sábado, 30 de octubre de 2021

Kafka y lo que hacemos al regreso


Beber, a veces desconsoladamente, por el tiempo que ya se fue o por los amigos que nunca más volveremos a ver. Llorar por los familiares que se nos adelantaron. Visitarlos quizá en donde duermen sin temor a molestarlos, poco menos que deseando despertarlos. Conversar con ellos nuevamente, seguir ese diálogo que se quedó trunco la última vez que se vieron. 

Cuando uno regresa, en verdad no regresa. Solo visita. Se sabe con un pie aquí y otro allá por unos días. Escucha a veces las voces de los otros como distantes, como si las dijeran desde el otro lado de la calle, a lo mejor más lejos aún, como si fuera un eco.

Uno trata de ponerse el día y van saliendo chismes, anécdotas, recuerdos, ocurrencias, alguna imagen se reactiva en la mente. A veces un dato nuevo reafirma lo sabido, otras veces lo cambia y altera la percepción de las cosas, porque siempre se puede cambiar el pasado.

Las formas de volver y hundirse en la geografía original que uno ya perdió ocurre de varias formas: Unos van a su casa (o lo que queda de ella) o a la de sus parientes o amigos, que son con quienes vivió un gran tramo de su vida. Otros se pierden en aventuras de cantinas o pueblos lejanos, en vecindarios clandestinos que los demás ignoraban o simplemente se van de viaje a alguna localidad pequeña en pos del descanso o las alegres vacaciones. 


A veces, los que regresan esconden esa llamada del pasado en la excusa de fiestas patrias o un  cumpleaños familiar, el aniversario del fallecimiento de un ser querido o el tan dulce y cruel mes de diciembre, con la calidez de las luces de colores, el arbolito del barrio, los muñecos gigantes que replican desde España, los cohetes y el nuevo año que pronto llega.

Y a veces, esa llegada es también una implosión de muchos sentimientos, tantos que cualquier vocabulario queda corto para describirlo. Acompañan la ceremonia comidas típicas, cervezas heladas, bailes, gritos, abrazos y llanto.

El regreso al otro lugar es siempre callado, quizá de calmado respiro, y posiblemente cerrado con la promesa de volver. Tal es el vaivén de los millones que dejaron sus tierras y se fueron a otro lado. 

Oro por aquellos que nunca pudieron volver al lugar donde nacieron para cerrar el libro de sus días.





martes, 12 de octubre de 2021

Crítica del libro "Galápagos. Imaginarios de la evolución textual en las islas encantadas" de Esteban Mayorga

[Publicada en Revista Iberoamericana. Vol. LXXXVII, Núm. 276, julio-septiembre 2021]



Este libro de 208 páginas es originalmente una tesis doctoral. Consta de una introducción llamada “Narrativas insulares”, siete capítulos, conclusión, anexo, notas, obras citadas, índice alfabético y dos páginas en inglés y español acerca de la publicación y su autor.

Las preocupaciones centrales son la manera en la que se han construído diferentes percepciones de la islas Galápagos y el lugar que éstas ocupan en “el imaginario” internacional y ecuatoriano. Son recurrentes las nociones de modernidad, nation building e identidad nacional en la relación archipiélago-Ecuador y viajeros.  El libro “propone que los textos que intentan representarlas responden a intereses que no se manifiestan de modo evidente en una primera lectura. La intención no es mostrar estas relaciones, sino trazar vínculos entre ellas y los textos que viajeros, exploradores y escritores compusieron” (1). Este libro es fundacional dentro y fuera de Ecuador y, como es lógico, está expuesto a falencias e inacabados aciertos propios de todo debate nuevo y rico en variaciones.

