viernes, 4 de enero de 2013

Ultimos días en Guayaquil

Un viacrucis por demás largo y exasperante en el aeropuerto de Quito la segunda semana de diciembre quizá auguraba este viaje a mi Guayaquil querido.

Los primeros días fueron de poner al día nuestra casa, por demás sucia y abandonada; y luego, de afianzar un trabajo. Lo primero ocurrió de a poco, lo segundo fue imposible. Dicen que era por el ajetreo de fin de año y porque nadie hace nada a esas alturas. Así que me la he pasado entre el desgano, la forzada vagancia o desempleo y el testimoniar cómo Ecuador sigue siendo un país por demás burocratizado y sumamente corrupto, en todas las instancias y a todos los niveles. Un país en el cual hay que pedirle favores a la dizque izquierda o la no menos despreciativa derecha y su empresa privada. Caso contrario, hay que vivir en la marginalidad. Lastimosamente, peco de ingenuo en los dos frentes y no me queda otra que escuchar testimonios de cómo los de ahora siguen haciendo lo que ya hicieron los de antes: llevarse el país en peso mientras el sector de la construcción se expande y la clase media se achica, y el mashi Correa vive en las nubes.

Todo eso acaso se ha visto tibiamente neutralizado en mis visitas matutinas a mi querido amigo y hermano el conde Martillo, o en las salidas con mi otro hermano el cholo Cepeda. En ambos casos, nunca ha faltado el humor, el bueno, el del barrio,la cerveza helada, condimentado de saludables chismes y, en varias ocasiones, buena música y breves visitas al salón de Rigoberto y al Cabo Rojeño, en medio del espantoso sol y calor de Guayaquil.

Por ahora, en este reporte que se hace en un descuido de mi mujer, desde un cyber en la parte baja de la Ciudadela Bellavista, advierto mi enojo porque, me parece evidente, de a poco se me van cerrando puertas y el cabildeo por el trabajo se hace más duro. El que no llora no mama, es cierto. Obviamente, todo es según el color del cristal con que se mira, pues los que están en la teta engordan que da gusto, y en esos casos noto complicidad entre los corruptos del gobierno y los corruptos de la empresa privada.

¿Y los escándalos públicos de Delgado,con su falso título de economista, y Glass (el futuro vicepresidente de Ecuador) con un claro plagio académico? No son los primeros ni los últimos. En realidad, medio Ecuador ha vivido y vive de las mismas mentiras. Conozco muchos casos, y anoto sólo uno más: en la empresa privada, en una institución educativa clase A, una de sus mayores autoridades se hace llamar Dr. y no tiene título de doctor y se ha pasado con esa mentira desde hace muchos años... ¿Nombre? Les toca averiguarlo.

En todo caso, no soy optimista ni de esta visita ni de Ecuador, país en el cual el presidente Correa ha pasado prontamente a ser llamado el nuevo Velasco Ibarra, por aquello de que todos los que lo rodean roban lo que pueden y sólo él no se da por enterado... Así vamos con Rafael José María, muy posiblemente  a cargo de este país por un período más...

Frente a esto, es inevitable mi ambivalencia por querer regresar pronto a Estados Unidos, y por extrañar a Ecuador desde allá, lejos, a la distancia, con el tiempo de por medio... porque el recuerdo todo lo cambia, todo lo adorna...