fuerzas Armadas ecuatorianas: descubrió que una de sus "compañías" (sí, esa es la palabra, como empresa privada) estaba contratada por la Texaco-Chevron -los mismos que están en férrea lucha legal contra Ecuador, su gente y su gobierno-  y que debía darles reportes semanales de inteligencia, seguridad personal a sus miembros y alojarlos en una casa exclusiva construída en uno de los cuarteles de la Amazonía. ¿Acaso un presidente no está llamado a conocer este tipo de detalles de antemano? Se supone que sí pero la realidad es otra. Los cuadros militares y mandos medios de la burocracia, así como la oposición anti-nacionalista, siempre hacen lo posible por cubrir cualquier cosa que devele su sobre juego: tanto en EEUU como en Ecuador, los miltares, los mandos medios, las transnacionales con sus sirvientes (periodistas, abogados, políticos, etc) sólo trabajan en beneficio propio. Dijo Correa que denunciar esto podría costarle la vida, y es verdad. Lo mismo podría haber ocurrido con Obama en caso de haber implementado una política radical que mejorara la calidad de vida de la clase media y los pobres de EEUU. Pero no ha ocurrido así. Y mucho me temo que, en el caso de Ecuador, a pesar de los avances, la amenaza de estancarse y volver al pasado sea un posibilidad plausible.

Estas dicotomías en EEUU y Ecuador me han llamado poderamente la atención. Asumo que mucho tiene que ver el Seminario que doy, el cual me obliga a leer y revisar detalles de cómo el control del capital financiero cuaja en las políticas internacionales y nacionales de los gobiernos y los actores.

Termino con una reflexión personal: Si este es el mundo que constato día a día, resulta comprensible dedicarme a actividades que me alejen de lo absurdo e inservible que es preocuparse por lo que está más allá de mi control. Sin embargo, no dejo de extrañar un síntoma de mejora en todo este asunto de juegos políticos y angurrias privadas y tampoco olvido pensar que, al final, "la vida está en otra parte".