Para “trazar vínculos” se analizan obras de varios períodos, géneros y objetivos; colonial: Cartas a su majestad de Tomás de Berlanga (c. 1535) e Historia de los Incas de Sarmiento de Gamboa (c. 1572); siglo XIX: The Voyage of the Beagle de Charles Darwin (1839), The Encantadas, or The Enchanted Isles de Herman Melville (1854) y El pirata del Guayas de Manuel Bilbao (1855); siglo XX: Galápagos a la vista de Bolívar Naveda (1952); siglo XXI: Galápagos: huellas en el paraiso del cantautor Hugo Idrovo (2005). Esta variedad extrema en los textos seleccionados pondrá a prueba la destreza en la aplicación teórica desplegada en el libro. 

El punto de vista analítico se desprende, principalmente, de algunos conceptos provenientes de los “estudios culturales”. El lenguaje utilizado se caracteriza por abstracciones y elucubraciones metatextuales que, sobre todo en los primeros tres capítulos generan una sintaxis hermética que desvirtúa el propósito original de mostrar lo que no es evidente en el diálogo que se busca entre textos canónicos y locales sobre las Galápagos. Por lo tanto, este rasgo estilístico, familiar en publicaciones de teoría postmoderna, en Galápagos Imaginarios de la evolución textual en las islas encantadas será una virtud y una limitación.

Como virtud tenemos: a- la inclusión de un tema inexistente en la crítica ecuatoriana y poco estudiado en la literatura internacional, b- el esfuerzo por hacer uso de teorías y críticos relevantes en la investigación académica contemporánea, c- la heterogenidad de los textos comentados que claman por un abordaje interdisciplinario, d- el deseo de establecer un diálogo entre escritura literaria y la  importancia geopolítica de las Galápagos y el ecoturismo, e- el esfuerzo por darle  coherencia y sistematización a la contrucción imaginaria de las Galápagos en situaciones discursivas que desafían los límites entre ficción y realidad, tiempo pasado y tiempo presente, nacional e internacional, f- medir los alcances y la recepción de textos sobre las Galápagos, establecidos internacionalmente (los de Darwin y Melville) que se oponen a textos menores, coincidentemente escritos en español.  

La primera limitación del libro es la falta de descripciones detalladas de los textos y autores que analiza, lo cual dificulta lo que se trata de establecer. Esto, a ratos se quiere compensar con citas que, en realidad refuerzan estratégicamente las tesis del autor mas no ayudan con la comprensión del análisis.

La preferencia por el lenguaje abstracto, acaso vago, que domina la primera parte del libro y pasa a segundo plano en la segunda, reaparece en la larga conclusión. Un ejemplo: “La enunciación del postulado evolutivo sugiere más de una conexión a considerarse con la filosofía de Berkeley, especialmente con relación a la cualidad primaria como grado de diferenciación en cuanto a la posibilidad de describir un objeto que se deba a la impresición de, por dar ejemplos, el sentido de la vista confrontado con el del tacto, o el auditivo con el olfativo, en cuyo caso la experiencia vuelve  a configurarse” (51). El mensaje cifrado y la autoreferencialidad reducen el número de lectores potenciales del libro y desvía la atención de las ideas centrales.

La orientación teórica y el afán investigativo del libro se hacen sobre dos grandes ausencias. La primera es del corpus literario y las convenciones retóricas del período renacentista y sus estudiosos (Siglo de Oro, sobre todo) que es el macrocosmos de la literatura colonial, pues temas como utopía, diastopía, el salvaje, viajes hacia lo desconocido, naufragios, nunca son puestos con contacto con la tradición a la que se deben. Se omite también la novela Robinson Crusoe de Daniel Defoe (publicada en 1719) referencia necesaria en todo relato de viajes, así como se ignora la voluminosa bibliografía sobre las obras de Darwin y de Melville. Algo similar ocurre con la obra de Julio Verne. No queda claro tampoco por qué, por ejemplo, la novela Galapagos de Kurt Vonnegut, no es analizada, siendo un referente literario mundial sobre las islas y cuyo argumento y estilo están en coordenadas de la globalización, y corresponden directamente a la preocupación del libro de dar cuenta de cómo viajeros internacionales han impuesto su visión de las Galápagos.

