domingo, 6 de marzo de 2022

¿A favor o en contra de Ucrania?


Estados Unidos vive una división más sobre si apoyar a Putin y su estúpida invasión o a los ucranianos que la resisten. El resto del mundo también está dividido.

Por un lado, el argumento que se escucha es que si tanto nos importa la destrucción de Ucrania deberían importarnos por igual las que ocurren en Africa o el Medio Oriente. A este radicalismo infantil (todo radicalismo lo es) subyace la dicotomía del todo o nada, del blanco o negro, o como diría el siempre desacertado Bush: "están a favor de Estados Unidos o en contra de Estados Unidos". Sálvense los que puedan si están rodeados de gente así, pues la realidad es más compleja y los matices cambian cualquier conclusión apresurada.

Por otro lado, en la misma zona de guerra, los ciudadanos rusos, bombardeados por años acerca de supuestas masacres de los ucranianos contra las poblaciones ruso-parlantes que viven en Ucrania- se hacen de la vista gorda y apoyan a Putin en la heroica defensa de sus compatriotas que viven en otro país (aunque ya empiezan a sentir el error en sus bolsillos). Al mismo tiempo, más de millón y medio de ucranianos -mujeres y niños en su gran mayoría- huyen de Ucrania a países vecinos mientras las tropas rusas bombardean ciudades y poblados en el sur. 


Como siempre, calamidades como ésta hacen que la gente saque lo mejor y lo peor de sí misma, de lado y lado y en todas las latitudes del planeta. Una pobre Rusia, cuyo GDP es extremadamente inferior al de China, cree que China es su aliada incondicional (los ecuatorianos sabemos cómo son los negocios y "las inversiones" de China) mientras ésta, poco a poco, se va dando cuenta de que un vecino pobre no es el mejor aliado cuanto un sirviente rebelde. La India juega a la diplomacia de la conveniencia, en parte por supervivencia (sus vecinos China y Pakistán no le permiten otra cosa), en parte por fidelidad a Rusia y en parte por pescar a rio revuelto. Europa, Japón y EEUU están firmes en el boicot económico y militar a Putin. El resto del mundo se mueve en las coordenadas de América Latina, en donde Cuba, Nicaragua y Venezuela apoyan fieramente al reptilineo dictador aspirante a zar. Brasil con Bolsonaro y México con esa flor de mediocridad de presidente se debaten entre jugar a ser duros y sonar inteligentes mientras le hacen el juego a Putin. ¿Y Lasso? Ese no cuenta ni para lavar los platos de los de sicarios de las cárceles de Ecuador.

La primera pregunta frente a este panorama es ¿cuán bien informado está el público para opinar y tomar una posición? Hay la falsa creencia tercerista de que "hay que escuchar los dos lados", como si hiciera falta escuchar a Hitler para concluir que las 6 millones de judíos que mató de alguna manera, aunque sea en un mínimo porcentaje, son culpables de su destino. Ese tercerismo de que la verdad está en el medio es un invento de los perdedores que promueven mala información para generar un equilibrio de fuerzas. 

Hoy por hoy hay una sola realidad: un ejército de casi 200 mil soldados ha invadido un país que no lo ha atacado ni puede defenderse. Disparan a civiles, bombardean sus casas y destruyen la infraestructura para que nadie pueda vivir ahí o les cueste mucho reconstruirla. Como siempre, lo hacen en nombre de las causas más nobles, esas que cree cualquiera o se pueden escuchar en labios de Rafael Correa, el que deja que sus amigos roben. Sí, Correa, el cómico que anda contando chistes amargos en TikTok. 

En Estados Unidos quienes apoyan a Putin y están en contra de los ucranianos (que deben rendirse, que no son valientes, que ellos tienen la culpa, que nunca van a ganar) son Trump, los republicanos, los neo-Nazis y la ultra-derecha en general. El resto apoya al pequeño país, sin esconder sus propios errores, como el dejar que el neo-Nazismo haya crecido, pero sin olvidar tampoco que el presidente de Ucrania es judío (para desgracia de Putin).