martes, 30 de octubre de 2018

Los primeros escritos de Conquista


Grandísimas y extrañísimas son las maldades que allí cometieron aquellos infelices hombres, hijos de la perdición”

(Brevíssima relación)

Colón, en el Memorial de su segundo viaje, cuenta la estafa de la que fue víctima por los escuderos de Granada quienes mostrando buenos caballos para la venta, los cambiaron por otros inútiles, poco antes del envío a América desde Sevilla. “En esto ha habido gran maldad”, dice; luego añade: “son personas que cuando están dolientes o no se les antoja, no quieren que sus caballos sirvan sin ellos mismos (165, en la edición de Austral, copiado por fray Bartolomé de Las Casas). Esta es una de las primeras noticias de tipo de “conquistadores” que llegó al Nuevo Mundo. Colón, en su diario, da noticia también de los amotinamientos, temores y quemimportismo de la tripulación. Un dato que sorprende es el doble registro de distancia recorrida: uno para la tripulación y otro para sí mismo, asegurándose ser el único poseedor del itinerario y la ruta hacia el desconocido continente, y dejando ver que la honradez tampoco era no era su prioridad moral.
El rol de Las Casas, anotador del diario de Colón, es muy importante en la publicación del texto porque se instaura en el incio del proceso de Conquista. Las Casas es testigo presencial y conciencia religiosa leal a los reyes de España. Los  comentarios introductorios dejan ver una actitud testimonial y militante, mientras que en el texto propiamente ya aparecen señales de lo que sería el proceso de dominación y esclavismo de las siguientes décadas, así como la obsesión por encontrar oro. Colón escribe: “esta gente es muy símplice en armas… con cincuenta hombres los tendrá a todos sojuzgados y los hará hacer todo lo que quisiere” (33).
En los Estudio Coloniales, al diario de Colón le suceden dos documentos casi antinómicos: Naufragios de Cabeza de Vaca y Cartas de Hernán Cortéz. En estos se pueden rastrear los puntos de vista e ideología de los narradores y sus diferentes sensibilidades en el proceso de “distribución de las Indias”. En Naufragios, notamos la pérdida y recuperación de la identidad del autor, a través de la experiencia empírica y su percepción de un mundo desconocido del cual, contradictoriamente, asumirá su código cultural. En las Carta, en cambio, notamos la justificación de crímenes desde una irracional imposición de normas imperiales y católicas en contra de los indios para “civilizar” y “cristianizar” a los pueblos invadidos.
La Brevíssima relación de fray Bartolomé de Las Casas se incluye en la modalidad discursiva de debate ideológico. Su trabajo se presenta como un resumen  y balance de actividades de cincuenta años de Conquista. En su escrito quedan descartados los relatos personalistas o grupales de los anteriores cronistas/conquistadores. Su objetivo es conseguir la promulgación de leyes que frenen el genocidio. Su argumento va de lo teológico a lo humanista. Por sus características de estilo, se podría afirmar que la Brevíssima es también un relato reiteraivo del proceso exterminio e imposición de un nuevo orden social (esclavismo, guerrerismo y posteriormente, latifundio) en el cual se negaron los mismos valores religiosos. La estrategia narrativa de Las Casas para apelar a la conciencia de los reyes católicos, quienes debían imponer justicia (como “verdaderos representantes del mandato divino”), incluyen comparaciones y similes de orden cristiano y secular. Hace también referencia al código literario en el cual (y así se inicia el Informe) el rey es comparado con el pastor que debe proteger a las ovejas, es decir: los indios). Para Las Casas, éstos son “gentes pacíficas, humildes y mansas que a nadie ofenden”.
 
La estrategia discursiva del religioso incluye tambiénla descripción detallada, situada en puntos geográficos muy específicos, con ejemplos claros y nombres reales de quienes participaron en los hechos. Los episodios tartan abundamente del  exterminio, que van desde el juego y la burla contra los indios, pasando por tirarlos a los perros para ser devorados, hasta el incendio de pueblos, violaciones, tortura, y quema de personas, así como imposición de la esclavitud y destrucción del ecosistema natural.
El texto también remarca la diferencia logística entre ambos bandos y el empleo de tácticas de atemorización (como el insulto), inclusive en momentos de relativa paz entre los bandos.
El fervor de Las Casas tuvo impacto en la época en que fue publicada su obra. En una lectura actual, muy dificilmente el lector podría olvidar la circunstancia que atraviesan los grupos nativos y el resultado de la llegada de los conquistadores. La obra de Las Casas devela a los españoles (y europeos en general) como falsos cristianos en tierras indias, y los llama “seres diabólicos” que merecen ir al infierno.
En una sutil y rápida alusión a la cultura popular, Las Casas hace también un parelelismo entre el romance español y el mitote americano (areito, en las islas del Caribe) que expresaban sentimientos de pesar, como en el caso de las destrucción de pueblos (94).
A lo largo del texto de Las Casas, el indio ocupa una posición de víctima y es por ello que el autor exige el auxilio de los reyes, pues es la manera en que los sometidos podrán “conocer al Dios Cristiano y servirlo”. El autor, luego de establecer la desigualdad de los grupos, justificará los levantamientos indígenas (136) como resultado del maltrato de los españoles, quienes son descritos así: “y si les cuadra bien a los tales cristianos llamarlos diablos, e si sería más recomendar los indios a los diablos del infierno que en encomendarlos a los cristianos de las Indias”.
De esta manera, el autor hace una distinción entre cristianos de la Corte y el pueblo español, que eran los públicos cuyo apoyo él necesitaba. Su status de  sevidor del rey y cristiano imparcial, darán peso y legitimarán la veracidad de su relato. Así, Las Casas sacará partido para su causa y logrará la promulgación de leyes a favor de los indios. No obstante este triunfo teórico, los siglos posteriores demostraron lo inútil de esta empresa por la falta de aplicación de las nuevas leyes.