En su libro "Creando un personaje", el gran director ruso nos da en realidad una novela cuyos personajes son actores de teatro. Narrada en tercera persona por uno de ellos, quien a veces participa y otras solo escucha por accidente un diálogo, la obra nos lleva en cortos capítulos por los aspectos más importantes de los ensayos y la función del actor y el uso de técnicas apropiadas para hacer bien su trabajo. Incluyo aquí el enlace de la edición al español (1991; la inglesa, que es la que he manejado es de 1949):
https://www.scribd.com/document/376933217/Constantin-Stanislavski-Creando-Un-Personaje-pdf
Es un libro ejemplar, sencillo, didáctico y entretenido. Obra de consulta para actores, autores y directores...hasta donde les llegue el compromiso y el interés. No es un libro mágico que garantiza talento para todos, pero sí guía para los que lo tienen, y mucha discpilina para los que no lo tienen. Sin embargo, quizá por suerte, el conocimiento que riega no es exclusivo de estas páginas, pues los manuscritos y transcripciones se realizaron en varios tiempos; y es fácil notar que una edición cambia de título y contenido, según la editorial, los traductores y los fines. Así que Stanislavski se encuentra literalmente regado en toda su obra.
Estos bondadosos rasgos de calidad, sin embargo, no son la única muestra expresiva escrita del ruso. A ella hay que juntar la que revela al ensayista en primera persona con total dominio informativo de su tema: "Stanislavski on the Art of the Stage" (1961 en la edición inglesa). Aquí hay mucha sabiduría, repertorio estructurado, archivo temático y mentalidad enciclopédica. El tono es conversacional pero serio, sin llegar a ser aburrido. Los abundantes secretos del oficio corresponden a un hombre maduro que se acerca al final de su vida (profesional al menos) y sabe lo que dice. Se puede catalogar este libro de manual con aroma autobiográfico. Todos los aspectos del teatro aparecen concentrados en sus páginas: el actor, el escenario, el teatro (el dojo de aprendizaje actoril), el público, la obra como vida, la necesidad de sentirla, los detalles de la actuación y tanto más.
Estos días de terrible calor, me he aventurado a estas páginas por curiosidad, acaso responsabilidad académica, pero confieso que he vuelto a los 70s y a ver el inicio de mi generación desde otro ángulo. La gente que conocí aún hace teatro, pero el teatro que otros hacen no se compara con lo que ellos hicieron. Aún no hay otra obra mejor que la popular "Como e' la cosa", ni más tierna y delicada adapatación de "Cosas de mi tierra" que la hecha por El Jugalr. Nada como el gustillo aristocrático que a veces los animaba y nos daba obras picarescas de muy buen nivel y humor.
He visto hoy en algunos viejos y nuevos teatreros el apego extremo al gusto popular pero en detrimento de su propio talento, pues se quedaron -a petición del público- en un solo personaje, muchas veces vulgar, de mal gusto, superficial, repetitivo. Y son esos los que rellenan los programas de televisión desde hace muchos años. Aparecn en fotos haciendo muecas y, bueno, hay que tomarlos en serio porque el teatro es mueca (aunque más parece que su mueca es el teatro).
Me he aventurado, digo, por razones académicas: saber más del mundo del integrante mayor del cine: el personaje. Los demás, técnicas y libreto, serán quizá motivo de otro comentario, más adelante. Por ahora, esto es suficiente.