La segunda gran ausencia es la información histórica, tan necesaria en el mundo hispano cuando se estudia obras anteriores al siglo XX. Esto se desprende del uso meramente táctico de las citas bibliográficas y conceptos -que se confirma la lista final utilizada- algunos sacados de fuentes secundarias (como ocurre con de Certeau, Derrida y Kristeva). El libro menciona a algunos historiadores de Quito que han publicado sobre las islas, pero se ignora por completo la obra de especialistas en los períodos analizados, como Las ambiciones internacionales por las islas Galápagos (1985) de Jorge W. Villacrés Moscoso. Se incluye el nombre de Margret Witmer en la bibliografía (¡en alemán!), pero no se analiza su libro Floreana, lista de correos. Una familia Robinson en las islas Galápagos”, publicado en 1976, referencia frecuente en la información del archipiélago. Los límites de la información histórica se explican también en la falta de investigación en archivos, bibliotecas y hemerotecas de Guayaquil (el mayor puerto ecuatoriano de intercambio con el archipiélago) o de archivos de Quito, abundantes en datos marinos e información sobre el intercambio entre el continente y las islas.  

La conclusión del libro recoge algunos aciertos del análisis, pero introduce nuevos nombres y citas de críticos y abraza el estilo de metaescritura de los capítulos iniciales: “la diferenciación entre la impostada estabilidad o su ausencia, tanto en el nivel imaginario como en el de la identidad política, está asociada a varios de los niveles discursivos que subyacen al discurso hegemónico dominante” (141). 


Galápagos. Imaginarios de la evolución textual en las islas encantadas, como todo nuevo esfuerzo, abre camino para una discusión más detallada y con mayor conocimiento tanto de las tradiciones literarias y sus “imitaciones” (de imitatio), como del contexto histórico en las que fueron producidas. Así, ese deseo de “trazar vínculos”, anunciado en la introducción (“Narrativas insulares”), unido a un sistema teórico menos atomizado, podría traducir en el texto la madurez intelectual que el objeto de estudio reclama. 

[MAYORGA, ESTEBAN. Galápagos. Imaginarios de la evolución textual en las islas encantadas. West Lafayette, Purdue UP, 2019].





sábado, 9 de octubre de 2021

Opciones para escribir


Hay muchas, casi infinitas.

Uno puede optar por el diario (intimista o no), cualquier otro género literario, o publicar lo que investiga o se le cruza por cabeza. Para hacerlo puede, igualmente, acudir a incontables tácticas: ser serio, ser payaso, decir la verdad, decir una mentira, fabricarse una verdad (solo el que fabrica su verdad tiene miedo de su propia realidad), creer que propone algo, etc. ¿Por qué hacerlo? Esta pregunta es, en realidad, el filtro del empeño. Me explico abajo.

Las razones muestran por qué una persona hace algo. No hay nada más. El resto es invento o, como decía mi querido Fernando Nieto: "paja a dos manos". ¿Qué hace que uno escriba de una u otra manera? ¿Qué hace que uno elija tal o cual material? Los réditos personales. Nada más. Si estos son económicos, psicológicos, espirituales, políticos, etcétera, es lo de menos. Aquella idea que tanto venden los artistas, sobre todo los escritores, esa frase manida y estúpida que repiten siempre: "es lo único que sé hacer", solo demuestra su pobre y muy bajo nivel de desarrollo mental. ¡Es mentira! Uno hace lo que hace porque recibe a cambio algo que necesita. En nuestras repúblicas tercermundistas, puesto que allí un artista siempre vive en la poquedad, ese algo se llama seguridad personal, reconocimiento, sentido según los otros o, como diría algún bolero: que me quieran un poquito.

