viernes, 13 de mayo de 2011

Artistas ecuatorianos: entre el oportunismo y la dignidad

El apoyo de un gobierno y de un Estado hacia sus artistas nunca está de más. Pero la dependencia y compromiso que eso conlleva para que los segundos sean reproductores de la ideología de los primeros son elementos que siempre emergen y se debaten en esa coyuntura. Ocurrió en la ex-Unión Soviética, en las cortes de reyes españoles, en los romanos que escribieron miles de páginas criticando o alabando las bondades del Imperio y también lo hicieron los grandes autores griegos. Ahora, de manera más cercana y polémica lo hacen también Chávez y, en menor medida, Correa.

De lo que he leído del venezolano, a pesar de su imagen de populachero, malcriado y espontáneo, se trata de un político muy hábil y una formación teórica que ya muchos gustarían tener. De lo escrito por Correa, puedo dar fe como lector que escribe muy bien: es claro, didáctico e interesante. No hace falta estar a favor para decirlo así, tan sólo haber leído sus textos y aceptar la idea de que una cosa es la discrepancia política y otra la ceguera radical que muchas veces ocupa las páginas de los diarios de oposición.

Con motivo de la Feria del Libro en Bogotá muchos artistas excluídos salieron al ataque contra Correa, olvidándose de que ellos mismos, en su momento, aunque ocultos bajo la intervención indirecta o de terceros, se beneficiaron de invitaciones que ensayan algunos líderes. Esto evidencia, una vez más, debilidad ideológica e inconsistencia profesional y personal de quienes ayer agredecían y hoy atacan, pero también ponen de manifiesto que esta forma de actuar/ser es parte de la vida misma del medio artístico e intelectual de Ecuador.

De las personas invitadas por el gobierno de Correa para ir a Bogotá conozco sólo a Maritza Cino, y me parece muy bien que se la haya invitado porque la considero una muy buena poeta. Siempre habrá muchos excluídos y descontento, como ocurre cuando se edita una antología. De la auto-promoción que le endilgan a Raúl Vallejo y al mismo presidente, sólo anoto lo siguiente:

1- A pesar de que no creo que la obra de Raúl Vallejo merezca atención (lo mismo que sus vaivenes políticos) no me parece justo que lo critiquen por ocupar un puesto diplomático sin serlo y que, de paso, lo aproveche para autopromocionarse. No porque esté de acuerdo con ello sino porque es la modalidad de muchos escritores y artistas, serranos en su mayoría, que lo vienen haciendo desde que esa agencia de viajes llamada Cancillería existe: lo hicieron de la manera más descarada Jorge Carrera Andrade y Aguilera Malta, por nombrar a dos que me vienen a la memoria (un poco más de tiempo y la lista se ampliaría notablemente). Y DE ELLOS NADIE NUNCA HA DICHO NADA. Lo hiceron también de manera desfachatada la ex-Ministra de Cultura (María Fernanda Espinoza) pero nadie dijo nada en su momento, y lo hace igual la actual Ministra, aunque a ésta la critican un poco. ¿Debemos criticar también al gran Antonio Preciado por ser embajador en Nicaragua?

2- No veo nada de malo tener a un presidente que también sea escritor y que haga el (re)lanzamiento de su obra en una ciudad culturalmente importante como Bogotá, sobre todo por la buena imagen que representa para el país y porque, al igual que el presidente Santos de Colombia, se trata de un autor que sabe de lo que escribe y no tiene necesidad de pegarse a ninguna coyuntura para sacar réditos personales en el campo artístico, comoe, cambio, ocurre con muchos "periodistas" que no lo son.

De toda la comidilla armada con motivo de los artistas ecuatorianos excluídos e incluídos por el gobierno de la Feria de Libros en Bogotá, me queda el amargo sabor de la inconsistencia de muchos de ellos, resentidos porque ahora no los invitan pero callados cuando lo hicieron. Y me molesta también que, de la manera más obvia y barata, seleccionen anécdotas y argumentos para atacar a sus enemigos, pero no para hacer una crítica más global y justa del proceso y mundo intelectual que viven y del cual son culpables. Me molesta la selectividad a la hora de hablar mal de otros. Gramsci siempre insistió en la auto-crítica. En Ecuador, sin embargo, no existe ni en la izquierda ni el la derecha. Todo es un simple fuego cruzado en el cual caen tirios y troyanos sin mayor razón. Es a esta circunstancia que llamo vivir entre el oportunismo y la dignidad.