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Introducción
1La doctora Asunción Lavrin es profesora emérita del departamento de Historia de Arizona State University. Nacida en Cuba, realizó sus estudios de posgrado en Estados Unidos en la Universidad de Harvard, y en 1963 concluyó su doctorado con la tesis “Religious Life of Mexican Women in the Eighteenth Century”. A partir de entonces ha investigado múltiples intereses alrededor de la historia de la mujer mexicana, y latinoamericana en el período virreinal y del siglo XX respectivamente. Ha sido defensora del género literario testimonial femenino, y ha escrito varios trabajos historiográficos sobre la mujer en América Latina. Durante el período 2001-2002 ocupó el cargo de presidente de la Conferencia sobre Historia Latinoamericana (CLAH), y recibió la beca John Simon Guggenheim, 2002-2003. En noviembre 2011 fue electa miembro corresponsal de la Academia Mexicana de la Historia.
2Fue la primera mujer en dar una conferencia magistral en un Congreso Internacional Americanista, el realizado en Quito en 1997. Ha escrito numerosos artículos y capítulos de libros en inglés y español. Es autora, coordinadora, y co-editora de varias obras entre las que se pueden citar: Latin American Women: Historical Perspectivas; Sexuality and Marriage in Colonial Latin America; Women. Feminism and Social Change: Argentina, Chile and Uruguay 1890-1940; Monjas y beatas: la escritura femenina en la espiritualidad barroca novohispana, siglos XVII y XVIII; Diálogos espirituales. Manuscritos femeninos hispanoamericanos, siglos XVI-XIX; Brides of Christ. Coventual Life in Colonial México.
- 1 Entrevista realizada el 27 de agosto de 2011 en la ciudad de Guanajuato, Gto., (México). Agradezco(...)
3Con motivo de las IX Jornadas de Historia, la Universidad de Guanajuato organizó un coloquio dedicado al tema “Fiestas, devociones y religiosidad en Nueva España” donde participaron destacados académicos. Entre ellos se contó con la presencia de la Dra. Asunción Lavrin quien amablemente aceptó la invitación a compartirnos sus vivencias personales y reflexiones historiográficas sobre su trayectoria intelectual[1].
Entrevista
4Rafael Castañeda: Quiero comenzar esta entrevista pidiéndole que contextualice de qué manera se interesó por el estudio de la mujer y cuáles fueron las preguntas que desde la academia se hacían en aquel entonces respecto a este tema.
- 2 Robert Padden escribió varios libros en la década de 1960, la mayoría sobre México:The Hummingbir (...)
- 3 Antes de 1960 la historiadora Josefina Muriel había publicado dos libros sobre el tema: Conventos (...)
5Asunción Lavrin: Me interesé en el tema de la mujer desde que llegué a la escuela de posgrado. Mi preparación anterior había sido muy clásica pero cuando ingresé a la academia en los Estados Unidos, por una razón que no te puedo explicar porque no soy muy religiosa, me atrajo el estudio de la Iglesia, como institución. En ese entonces el profesor Robert Padden de la Universidad de California, Berkeley,[2] me sugirió realizar una investigación sobre monjas debido a que en ese momento sólo existían los textos de la historiadora Josefina Muriel.[3] Así que acepté la invitación y vine a México por primera vez, creo que en 1961, y me adentré en el estudio de la historia de la mujer sin un sentido feminista. Cuando concluí mi doctorado me casé y empecé a tener a mi familia, siempre consideré que mi familia y matrimonio eran prioridad y mi carrera después, sin embargo no iba a sacrificar la profesión; se podían manejar ambas.
6A principios de la década de los setenta, se inició en los Estados Unidos el análisis académico sobre la mujer para rehabilitar su memoria dentro de la historia y me fascinó ese nuevo ángulo. Claro, al abordar el tema sobre monjas cualquiera pensaría que se trataba sólo de mujeres enclaustradas, sin embargo, representaban también parte del acervo femenino, ya que muchas de ellas fueron intelectuales que dejaron una gran huella en la historia. Así que el tema no me inhibió porque estaba aprendiendo sobre la historia de la mujer, con especialistas del más alto nivel.
7Asistí a conferencias y a algunos congresos donde empecé a participar con todas las mujeres de avanzada, que también investigaban sobre el tema y me di cuenta que era necesario promover estos estudios sobre la mujer no sólo en México sino en Hispanoamérica, porque había pocas investigaciones al respecto. Tres o cuatro años después me convertí en una de esas mujeres especialistas dentro del escenario norteamericano.
8Desde entonces, ese ha sido mi papel y me han llamado pionera en el ámbito académico norteamericano e hispanoamericano, al abrir nuevos cauces históricos sobre el tema. En los años setenta no había casi nada académico, sólo historias de heroínas pero yo no me dedique a elogiar a las heroínas ni a las madres de la patria. Había que estudiar a la mujer común y corriente dentro de su medio, como persona y personaje histórico, tanto en la época colonial como en los siglos XIX y XX. A partir de ese momento se abrió el camino que he seguido.
9RC: ¿Podría explicar la diferencia entre estudios de género y estudios de la mujer, o es lo mismo?