No conozco a un solo escritor, a un solo artista que, siendo sincero y maduro, niegue esto que digo. Obviamente, la mayoría de los actuales, jóvenes que copan redes sociales, creen que han descubierto el oro de los alquimistas, viven mareados en la gloria conseguida con amarres personales y mediáticos. Asumen con sinceridad que son diferentes, mejores que los demás porque escriben de lo que nunca se escribió (risas aquí). ¿Y qué es aquello nuevo? Nada. Literalmente, nada. Lo que se hace en arte desde hace muchos años, quizá desde que Kafka, Joyce y Borges (y similares) dejaron de existir, es prescindible, aburridos afanes por bailar en una fiesta a la que llegaron tarde. 

Peco de injusto, dirían algunos, porque no estuve ni aquí ni allá, ni entre los grandes ni entre los chicos, ni entre los de antes ni los de ahora. Tienen razón. Pero ni la injusticia es ciega ni lo que digo es de ahora. De hecho, si me preguntan o presionaran a la voz de a ver, qué mismo escribes, muestra, les diría que no escribo nada, que ya me aburrí, que no tengo tiempo, que mis inseguridades han sido satisfechas con la vida que llevo (que en realidad no da tiempo para perder). Así, me perdono de mis caídas y mala calidad literaria (si es que algo queda). Nunca de una inseguridad que no existió pues desde siempre pagué el precio de no ser conectado, ni lameculo de periódicos, peor de presidentes. No he andado vendiéndome en Ecuador como extranjero y ni en el extranjero como ecuatoriano.

Respeto aún a los que quedan. Me aburren los nuevos. No los leo. A lo mejor un par de poemas hace años de una mujer talentosa de la cual su nombre ya no recuerdo. Me aburren tanto que se llenen la boca de poses y discursos sobre lo buenos/as que son, tanto como las palancas y los amarres de los que viven.

En música: dos hermanos del Carchi que tocan pasillos (un requinto bárbaro), Okan Yoré en salsa y la gran Karla Kanora. 

En pintura rescato a un joven negro que me gustó hace algunos años, lo que hacía Velarde y los cientos de árboles que son uno solo de Servio Zapata, de quien asumo tiene la película clara.







miércoles, 11 de agosto de 2021

La fortuna de una familia

 


Me refiero al dinero y a la riqueza que una familia puede acumular durante generaciones.

El dinero es una cosa, la riqueza es otra mayor y mejor. El dinero entra y sale, generalmente, en la vida de la clase media y de los pobres. Pero en manos del 1% crece, se multiplica, se solidifica y es celosamente resguardado para que siga creciendo de manera segura. Esto segundo es la riqueza.

El comediante y actor Chris Rock explica la diferencia entre millonario y billonario (rico, wealthy): "Shaq O'Neil es millonario. Pero su jefe, el dueño de los Miami Heats, es billonario". Así mismo, una cosa es tener dinero y otra es tener riqueza. Obviamente, a lo que se apunta dentro del Capitalismo es a la concentración de dinero y a su uso bajo diferentes formas de poder. Para lograrlo hay que perseverar durante toda la vida y durante varias generaciones (dos o tres, al menos) pues se necesitan formas de negociación y transacción consistentes y permanentes para entrar al círculo de los "ricos" (de riqueza), aquellos que los viejos llaman "oligarquía". 

En ese afán, los "nuevos ricos" siempre se marean, pues se pierden en lo que es la rápida adquisición y despilfarro de dinero durante su vida, en detrimento del ahorro, disciplina e inversión y control que demanda la riqueza (suponiendo que se quiera ser rico de verdad, ser parte del 1%). A lo más, tienen algunas propiedades que, al final, deben rematar para pagar deudas acumuladas de esas inversiones chuecas o por despilfarros personales. (Ojo: no me refiero a los siendo de clase media luchan, consiguen un capital y siguen luchando diariamente por mejorar su vida y la de sus hijos. Para esos: mi respeto). 

