jueves, 17 de octubre de 2019
Elegía por un país lejano
¿Qué le toca ahora a Ecuador? Por siglos, los criollos se apropiaron de las tierras, desarrollaron sus negocios y se tomaron el Estado. Luego vinieron unos tibios intentos por democratizar la sociedad, y eso cambió en algo la situación, aunque siempre se debía esperar el permiso, espaldarazo o complicidad de los herederos de los criollos, los "aniñados" de mi infancia y "pelucones" de ahora.
Pero, como nada tiene un solo lado, hay que reconocer algunos esfuerzos por producir una cultura de honradez y calidad en Ecuador: en lo intelectual, económico y cultural. Lamentablemente, excepciones no hacen la regla.
Pasó la última dictadura militar hiper-centralista (fines de los 70s), desde afuera mandaron a matar a Roldós, se apoderó del gobierno un ser gris y tonto llamado Osvaldo Hurtado (esa summa de lo peor que puede dar Quito), luego vinieron León Febres-Cordero, inquebrantable en su odio y lucha contra "el comunismo" en el contexto del Reaganismo mundial, y más de una lección tuvo que aprender del casi olvidado general Frank Vargas Pazzos. Luego llegó Rodrigo Borja, que mucho criticó a León, para empezar su gobierno con un paquetazo económico contra el pueblo, para risa de la derecha.
En esa época, por la oficina de mi hermano, que trabajaba de despachador de aduanas, vi desfilar a ex-socialistas y comunistas, cada viernes por la tarde, religiosamente, convertidos en socialdemócratas enquistados en puestos aduaneros, reclamar la coima para dejar sacar los contenedores de mercancía. Una y otra vez estuvieron allí, con nombre y apellido, para celebrar con whisky y mujeres su nuevo estatus.
Fines de los 80s. Yo ya había pactado con mi fuero interior de hombre y, como bien lo dice Don Vito Corleone, repetí: "No soy quién para criticar la manera en la cual un hombre se gana la vida". Pero, por favor, sin lecciones revolucionarias ni de buen comportamiento. He estado fuera de Ecuador la mitad de mi vida pero he visto de todo, suficiente para concluir que el circo y el cementerio tienen mucho en común en ese país.
Luego de los tantos desafortunados espectáculos a nivel político y electoral que se vivieron en los 90s y primeros años del 2000, ya con nuevas generaciones en la política y la lucha callejera, luego de una de las tantas manifestaciones del pueblo sufrido y agobiado por la injusticia y explotación, llegaron los compañeritos de la Revolución Ciudadana.
De entrada, especularon con la deuda externa y se guardaron sus millones, aprovecharon el alto precio del petróleo y siguieron metiéndose millones en los bolsillos, construyeron escuelas, colegios, carreteras y llenaron sus cuentas bancarias, compraron propiedades y abrieron negocios con lo que robaron (ellos y sus familiares); y al final dejaron al país más endeudado y en la bancarrota. Lo hecho, que fue bastante en su tiempo pero nunca usaron (excepción de las carreteras, maravilloso mecanismo de robo) ahora simplemente no sirve o está destruyéndose.
Los revolucionarios, izquierdistas y "ecologistas" -de los cuales aprendí en 1980 que no eran ni revolucionarios, ni izquierdistas ni ecologistas sino vulgares saqueadores del Estado- estuvieron de plácemes con Correa y sus ladrones. Para el 2017, el país estaba nuevamente en quiebra, como antes, como siempre. La corrupción era estructural y galopante. Hasta que llegó Lenín Moreno.
Llegó Moreno y fue peor, pues lo peor de lo peor se quedó con él: funcionarios altamente corruptos y egocéntricos herederos del estilo "Osvaldo Hurtado" (el que ayudó a matar la imagen de Roldós), dizque verdaderos revolucionarios, mezclados con una nueva camada de la ultraderecha, la misma que saqueó al Ecuador durante siglos. En esa extraña unión con el monolítico fin de seguir robando, en un país tan pequeño y caótico como Ecuador lo que queda es pegar el grito de "sálvese quien pueda".
Luego de las manifestaciones indígenas (fundamentales desde los 90s y a lo largo del gobierno de Correa) que hicieron retroceder al gobierno de Moreno, a la derecha y al FMI, tenemos pocos días después, nuevamente al gobierno, la derecha y el FMI diciendo que quieren trabajar con los indígenas. Y los indígenas, que están divididos desde hace mucho, se desmarcan de Correa, quien por televisión (CNN, yo lo vi) sugería que él podía ser vice-presidente de un nuevo gobierno y llamar a una Asamblea Constituyente para programar nuevas elecciones. (Para Correa la solución era tener otra vez a su mismo gobierno corrupto para sacar al gobierno corrupto de Moreno). ¿Pero, y la derecha saqueadora de siempre, qué?
Muchos se preguntan cuál es la solución. Yo, que hablo tanto y pienso poco, me he esmerado en responderla. Pero, honestamente, no creo que exista. La corrupción en Ecuador ya ha invitado a actores internacionales a decidir por el futuro del país: el EEUU de Trump junto a la Rusia de Putin, Maduro el payaso propiciando una emigración venezolana que tiene en jaque a toda la región, los Carteles de Colombia y México y las mafias locales (incluyendo a algunos sectores "del pueblo") han creado una tremenda inestabilidad sin visos de solución. He preguntado a amigos y colegas sobre el qué hacer: nadie sabe, nadie opina, nadie ya cree en nadie.
Sin embargo, al final, al ser humano lo siguen sosteniendo (aunque también agobiando) sus responsabilidades, su necesidad de salir y buscar trabajo, de llevar el pan a la casa, criar a los hijos como sea y pelearla a lo que venga, porque vista la cosa desde ese lado, tampoco queda otra.