sábado, 9 de marzo de 2024

Una guerra que Ecuador sigue perdiendo

 




Como muchos lo veían venir, mientras no haya una política global contra la delincuencia, ésta seguirá reinando en Guayaquil y Ecuador. El siempre aludido aunque "secreto" Plan Fénix de Noboa, ha servido de muy poco para la ciudadanía, que del escándalo y temor a la violencia ha pasado al silencio a aceptación de la extorsión y los secuestros. Sin embargo, ha permitido que los delincuentes prioricen otras plataformas de trabajo y recuperen por un lado lo que perdieron por otro. Veamos qué ha ocurrido en realidad luego del tan promocionado, y ya común, desfile de militares por las calles y carreteras del país, dizque que combatiendo el crimen.

Pasado el muy bien publicitado despliegue militar y las injustificadas, precipitadas y siempre ingenuas alabanzas a los que nunca han logrado nada, es hora de ver la realidad: entre Enero y Febrero en Guayaquil hubo más de 3.600 robos de autos. ¿Cómo se explica este número fantástico? Porque no se registró otro tipo de crímenes por el toque de queda y el repliegue de las fuerzas del bajo mundo. En ese mismo período, se esfumaron los líderes de las bandas, incluído el famoso "Fito", y aún no se sabe nada de ellos. Otro ratero y asesino de alto vuelo, Daniel Salcedo, hoy en una cárcel de Quito, en algún momento saldrá libre porque un juez, con la amenaza de firmar su boleta o velar a su familia, hará que el reino del crimen vuelva a sus altos niveles en Ecuador, además de recibir una alta suma de dinero, luego del susto.

¿Cómo esta pirueta rocambolesca ha sido posible? Porque en Ecuador esos dizque "combates contra la delincuencia" nunca son sostenibles, nunca terminan en nada ni bajan el crimen. Bajan una modalidad de ataque, pero nunca bajan el crimen en general. ¿Y Noboa? Noboa hizo dos cosas: logró aumentar el IVA al consumo, dizque para pagar por la seguridad (cosa que vemos ahora como falsa), ampliar su marco de relaciones internacionales (se va volviendo experto en diplomacia) y eliminar un decreto contra el nepotismo que él mismo creó y firmó en los primeros días de su presidencia. ¿Por qué lo hizo? Porque obviamente piensa meter a sus parientes y amigos por la puerta trasera y, si hay reclamo, esconderse bajo el manto de la legalidad, esa palabra que sirve para cometer las peores cosas en Ecuador.

¿Cambiará Ecuador algún día? ¿Volverá a ser el país de relativa tranquilidad que fue en los 70s, 90s? No. Por lo menos no mientras existan los carteles, que controlan más del 10% de la economía mexicana, mantienen la de Bolivia y Perú, y son ya fuerza legítima y económica en Colombia, país en donde sigue creyendo que sus ingresos vienen de la importación de café, flores y cantantes.  No cambiará mientras hayan Correas que abren las puertas al narcotráfico internacional con la excusa de lucha anti-imperialista, mientras existan Noboas que dicen una cosa y hacen otra, o Topics que se auto promocionan como anti-crimen mientras, por detrás, hacen negocios con los criminales, como claramente se perfila desde la investigaciones de la Fiscalía de Ecuador, gracias a la única mujer valiente que da la cara en la lucha y, por ello, la tienen bajo amenaza de muerte: Diana Salazar Méndez.


¿Se acabará el reino de los carteles y la delincuencia en Ecuador algún día? Para eso habrá mucho riesgo que correrse y no es evidente que haya más héroes que la Fiscal. Cómo hacerlo no es difícil, no se requiere de planes secretos ni propaganda sino de gente decidida y organizada, de un Bukele real (Noboa no le ha llegado ni a los tobillos) que no calcule ser presidente en un año ni andar viajando por todos lados, sacándose fotos y creyendo que tener a Ecuador con un "riesgo país" de 1.230 (solo menos peor que Argentina) es haber alcanzado el cielo. 

Hacerlo significa limpiar las cortes y juzgados de los jueces, abogados y tinterillos que trabajan para los narcos y otros criminales, problema que, como es evidente en el mundo por el caso "Purga", existe desde los niveles más altos de la función judicial. Incluye también eliminar a los miembros de la fuerza pública que siguen trabajando (y son miles) para los mismo malhechores, desde la policía y SNAI hasta los militares y fuerzas armadas en general. Una política más global para destruir a las organizaciones criminales significa, además, sacar de sus curules a los congresistas de pandillas que se colaron gracias al correísmo y al social-cristianismo (ser de izquierda o de derecha nunca fue un obstáculo para el reclutamiento de políticos, al final gente sin bandera) y construir mega cárceles en las que se prime la seguridad de la ciudadanía, no el confort de los presos o la aprobación de las familias de los criminales, como es la última moda. 

Mientras eso no ocurra, a prepararse nomás para los cambios de rutina de los delincuentes. Hoy es extorsión y secuestro, mañana volverán los robos y las muertes. Así ocurre con un presidente de cartón en un gobierno de cartón.