Una diferencia entre ricos y adinerados es que los primeros nunca invierten su dinero: invierten el dinero de los otros y se quedan con la mayor parte de las ganancias. Y cuando hay pérdida, pues esa nunca la absorben ellos sino los otros inversionistas: Miles de ecuatorianos perdieron sus ahorros e inversiones y se volvieron pobres de la noche a la mañana, pero los Isaías se hicieron más ricos, pues no era su riqueza la que estuvo en juego. De hecho, ahora tienen más dinero y riqueza que antes.

Anoto estos comentarios porque he visto a varios tener mucho dinero (millones de dólares) y hacerlos picadillo de la manera más aborrecible, dejando a su familia en la pobreza extrema. He visto a muchos partirse el lomo toda la vida y a duras penas lograr una vida mínimamente decente, quizá tranquila, pero no alegre, rozando penurias. Y sé de otros que han trabajado duro en todos los frentes posible de manera simultanea, todo para que su nueva generación no se interese en transformar ese dinero en riqueza. Asunto lamentable pero incontrolable, y quizá con mucho sentido desde otro punto de vista.

He visto cómo el dinero acumulado, en vías de consolidar una riqueza, pasa a segundas manos por alguna tragedia familiar (ah, esas viejas cuentas que nunca se terminan de pagar), y deja de ser de aquél que tanto se esforzó en dejar algo para su familia. He visto cómo los gallinazos vuelan bajo y despedazan, roban lo que se pueda, al menor descuido, y luego siguen campantes como si no hubieran hecho nada. He visto, en la misma circunstancia, nuevos amigos que nunca fueron amigos, solo ladrones del momento. 

¿Qué le deja uno a su familia luego de una vida trabajo? ¿Se debe esperar que otros tomen la posta? Esos son dilemas de "nuevos ricos". En cambio, los que tienen la riqueza, ese 1%, sabe siempre cómo hacer que las cosas marchen, para bien o para mal, sin que a ellos les afecte. A esos les da igual que la gente muera de COVID o de despecho, en un accidente de tránsito o de viejos, simplemente no les afecta.

En ese 1% se encuentran las familias "famosas", de reigambre y estirpe, de pedigrée o títulos comprados, aquellos que se inventan algún ancestro o patrimonio nacional de su propiedad, esos grupos de castas o estamentos que pululan en las instancias estatales y del risible Congreso. Son los mismos que escriben la historia nacional y pagan (siempre hay alguien que se vende, alguna fundación, universidad, grupo de investigación) para que escriban desde su punto de vista (incluyo en estas líneas a los intelectuales centralistas de Quito y de otros lugares, generalmente pagados por ese 1%) y le den sentido orgánico, de destino divino, a ese asunto de tener riqueza. De la misma manera, ellos son también los que fomentan y sostienen un gusto según sus necesidades, en la vida diaria como en la alta cultura (libros, por ejemplo, en los cuales se critica lo casual, no se ataca el mal en sus raíces), en las noticias de la prensa o en las oleadas de rumores y desinformación que ahora son la última frontera de control del 1%, acaso mucho más peligrosa que antes porque se viste justamente de contestataria, de anti-control. (Así empezaron Hitler y sus asesinos).

La fortuna de una familia es un tema común en la literatura del siglo XIX, pero no recuerdo haber leído que la dinámica de su obtención sea diferente dos siglos después. Lo que sí he visto es una profunda ignorancia sobre el tema, no se diga sobre la magna empresa que significa empezar desde cero y mantenerse en alto, de haber acumulado riqueza y poder ser hoy del 1%, es decir de los que controlan y deciden cómo deben vivir los demás.






viernes, 21 de mayo de 2021

¿Cuántos amigos nos quedan?


