Los muchachos del frente están en la terraza de su casa, oyen Jim Morrison mientras cae el sol de la tarde. Desde aquí veo otras casas de las colinas y también otras colinas que han escapado al asedio urbano. Al fondo está Guayaquil, magnífico y brutal, hermoso y salvajemente real. Esta panorámica de mi casa -Bellavista Alto- la he anotado ya en algunas páginas del Cholo Cepeda, a veces como fondo de diálogo, a veces como protagonista, porque es el lugar al cual llegan las palabras. Han crecido mucho las veraneras y el mes de Julio ha sido de un clima frustrante, inmensamente caluroso, no el fresco mes del verano tropical que buscaba con afan. Me ha costado regresar en cuerpo y alma a mi ciudad. De hecho, quizá no logre hacerlo del todo y deba conformarme con el temido recuerdo de años irrecuperables. Los muchachos siguen escuchando buen rock.
Esta mañana terminé apresuradamente This Side of Paradise, de Scott Fitzgerald. Una novela que debió interesarme mucho quizá hace treinta años, limitada por el mundo universitario de los jóvenes acomodados de Estados Unidos. El Gran Gatsby quizá sea las tribulaciones de uno de esos personajes, quizá sea un proceso paralelo y deba meterse en el bajo mundo de la naciente mafia licorera de esos años para surgir en la vida. Quizá no. Insatisfecho, fui al cuartito que había pensado como estudio y tomé varios tomos de la vieja colección Salvat. El primero que abrí fue El Diablo Sobre las Colinas, de Cesare Pavese. Nuevamente el pasado me acosa: es una historia de jóvenes que buscan con empeñoso la vida en el campo turinés, en la playa, en la noche y en la luna... Noches antiguas, como dice uno de los protagonistas. Ahora los muchachos han cambiado a un rock más pesado y hermético.
Es domingo y ayer no pude ir al barrio. (Mis diablas enfermaron y tuve que quedarme en casa. Aún están enfermas). Pero me contaron que había tres campeonatos de índor jugándose simultáneamente en las calles. Recuerdo que Julio cerraba el primer trimestre escolar. Luego venía Octubre y al final Diciembre (una canción de Shing02 habla de esto). Esa era la estructura del año, las vacaciones, la distribución del tiempo y el ocio. Ayer jugaron y, desde mi casa y los libros de Caillois y Huizinga que estaba leyendo, solo intenté imaginar quién habría dicho el insulto más sonado o hecho la broma más colorida, o lanzado el más hiriente desafíio en el incesante duelo verbal que se juega en las bocas de todos. Julio terminará pronto.
Regresaremos a fines de Agosto a la que llamo ahora "casa" (Plattsburgh, New York). No sé aún lo que me toque hacer con este tiempo fraguado en el trópico que amenaza con desvanecerse. No adivino a saber cuál será mi relación con Guayaquil, aunque ya se me va apareciendo en sueños aún estando aquí. Los muchachos han cambiado a reggae y se oye una risa femenina... A lo mejor van a organizar la parranda, en este domingo en que se bebe a escondidas bajo el calor de la indomable Guayaquil.
domingo, 26 de julio de 2015
miércoles, 8 de julio de 2015
he vuelto a soñar con paris
he vuelto a soñar con paris. me ocurre con relativa frecuencia. la última vez estaba en una taberna, un bistrot de segundo piso al cual había llegado luego de pasar un sendero diminuto y empedrado, acaso la calle balzac, cerca de l'ile de france, en donde vivía francois miterrand (la crucé una noche de nieve incesante). recuerdo que subí las escaleras, noté la algarabía, vi rostros conocidos y pedí una cerveza guinness. el sueño que acabo de tener ocurre en una calle de guayaquil, también breve, situada en algún punto detrás de la vieja casona, en la intersección de un callejón sucio resultante de las cinco esquinas y la nueva estación de la metrovía que llaman troncal sur. he estado ahí y sé que existe. lo anoto rápidamente porque el sueño es más atroz que su recuerdo. viré la esquina y al caminar la calle diurna vi sus alegres vitrinas y su gente, las palabras poco a poco iban dejando el idioma de cervantes
y siendo más el de victor hugo, porque el paris que viví estaba más cerca de "los miserables": lleno de episodios de gente olvidada. al cruzar la calle supe que era paris (borges llegaba al sur al cruzar la rivadavia), y que tenía que contarles a todos que lo lejano ya estaba a la mano, acaso porque "el mejor vino está por venir", como dijo el santo padre. le pregunté a una elegante señora qué calle era y no me supo contestar. busqué su nombre y en cada señal solo se adivinaban pocas letras que podrían ser rumichaca o esmeraldas, las cuales están muy lejos de ese paris de guayaquil. corrí y tomé una bicicleta pedaleando hacia al sur, saliendo detrás de la caja de registro (estaba en el guayaquil previo).
noté los barrios, sus edificios de dos pisos y residencias nacidas en los años cincuenta... pero luego vino la ingrata noche y afanosamente quise volver a la calle de paris por la parte trasera, la menos limpia. pero vi mendigos apilados. traté de encontrarla y todo estaba oscuro, cerrado y sin dignidad. me persiguieron los mendigos. corrí por salvar mi vida y acabo de despertarme. he escrito todo porque, como dije, el sueño es como el agua entre los dedos.... así es ese paris que me asalta de vez en cuando, solo que ahora ha venido a acosarme en mi propia ciudad, una ciudad que ya no siento mía... la primera vez que soñé con paris terminaba refugiado en una celda de clausura, acostado, la única posición física permitida por el reducido espacio, con el techo contra mi rostro. otro sueño me llevó por barrios inconclusos, viajando en el metro aéreo, viendo casas desde lo alto, como ocurre por barbes-rochechouart antes de llegar a la estación république. este nuevo sueño también será del olvido o de algún violento recuerdo... queda así, en bruto. pero tibio como la noche.
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