* * *
mi padre y yo caminábamos
hacia un terreno baldío y abierto al campo
como si fuera una película de fellini
a la izquierda había un circo inmenso
a la derecha, un sendero que se transformaba
en un largo camino cubierto de árboles
vamos por el bosque, me dijo
y a la entrada del mismo, en una pequeña habitación
nos encontramos con un hombre ya mayor y otro muy joven
que nos preguntaron cómo mismo era la letra de una canción
¡ah! ¡benedicto! ¿recuerdas cómo era? le pregunté
y mientras tarareaba la melodía
nos pusimos a cantar a todo pecho:
ayer era tu amante enternecido
ahora soy tu amigo de ocasión
tú quieres que yo vuelva arrepentido
y yo jamás iré a pedir perdón
y así, abrazados y cantando
nos metimos por ese sendero protegido de árboles
como el viejo león y el hombre de lata
que se pierden por el camino de ladrillos amarillos
* * *
Fabia y yo bailamos música de Sinatra antes de dormir
Y también tangos y algunos pasillos que cantaba mi viejo
En el teatro Bogotá, al pié del Cerro Santa Ana
Pasa la noche con el pretérito y con mi padre
con su traje blanco, el bigote corto, bien delineado
Y el pelo negro con brillantina
Mi padre era uno de esos cholos guapos
Que sabía llevar una conversación amena
Y tomarse una botella de aguardiente para aplacar el trueno
Lo veo en un recorte de periódico de los años cincuenta
Anunciando hora y fecha de su presentación
Trabajaba en una imprenta
Jugaba a las cartas y cantaba cada mañana
Con la radio a todo volumen
Y cometía los errores más monstruosamente humanos
Ya retirado, al caer la tarde en la Ciudadela 9 de Octubre
Salía al parque del barrio
A recordar su juventud con otros viejos
Y nosotros decíamos que eran La Sonora Matancera
Y Don Rocafuerte era Caíto y Don Carabalí Don Rogelio
Y mi viejo era Daniel Santos