Esta es la calle d'Eylau, en el barrio16th. Vivía en una de esas bohardillas. Al fondo se ve la Plaza de México, hacia atrás está la Torre Eiffel. Debajo de mi piso quedaba una agencia informativa de EEUU. Un día los árabes pusieron una bomba que, por suerte, no estalló. A mi regreso, la policía tenía acordonada la vereda y debía mostrar mi cédula de identidad cada que vez que entraba al edificio. Lo mejor de esa situación: las policías: eran bellísimas.
Esta es la calle Juge. Viví los primeros meses en un apartamentito húmedo, sucio y caro, frío hasta más no poder. En la esquina, hacia el otro lado de la imagen, había un bar al que íbamos con relativa frecuencia.
Este café, en realidad no existía en mis años parisinos y solo esconde la nostalgia. Queda junto al original, el legendario. En él una vez nos sentamos Miguel Donoso y yo, bebimos vino Beaujolais mirando las pinturas de borrachos campesionos que alegremente cantaban y comían, dibujadas en el techo. Estaba frente a la iglesia de Saint Sulpice. Una tarde caminé desde allí hacia mi antiguo cuarto en la rue Juge, como recogiendo los pasos, y me encontré con un mercado viejo que me recordó mucho al de Guayaquil (detrás del Club de la Unión). Fue una tarde de gloria: yo estaba libre por fin de mí mismo y de todo.
No digo con quién pero muchas veces caminé por estos puentes detrás de la zona de la Bastilla, haciendo la Tournée du Duque, que consiste en probar una cerveza (o vino) diferente en cada bar de la zona...