Crecí en un barrio populoso y ya he contado parte de sus historias (Los patriotas del sur), he imaginado otras (Las aventuras del cholo Cepeda) y algunas he vivido con el furor de los años (El libro del barrio). Crecí también con un padre que nos recordaba que amigos verdaderos hay muy pocos: "quizá tres; si tienes cinco, considérate afortunado porque amigo es el que está en las buenas y en las malas". Ahora sabemos que en la vida hay gente buena y mala, y que los mejores amigos también a veces fallan, traicionan. Son humanos, nos decimos. Y no debemos excluirnos nosotros mismos de ser también abiertamente imperfectos. De alguna manera, ese fue el rol dado por los dioses, el destino, nuestro desconocimiento o simplemente la brutal mala fe.

Con los años todo se pone a prueba: la paciencia, la suerte, la preparación, la desidia, la planificación, los amores y los amigos. Unos van y vienen, otros se van y no regresan, otros llegan pero pertenecen a otro ciclo vital y su impacto no será tan grande como los primeros. La masacre de hoy, que por razones sanitarias decidimos llamar pandemia, es quizá el mayor, último de los filtros impuesto por el destino (o el descuido humano) a lo que llamamos amistad. Y en esta masacre han muerto muchos, incluyendo amigos y ex-amigos.

Así, es legítimo preguntarse ¿cuántos amigos nos quedan? En mi caso, menos de pocos. Los "conocidos" dejaron de serlo cuando dejé el país, hace muchos años ya, pues uno de los costos de toda emigración es la pérdida de esa relación de amistad. Y algunos "amigos íntimos" se distanciaron. Uno quiere que la amistad perdure, como todo amor, a través del tiempo y la distancia, pero no siempre es así. Para verificarlo y reencontrarnos, acaso intentar continuar ese pasado de amistad presencial e inconclusa, nos quedaba el regreso. En la vieja casa, a lo mejor un olor o un ángulo del espacio nos ayudaba por unos segundos a labrar imaginariamente la continuidad con lo perdido. Pero, ¿qué ocurre cuando uno ya no regresa o vuelve después de muchos años?

El tema del retorno al punto de partida no es nuevo. Odiseo se pierde por años y cuando vuelve a casa todo ha cambiado. Apenas su perro y acaso un viejo lo reconocen. Pero su hijo ya ha crecido y los amantes de su esposa se han tomado su vivienda. La reinstauración del paraiso ocurre, pero no es creíble porque el recorrido humano es avasalladoramente preciso en demostrar lo contrario. Más que libros, muchas experiencias personales dan cuenta de lo imposible que es alcanzar la utopía perdida (si es que alguna vez la tuvimos, pues quizá solo fue fraguada en la imaginación y la distancia) y en las experiencias personales uno encuentra tantas diferencias como similitudes. 

¿Cuántos verdaderos y cercanos amigos nos quedan? No aquellos con los que nos saludamos, ni siquiera aquellos con los que podemos tomarnos una cerveza (dos de mis mejores amigos no toman), sino amigos con los que recorrimos un largo tramo de la vida. En mi caso, uno de ellos murió hace meses y de otros dos sé poco. 

Cada vez que se me plantea la idea del regreso a Guayaquil, por más breve que sea, poco a poco me van asaltando estas preguntas, pues no participo del ritmo de la ciudad ya que todo ocurre en el tráfico del internet. Parte de mí se divierte con estas disquisiciones.  Para complicarlo todo, los rincones, las huacas de antaño, los lugares familiares, también están cerrados. Las voces, el bullicio mismo, no es lo mismo de antes. 

No sé cómo verdaderamente transcurre la vida allá (no estuve cuando las papas quemaban en esa tierra de valientes) ni cuántos amigos aún me quedan ni le quedan a todos los que dejamos el país hace mucho. Debo confesar que temo una respuesta negativa y contundente. 



