El asesinato de Villavicencio quedó en nada: habiendo detenido el mismo día del crimen a los presuntos asesinos, todo se volvió chismes, largas y ocultamiento de noticias. Inclusive los sacan en televisión y se asume que los autores intelectuales son gente muy poderosa que puede terminar con la vida de cualquiera. A los pocos ideas toma cuerpo la idea de que quienes mataron al denunciólogo fueron todos y nadie. Villavicencio acusó a todos y todos lo acusaron a él, por eso no es alocado pensar que él también tenía sus trapos sucios, como es costumbre en la vida diaria de Ecuador, un país regalado a los Carteles de la droga por Rafael Correa y los que lo sucedieron, incluyendo a Lasso.
Extrañamente, en Colombia le dieron cobertura nacional al crimen y regaron la noticia de que ellos ya sabían quiénes habían ordenado el crimen, pues tres políticos ecuatorianos estaban en contacto telefónico con los criminales. Se anunció la llegada de una comisión del FBI al Ecuador, junto a una delegación policial de Colombia, dado que los sicarios eran de ese país, para ayudar a sus vecinos. ¿Qué pasó con esa visita? Nunca se supo. Para cerrar, el gobierno de Estados Unidos ofrece hoy 5 millones a cambio de información sobre los involucrados en el asesinato. ¿O sea, EEUU ya no tiene la influencia en los medios de seguridad que tenía antes? ¿Por qué?
Lo que ocurrió en los días siguientes fueron disputas y acusaciones intra familiares y partidistas de los buscaron aprovecharse del trabajo de Villavicencio. Pero del crimen mismo, de las investigaciones, nunca más se volvió a hablar. Pero con el burocratismo usual, los candidatos prometían formar comisiones y veedurías una vez llegados a la presidencia. Nada más. Tampoco dijeron ni publicaron nada los medios de comunicación. Como se dice en Ecuador: "Aquí no ha pasado nada".
Luego vinieron supuestos días casi tranquilos. Cabecillas criminales que fueron llevados de sus cómodas celdas a una de mayor seguridad, pero sus empleados les recordaron al país nuevamente que ellos son los que mandan: secuestraron a guías y policías en las cárceles y lograron que les devolvieran a sus jefes a las celdas originales. En ese país sin presidente ni gobierno que es Ecuador, tampoco nadie dijo nada por eso. Al mismo tiempo, en una especie de tácito pacto con la sociedad (las bandas hablaron de una tregua), se dejaron de publicar y comentar sus fechorías, los secuestros, la extorsión que imponen a los ciudadanos. Tanto como para decir "el crimen ha bajado". Hoy, en Ecuador se siguen viviendo días de encierro pues es una sociedad sitiada en la cual uno ya no se extraña de nada.
Y ahora se vienen las elecciones presidenciales. Según sus declaraciones, funciones en cargos públicos y último debate, tenemos por un lado a un candidato relativamente nuevo que, a veces, parece despistado. El arrastra y hereda los serios vacíos éticos de su padre sobre evasión de impuestos, bajos salarios y liquidaciones a los trabajadores, por citar unos pocos. Por otro lado, tenemos una correista más, ideológica e intelectualmente poco sofisticada pero propensa a la verborrea y repetición de consignas. Nada substancial ni nuevo. Ese es el Ecuador que toca en los próximos meses: un poco más a la deriva, un poco más de lo mismo, encerrado en sus fronteras y sin pronta salida a la crisis de años.
Y, como para no terminar de sorprendernos, se evidencia que la delincuencia resulta ser algo que ninguno de los dos candidatos quiere resolver. Ellos solo quieren vender más armas y equipos (esa solución que nunca solucionó nada en 40 años) o darle carta blanca a los criminales bajo el manto de los derechos humanos y la victimizacion social o problemas en la rama judicial. De nada le sirve a América Latina ni a Ecuador tener el ejemplo de Bukele si no tienen la decisión y las manos limpias para cambiar las cosas. Daniel Noboa y Luisa González en asuntos de delincuencia solo van por el teatro, los desfiles, la propaganda. Blablablá. No están para otra cosa. A eso súmenle la repetición de los mismos errores de ambos bando políticos.
No hay más que decir.
PD: A los pocos días de her escrito esta nota, se informa que los 6 sicarios colombianos implicados en el asesinato de Villavicencio, fueron ahorcados en la cárcel de Guayaquil. Para cubrir el hecho, los presos organizaron un motín. Para los que seguimos la dinámica del crimen en Guayaquil, esto era de esperarse. ¿Quién mató a Villavicencio? Todos y nadie.