lunes, 27 de octubre de 2014
viernes, 10 de octubre de 2014
El aislamiento político de Rafael Correa por los medios de comunicación de izquierda y derecha
Me refiero a la soledad política que ocurre dentro de su grupo inmediato y a nivel de los cuadros encargados de promover el programa político que él enarbola. Veamos.
promover el programa político que él enarbola. Veamos.
promover el programa político que él enarbola. Veamos.
Los medios públicos, en su gran mayoría dirigidos por quiteños centralistas (a los que llamo “longos” pero no confundo con los que entienden de qué va la cosa), sobre todo El Telégrafo, El Ciudadano y Ecuador TV, se caracterizan por nunca sacar información que hace de Correa una figura política compleja y versátil. En varias ocasiones he escuchado al presidente hablar con mucho cariño de los Estados Unidos, de sus habitantes, experiencia que tuvo como estudiante graduado en Illinois, previo a la obtención de su doctorado. “Quizá los años más felices de mi vida”, ha dicho en más de una ocasión. Sin embargo, ni un solo periodista, ni público ni privado, le ha pedido contar más de esta experiencia. No. Todos quieren un presidente que odie a los Estados Unidos porque buscar esa aberración justifica a sus “amigos” y enemigos. Veamos otro caso.
Ha tenido que ser un grupo pro-israelí extranjero el que haya dado la pauta balanceada, medida, ecuánime, de la posición de Correa en relación a Israel, un país y cultura a los que el presidente admira mucho y pone de ejemplo en varias ocasiones, sobre todo para ilustrar a un país y pueblo que ha sobrevivido siglos de persecusión y asesinato, pero tiene el nivel intelectual más alto del mundo. Nadie en Ecuador, ni de la derecha ni la izquierda, ha realzado o hecho hincapié en esto. No. Quieren un presidente que sólo hable contra los gobiernos "imperialistas" sin reparos en bemoles. Tanto la derecha como la izquierda buscan encerrar a un presidente que confunda gobierno con habitantes. Veamos otro ejemplo de este silenciamiento que sufre Correa a cargo de su propio círculo periodístico, encargado contradictoriamente de regar su mensaje.
En varias ocasiones, Correa ha atacado el centralismo y el regionalismo. En sus desplazamientos al interior del país se entera de cómo realmente marchan las cosas. Los guayaquileños conocemos esto muy bien, y él lo sabe perfectamente porque, siendo guayaquileño de cepa popular, ha sufrido en carne propia el centralismo y el burocratismo de primera mano. Lo ataca en sus enlaces y busca las reformas necesarias, dicta leyes, da órdenes. Pero, ¿cuándo han leído ustedes esto en los diarios públicos o privados? Nunca. Y lo peor: ¿Cuántas veces han visto que se apliquen las leyes contra el quiteño-centrismo? NUNCA. Si acaso se va la oficina central de FLOPEC, desplazada de Quito a Esmeraldas, por poner un ejemplo minúsculo: ¿Quiénes creen ustedes que se tienen con los puestos mejor pagados? ¿Los esmeraldeñoa? No. La camarilla burocrática dorada del centralismo. Así de sencillo. (Y anoto: las Fuerzas Armadas son la institución que mejor representa al centralismo/regionalismo andino, y es el hueso más duro de roer. Cero revolución ciudadana por ese lado). Así, es fácil que la imagen nacional e internacional de un presidente se deteriore dentro y fuera de casa porque ha sido encuadrada en un radicalismo que justifca a sus amigos y enemigos. Pero hablamos del rol de los medios de comunicación y de la política. Y en ambos casos nada, absolutamente es resultado del olvido o la ingenuidad. Siempre he sospechado que Correa es instrumento no sólo de la justa y necesaria modernización del Estado, sino también, en algunas instancias de la reafirmación de la corrupción y el subdesarrollo mental que aún caracteriza a la sociedad ecuatoriana, pero a cargo de lo que muchos llaman "los nuevos ricos". Una sociedad donde odiar está en el menú de todos los días.
En una explicación más casera de este silenciamiento al presidente, tanto de sus acólitos de izquierda y del centralismo como de la oposición de derecha (a la que llamo oposición sin cerebro), esto también se traduce en el acaparamiento de puestos claves del estado a cargo de oportunistas políticos y laborales: esos que están un día con la derecha y al día siguiente con la izquierda (y viceversa), un día atacan al gobierno y al día siguiente lo alaban (y viceversa). Por ejemplo, ver a un personaje tan funesto para el periodismo ecuatoriano (Rubén Darío Buitrón) realizar una pésima entrevista a nombre de El Ciudadano, confirma que -mientras Correa busca honestamente combatir la corrupción, la mentira y las diferencias sociales- las ratas y cucarachas se pasean “de la sala al comedor” (canción infantil).
Pedirle a estos mismos medios públicos y privados que extraigan lo mejor y menos conocido del presidente, su gusto por la pintura flamenca, por ejemplo (holandesa) es una utopía. Y así, hay tantos detalles que escapan a este punteado del fastidio...
En lo personal, si acaso se preguntan cuál es mi posición política, lo repito: soy de derecha, pero de una derecha con cerebro.
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