 

jueves, 4 de marzo de 2021

poemas

i.


hoy canto a la muchacha que en su cuarto

con la puerta cerrada se pone gafas de colores

en forma de corazón y sonríe y baila

canto al mariquita que se transforma con lápiz y belleza

y deja que las insondables aguas del amor desconocido

afloren frente al espejo

canto a la niña que salta una cuerda en el parque o en el patio de su casa

con otras niñas que no saben del futuro ni les interesan cosas de mayores

hoy canto al hombre que muere solo en una cama

ya no ve a nadie aunque algunos lo recuerdan desde lejos

canto al viejo bus que pasaba lento frente al parque

llevándose a tanta gente de su casa por un día

canto a los pescadores que afanados se abandonan

a la oscuridad de la noche en alta mar

mientras esperan bancos de peces que nunca llegan

canto a este día miércoles que ha dejado su semana y traicionado el tiempo

porque al final era también un silencio de esos que ya no caben

 

ii.


por la noche que ya no convence a nadie

por la noche que aún convence a todos

por los retazos de sombras que se perfilan en una esquina

por la misma esquina que doblamos cada día

y ese día que no transcurre desde hace tantos años


iii.


la vereda central hecha de piedra

la tierra entre la vereda y las casas

algunos sauces y almendros, el árbol de guayaba

las hormigas construyendo laberintos en los primeros callejones

donde viven lorca, cernuda, genet

y también un muchacho llamado reynaldo arenas



iv.

Cuando vuelva será para ver esta calle

mientras el sol cae al fondo (aunque nunca dejé de verla).

Cuando vuelva será para no encontrar a seres queridos

y ver a los que aún transcurren antes de que se los lleve el tiempo.

Cuando vuelva será para ver la pequeña escuelita

detrás del inolvidable colegio, la Casa Parroquial,

las ventanas ahora sin las lindas muchachas.

No sé cuándo vuelva.





Puede ser una imagen de comida, árbol, calle y carretera





jueves, 11 de febrero de 2021

Fragmentos de un diario inexistente

 ¿Cuántos tipos de nieve hay? Cae ligera toda la noche, se acumula en los rincones empujada por el viento. Al día siguiente, es una capa que cubre la ciudad, los casas marginales, el campo. Por la tarde todos salen a limpiar casi con gusto los senderos. Sus figuras van detrás de las máquinas y parecen figuras de un daguerrotipo, vestidos de oscuro, perdiéndose en la llegada de la noche.  Pero luego llueve y cae más nieve, esta vez pesada, sólida y persistente. (No es la nieve de las postales, que también existe). El suelo se congela y debajo de la capa blanca hay hielo. La gente se cuida ahora de no caer, los niños buscan con emoción los juegos, el placer de resbalarse cuesta abajo en planchas, desplazarse libres por la colina ahora tomada por el invierno. No hay peste que venza la alegría de los niños, su descomunal despreocupación en pos de la aventura.

* * *

Escala, composición, espacio pictórico, forma, línea, color, luz, tono, textura, patrón, etc. Cuando lea una crítica de pintura, una introducción con un vocabulario acorde a esa manifestación artística, tomaré en serio a los críticos de pintura. Hasta mientras, sigo pensando en los cuadros de Servio Zapata, en ese único cuadro que viene pintando desde niño y en el cual cabe todo lo que es su recuerdo, imaginación y temor. La selva que es la vida misma, donde trazo y color son la desesperación de abarcar la quietud y misterio, aunque también el temor. La oscuridad de los recovecos de ramas y follaje, de los inexistentes senderos que marcan el límite humano, que es el de la misma incapacidad de comprender la selva, no se diga la jungla (ese trauma de traumas), acaso el mismo árbol solitario en una vereda de la ciudad...

* * *

Después de cuatro visitas al servicio de Emergencia del hospital, luego de reconocerme incapaz de detener el sangrado interno de mi nariz (que me obligaba a tragar sangre y mucosa mientras respiraba por la boca), tuve miedo de morir y dejar a mis hijas solas. Ese sentido de impotencia fue nuevo y también espantoso.

* * *

¿Brodsky o Estuchenko? Me aburren y molestan los largos y herméticos poemas del primero. Hasta que se vuelve humano y, en pocos textos, labra finamente emociones, ideas y recuerdos. El segundo es un poeta conocido en su decir y hay una grata calidez y tranquila sabiduría en muchas de sus líneas. Lo que llamamos vida o experiencia.

