De la impunidad ya aceptada para dar con los culpables del asesinato de Villavicencio o de saber quiénes estuvieron detrás de la toma de TC Televisión a manos de unos pandilleros (a la postre empleados del Cartel de Sinaloa o del Cartel Jalisco Nueva Generación), Ecuador hoy recién entra a su etapa de adultez estatal vías violencia contra el crimen internacional: Los militares están en las calles asumiendo un desafío para el que no estaban preparados y la policía, esa semi-aliada de la ilegalidad y el abuso diario, los sigue callada.
En las presentes circunstancias, el joven presidente Noboa se convierte poco a poco -y a pesar de la oposición o sus propios juegos para favorecer a su clase social- es un líder que los ecuatorianos empiezan a conocer, respetar y apoyar. Es una noticia feliz porque demuestra que la derecha ecuatoriana es aún capaz de producir cuadros políticos dignos, formados, informados e inteligentes (algo así como lo que vemos en el ideal Bukele en El Salvador y el llamativo Milei en Argentina) que quieren forjar una vida digna para todos.
En las presentes circunstancias, el ejército ecuatoriano -cuyo rol siempre fue visto como negativo por estar a favor de las élites y las dictaduras- puede escribir una página de gloria con el apoyo del pueblo porque defiende, como institución, a ese pueblo frente a un enemigo que quiere llevarse a todo un país, una mafia internacional y crimen organizado, que es una peste, una maldición justamente llamada terrorista.
Las Fuerzas Armadas de Ecuador, que no estaban preparadas para el desafío, van aprendiendo en la marcha cómo pelear contra un enemigo que no sigue sus formalidades y puede engañarlos de muchas maneras: tácticas, objetivos, inhibición de fuerza o concesión. Ha sorprendido, por ejemplo, el empeño militar en transformar asesinos y peligrosos delincuentes en patriotas: los hacen limpiar sus celdas, los visten, los hacen cantar el himno (cosa reservada en El Salvador solo a presos de baja peligrosidad) y a escuchar canciones militares y los retan como madres devotas. Ya tenemos delincuentes patriotas. Mientras el trabajo del ejército es muy encomendable, hay que señalar que ni siquiera el 1% del del crimen organizado ha sido aprehendido.
¿Cuál será el destino final? Difícil saber o predecir, sobre todo porque el trabajo de los militares depende de jueces civiles altamente corruptos, desde hace mucho infiltrados por los narcos. Entre una historia militar que nunca ha sido escrita ni realzada y cuyas fuentes son secreto nacional (tal es el cruel destino de los héroes del 41, del Cenepa y Tiwinza), las semanas que vienen decidirán el destino de Ecuador: ¿será un país entregado a los narcotraficantes, al caos político y al oportunismo individual, o logrará pujar y salir del túnel en que se encuentra?
Los gringos, tan expertos en asuntos internacionales, han percibido con toda claridad lo grave del asunto. Por eso su apuro en apoyar el gobierno de Noboa: el escandaloso hallazgo de más de 20 toneladas ya embaladas, listas para el envío a Europa, en una bodega cerca de Vinces, cuyo valor pasa los mil millones de dólares, habla de una red bien montada que usa aerolíneas, hacendados, ingenieros, campesinos y quién sabe quiénes más. Esa inversión es muy grande para que los carteles permitan que las Fuerzas Armadas y Noboa la arruinen. Por eso, la guerra en Ecuador recién comienza.