Por lo visto, hay mucha pasión política y mucho ánimo, positivo y negativo, en torno a estos tres nombres. Mucho más en las últimas y próximas semanas, época de elecciones provinciales en Ecuador. Lo constato diariamente en los dimes y diretes de algunos amigos y conocidos del facebook.
Aparte de la posición personal de cada uno, me parece que: 1- hay mucha ignorancia de por medio, se verifica una gran falta de información sobre el otro bando y el propio; 2- aquello de que : "no hay peor ciego que el que no quiere ver" es una verdad: los fanáticos no solamente no ven/quieren ver el otro lado sino que tampoco aceptan que están cegados (¿qué es peor: ser ciego y no ver el entorno o ser ciego y no reconocer que uno es ciego?); digo esto porque sólo basta dar un vistazo a lo que se publica en el fb para encontrar una avalancha de resentimientos, indirectas, insultos, etc; pero jamás se va a encontrar uno que reconozca que se estaba equivocado o que el otro llevaba algo de razón, pues esto último requiere de madurez psicológica, emocional y política, y también de reflexión e información balanceada.
También creo que: 3- Nebot será nuevamente eligido como alcalde: al menos hasta ahora, la gente en Guayaquil no está muy interesada en saber o reconocer los argumentos de la oposición como válidos, y el alcalde aún tiene muy buena fama en la historia de Guayaquil como el segundo que adecentó la ciudad (siendo Febres-Cordero el primero). 4- Por otro lado, la joven candidata del gobierno es principiante en política y en lides electorales y, lastimosamente, está pésimamente asesorada: la han silenciado cuando se necesita escuchar su voz, y, cuando tiene forum, no logra conectarse con su electorado. Es tan malo el asesoramiento a Bonilla que pienso, inclusive, lo están haciendo a propósito. De hecho, ni siquiera se configura el electorado potencial de ella (¿Quiénes podrían darle el voto?). El de Nebot, en cambio, es muy sólido: la clase media y alta de Guayaquil y algunos segmentos sociales populares. Ojalá no terminen quemándola políticamente a la candidata. 5- La presencia y apoyo del presidente Rafael Correa es muy tibio y siempre encajado en su discurso sabatino, abundante en consignas, contrapunteos y breves explicaciones, dinámica verbal ya bastante conocida y que no sirve para inyectar la idea de que se trata de una nueva generación, creativa e inteligente (¡pero si todavía cantan aquella canción tan fea y aburrida sobre el Che Guevara!). 6- Debo añadir un problema quizá inexistente para Correa pero decisivo: él no llegó al poder desde Guayaquil sino desde Quito, su vida académica y política floreció en los Andes y sus viajes a Tierra Caliente saben más a visita de extranjero que retorno a casa. Es, en otras palabras, un presidente que no encaja en el imaginario actual de los guayaquileños. De hecho, la neblina que lo rodea lo deja entrever casi como traidor a su ciudad, aunque pueda ser lo contrario (para eso sirve la ideología).7- La relación de las clases y diferentes sectores sociales con la derecha, en una ciudad como Guayaquil, tan móvil, de inmigrantes casi en su totalidad, es mucho más compleja de lo que los rivales de Nebot piensan. Personalmente, creo que ni siquiera saben que existe dicha relación, históricamente rastreable, de la misma manera que tampoco conocen a la burguesía guayaquileña (bueno, en parte porque la burguesía tampoco se conoce a sí misma, ni ha desarrollado o descubierto su potencial). Culpo de esto a los esquematistas del centralismo que, como se puede verificar en las páginas de El Telégrafo (diario del Estado al servicio del gobierno de turno), cuando se trata de Guayaquil no entienden nada y dan muestras de perfecta ignorancia y quemeimportismo (generalmente las cosas complejas no son para políticos ni "intelectuales de a gamba", como decía la desaparecida bloguera Clos Yeah).
Más que un triunfo para Nebot, veo el fracaso de Alianza País en Guayaquil, un grupo político que teniendo los recursos no ha sido, no es capaz de pensar fuera de su modelo mental, algunas veces culturalmente atrasado. Esto seguirá así mientras no sea el mismo Rafael Correa el candidato a la alcaldía de Guayaquil, mientras no viva a tiempo completo en esta ciudad y se encuentre con el conjunto social real y el imaginario colectivo de la ciudad en la que nació y creció. Hasta ahora, mucho me temo que se lo percibe como un político alejado de la muchedumbre, esa que llevó al poder a don Buca, a Roldós, al loco ACdalá, a León y al mismo Nebot. Ese Guayaquil de la Boca del Pozo y la Sur Oscura, del centro de la ciudad y de sus bares y sus calles nocturnas, ese Guayaquil que el mismo Correa invocaba en las primeras elecciones de su gobierno. Creo que por ahí, cuando él logre traducir sus ideales al contexto del Puerto, quizá la suerte de su partido e ideales sean percibidos de mejor manera y cambie la suerte. Hasta ahora, con todos sus errores (menos que sus aciertos para sus votantes), el triunfo es para Nebot.