* * *

¿Cómo son mis clases en época de pandemia? ¿Qué aporto? ¿Cómo sostengo el aprendizaje de los estudiantes? ¿Qué sacrificios y adaptaciones aseguran una buena inversión?

* * *

Pienso en un viaje a Guayaquil, quizá pronto, quizá lejano, quizá imposible. Pero pienso en ese viaje. Sabiendo que las personas cercanas con quienes me veía han muerto, me pregunto si las otras aún estarán disponibles para unas cervezas, una maratón de diálogo y música, acaso el comentario de un libro que muchos desconocen o una idea ya caducada. A veces pienso que mi hora allá pasó hace mucho. Ni siquiera sé en dónde mismo me gustaría que botaran mis cenizas. 

* * *

Como tantos muertos queridos, Fernando Nieto Cadena a veces me visita en sueños. Pienso en él, en sus poemas memorizados desde que yo era un adolescente. (Ahora mismo puedo declamarlos junto a unos pasillos y tangos si la memoria no me traiciona. Ahora mismo digo). Fernando, que fue siempre un poeta mucho mejor que yo, fue también olvidado mucho antes que yo. A veces alguien lo nombra y en alguna tertulia hasta cuentan anécdotas de lo que dijo, hizo o escribió, como se cuentan anécdotas de Julio Jaramillo en una cantina. Pero Fernando murió y luego lo olvidaron. Si no fuera así sus libros habrían sido reeditados y los colegiales andarían por las calles gritando sus versos porque esa la única manera de mantenerlo vivo. En ese sentido, no tiene objeto vivir, lidiar, depender de burócratas culturales. Después de todo, si Fernando pasó al olvido, junto a Agustín Vulgarín y tantos otros, es justo que yo también quiera decorar mi pecho con la medalla del que ya no está presente.

* * *

"Un héroe de nuestro tiempo" es la novela que leí hace poco. Lermontov describe en ese diario de viajes a cosacos y chechenes, que son más o menos el temido otro. Y ahí el personaje se despoja de sí mismo, entra a duelos y emboscadas existenciales, amores no logrados e ironías. La novela aparece en una película de Bergman, dos a lo mejor; y en otra que no recuerdo. pero ese título... Lermontov también escribió poesía y de ella solo recuerdo uno de sus versos.

* * *

¿Escribirá Fabia algún día su historia, la de sus amigas de colegio y estos meses de encierro? Hace dos años, una niña se mató. No se sabe cómo ni por qué. Escondieron los detalles. Pero ya sido olvidada. Solo queda breve mención de que se pasaba solitaria, leyendo libros en la biblioteca, mientras los demás hacían bromas a la hora del almuerzo. No le pregunto a Fabia del asunto. Mi hija, que se puso a llorar luego de leer "El viejo y el mar" no está preparada aún para terremotos y laberintos. Y esa historia terrible no me toca a mí contarla.

* * *

"Genealogía de la moral" de Nietzsche. ¿La había leído? No recuerdo. El resto de sus obras sí, con toda claridad. Así mismo, vi varias veces "Más allá del bien y del mal" de Liliana Cavani. Hay cientos de libros escritos sobre este filósofo. No lluevo sobre mojado. Pero leerlo me devolvió la nostalgia de las primeras lecturas y el entusiasmo que aún despiertan sus relecturas. Me queda Freud, por ejemplo, por lo conocido y lo aún por conocer. Las poesía completa de Góngora y Hernández, la de Lorca (cuántas veces me salvaron del aburrimiento y la ignorancia). Quiero perderme siempre en ese detallar humano e interminable que es la poesía, en la construcción y destrucción de imaginarios mentales y sentimientos. Y también la prosa, la de Joyse y Tolstoi, por ejemplo.