No deja de sorprenderme la poca cobertura de la prensa (tanto la corrukta como la gubernamental) a los viajes de Rafael Corera a EEUU y Europa. Su paso por Harvard y Yale fueron desde el inicio torpedeados por los diarios privados que resaltaron lo anecdótico de las preguntas sobre derechos humanos que algunos estudiantes le plantearon con la clara consigna de presionarlo en su posición de respaldo al presidente Maduro. Es obvio que, a este respecto, Correa no puede sino tratar de tomar distancia pero, al mismo tiempo, reconocer la exageración y manipulación informativa de la oposición venezolana, con un acaso tibio reconocimiento de que las fuerzas policiales son tan culpables en su represión como los violentos protestantes. Pero la prensa no publicó ni una sola palabra sobre la estructura de sus exposiciones, ningún debate sobre la pertinencia de sus declaraciones o las contradicciones que se experimentan al interior de los prosesos económicos y educativos de su gobierno. En otras palabras, la prensa ecuatoriana, se ha comportado como siempre: fundamentalmente mediocre, anti-profesional y desfazada de la realidad.
Pero ¿Qué interés tiene alguien en escuchar a/leer sobre un presidente que, a la postre, dirá lo mismo que viene diciendo en sus cadenas, enlaces y conversatorios? Se preguntarán algunos. Justamente eso: que NO es siempre lo mismo y que, a menudo, Correa desmonta las mentiras que le han endilgado y nadie vuelve más a hablar del tema. Pero las acusaciones falsas, menos sus aclaraciones, se almacenan en la mente de quienes no lo consideran un buen presidente. Y eso aflora en el momento de las elecciones, muchas veces con alguno que otro saborcillo local de clase media "emancipada", "crítica", como se demostró en la capital del centralismo (Quito).
Por ejemplo: en los medios, nadie comentó la importancia política, económica y educativa que representa para Ecuador que su presidente haya sido invitado a dar charlas, en medio de acuerdos sobre otros proyectos nacionales (no olvidar la reunión con empresarios de New York, incluído el gran Robert de Niro). Para información de los laicos: en EEUU se cree muy poco en lo que dicen los diarios ecuatorianos cuanto los de EEUU, pues la del norte es una prensa más democrática y menos aliada con los grupos financieros, al menos en la administración de sus noticias. Y es importante la visita de Correa porque, cuando aparece en un programa como el del entrevistador Charlie Rose, se trata de un reconocimiento a su persona y una excelente oportunidad para escuchar su versión de las cosas in situ. Es un aval a su imagen y la seriedad de su trabajo. No es el chabacanismo de Chávez en sus interminables peroratas y tampoco Daniel Ortega, cuyo patrimonio personal y familiar ha crecido tremendamente, en medio de un caos de corrupción, tampoco otros controversiales gobiernos de centro-izquierda.
Correa es percibido como un presidente serio, responsable y sincero. De hecho, hasta ahora las quejas sobre él propiamente se sintetizan en que a muchos no les gusta su sonrisa, o que "insulte", olvidando que se trata de respuestas a ataques previos, públicos y desvergonzados de la oposición (y, como dice él, si a otros les gusta que los insulten y se quedan callados, ese no es su problema).
Creo que la mejor intervención de todas fue la de Universidad de Barcelona, cuando recibió el título de Doctor Honoris Causa. Aunque muy larga, allí desarrolló algunas ideas sobre educación, la oposición política vs vida académica como paralela a la dicotomía verdad/mentira, y rindió homenaje también al gran Serrat. La prensa tampoco hizo hincapié en un dato menor pero significativo: la invitación a mujeres ecuatorianas encargadas de la limpieza del hotel en el que se hospedó, junto a estudiantes becados, como reconocimiento al aporte económico de los inmigrantes, que fueron quienes sostuvieron la economía de Ecuador en los duros años de la crisis, aquella época de asalto de los Iasías y sus políticos al bolsillo del cuentahorrista.
No deja de sorprenderme que no cubran las salidas de Correa al extranjero, ni en noticias ni en editoriales, de una manera equilibrada y necesaria . En un país como Ecuador, el palanqueo, la ceguera, el odio y la corrupción pueden más que la sensatez y la preparación académica. Y a veces tratar de hacer lo mejor es remar contra la corriente. No todo es oro, es sabido, pero estamos mucho mejor que antes, aunque no los de siempre. Por ahora, me queda la inquietud de ofrecer un Seminario, posiblemente en mi universidad de SUNY, sobre Correa, su administración y el contexto político que lo hizo aparecer en escena. Es algo que interes mucho en el norte.
pd: No soy un favorecido de Correa, muy por el contrario; pero no se trata de odiar o alabar.