jueves, 14 de enero de 2016

Aniversario de mi mala experiencia con el "Proyecto Prometeo"





Hace un año conté en detalle mi mala experiencia con el Proyecto Prometeo del gobierno de Correa (Ecuador).
http://fernandoiturburu.blogspot.com/2015/01/mi-experiencia-con-el-proyecto-prometeo.html

Hasta ahora es mi post mas leído (2 mil y pico de veces).

Durante doce meses, varias personas me han escrito preguntando más detalles del "proceso", solidarizándose conmigo, contando sus propios casos (todos muy parecidos a los míos) y hasta pidiéndome empleo; también para agradecerme por haberles evitado la molestia de querer participar a ciegas o seguir participando. Todos, sin excepción, se quejaban de dos cosas: 1- el tremendo burocratismo del Proyecto, y  2- la poca preparación de los burócratas encomendados.

Desde esa fecha, de lo que sé, el agua ha seguido corriendo su curso de trabas y mediocridad académica, unida a escándalos más o menos públicos y noticias que demandan mayor revisión de la política educativa del actual gobierno, tan dado a proclamas e inauguraciones de "escuelas del milenio" que no han tenido impacto real en la búsqueda del "cambio de matriz productiva"  (otra de las tantas muletillas de moda). Muy por el contrario: se mezcla con denuncias por despilfarros, supersueldos, amiguismo y palanqueo de puestos académicos entre parientes, autoridades y allegados al gobierno de Correa. Por todo esto, resulta obvio que el balance puramente académico es negativo (sin contar con la también kafkiana situación de la Universidad de Guayaquil, entre otras), no se diga el aspecto económico, peor el regional; este último, abanderando un centralismo ultra enfermizo y un regionalismo andinista que va en detrimento de las culturas costeñas, de Guayaquil y la región amazónica. Basta darle un vistazo a ese también fallido proceso educativo llamado Univerdidad de las Artes (aunque Universidad De Lo Que Sea le va mejor) para verificar cada una de las apreciaciones que menciono arriba.

Pero ese es el Ecuador que ya dejé. El resto es memoria del sur, chateos y mensajes con algunos amigos que aún me soportan y sufren por no encontrar trabajo estable o no poder ser optimistas con el futuro. Pero esa gente, mi gente, sigue en la lucha, como Quijotes enfrentando molinos de viento que son la realidad laboral y las cansinas promesas de un gobierno endeudado que se felicita en extremo por no ser como los de antes, aunque nunca deja de parecérseles.