10AL: No, no es lo mismo. La historia de la mujer se inicio con lo que llamaban de compensación, compensar la falta de la presencia femenina, y había que crear los fundamentos del conocimiento de la mujer per se. En los ochenta, destacados críticos, apoyados en una amplia bibliografía e importantes acervos históricos, demostraron que la historia de la mujer yacía en un vacío y como ente social había también que estudiar el género para saber cómo la sociedad designaba a los individuos un determinado rol. El género se refiere al modo en qué la sociedad condiciona y permite o no permite, restringe a veces, la expresión del ser biológico. Porque una mujer puede nacer mujer pero no necesariamente responder a su ser biológico, lo mismo puede suceder con un hombre. Un niño o una niña tienen toda una serie de presiones sociales que los van encaminando hacía un ser femenino o masculino, y es precisamente eso lo que la historia de género se dispuso a realizar. Ver la formación de una identidad como producto del condicionamiento social.
- 4 Sobre este tema véase: Asunción Lavrin, “Género e Historia: Una conjunción a finales del siglo XX”(...)
11La historia de la mujer y la historia del género son dos formas complementarias; sin haber echado los fundamentos de la historia de la mujer no hubiera podido haber historia de género. Por ello, hoy en día se hacen estudios de género de la masculinidad en forma paralela a los de la mujer y la feminidad, si bien la historia siempre ha dado cuenta del hombre por haber sido su único protagonista.[4]
12RC: Usted se ha interesado sobre la mujer en el ámbito conventual, su espiritualidad a través de los escritos de monjas. Nos puede decir los tipos de manuscritos o literatura monacal qué existen y ¿cuál son sus características como fuente para entender la religiosidad de las mujeres enclaustradas?
- 5 México, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Pueb (...)
13AL: Recomiendo a los estudiantes que lean un libro que coedité con Rosalva Loreto, que se llama Diálogos espirituales. Manuscritos femeninos hispanoamericanos, siglos XVI-XIX,[5] porque ahí hay un abanico de fuentes no solamente mexicanas sino de toda Hispanoamérica. Además de Sor Juana, de quien no me ocupo mucho porque hay centenares de personas estudiándola, hay que tomar en cuenta que las monjas fueron de las pocas mujeres cultas que podían escribir y leer libros en el período virreinal. Muchas de ellas escribían sobre sus necesidades espirituales, con la anuencia y, en ocasiones, a petición de sus confesores o directores espirituales, quienes deseaban conocer cuál era su proceso religioso y asegurarse que no fueran engañadas por el demonio o que pensaran herejías. A esos escritos se les llaman escritos de mandato.
14Ahora, cuando una monja escribe lo que siente, estamos ante un proceso de creatividad y, eso es lo que quiero subrayar, una mujer con pluma y papel se convierte en escritora. El tema era personal y, a veces, de género menor porque esa no es su tradición ni su formación, aunque desde la Edad Media, las mujeres comenzaron a escribir sobre temas religiosos; era lo más natural, algunas incluso, se entrenaron en el arte epistolar porque era la única forma de comunicarse.
15En el siglo XVI, en España, algunas mujeres comenzaron a escribir novelas; en el período virreinal, en Perú, hubo algunas mujeres poetas; en la Nueva España, algunas otras estudiaron poesía, pero todo era de “puerta adentro”. Las monjas sólo escribían para su núcleo, salvo, Sor Juana, que fue una mujer excepcional que logró publicar sus escritos. Es este proceso de creatividad en el cual la persona vuelca todo su mundo interior sobre el papel, el que otorga a los historiadores la oportunidad de conocer su personalidad. Para valorar su mundo, es importante conocer lo que era la religiosidad del momento, debido a que las monjas muestran ese otro matiz de la espiritualidad femenina, ya que siempre se hablaba de la religiosidad de los grandes maestros espirituales: Fray Luis de Granada o Fray Luis de León, y Santa Teresa.
16En el siglo XVII, se le dio tanto a la mujer española como a la virreinal, la oportunidad de escribir. Los confesores se preocupaban de lo que podían pensar las monjas, por lo que se les otorgó la libertad de expresarse y, a veces, se sorprendían de su vida interior y se volvían adeptos a sus escritos y las protegían. En España se publicaban los manuscritos de monjas o se utilizaban como fuentes informativas para escribir las biografías de esas grandes mujeres.
17Por ejemplo, Sigüenza y Góngora en México recopiló las biografías de monjas ejemplares escritas por religiosas y las incorporó en su libro Parayso Occidental. Otro ejemplo de escritura y creatividad femenina, además de Sor Juana, fue también Sor María Anna Águeda de San Ignacio, en Puebla, quien en el siglo XVIII logró el apoyo del obispo de esa ciudad para publicar sus manuscritos que eran de carácter didáctico-religioso y devocional.
18Cuando se estudian los textos monacales no se debe esperar que sean textos literarios sino más bien historias comunes que las monjas hacían dentro de un ámbito místico-acético, usualmente están hablando de sus raptos, de sus arrobos, lo cual tendría que analizarse bajo otra perspectiva porque hoy, en pleno siglo XXI, existen muchas dudas sobre este tipo de experiencia. Supongamos que ellas sí creyeron que estaban hablando con Dios, se tendría que analizar la forma en que escriben, si usan el diálogo o la forma epistolar, el cariz de su mensaje, y usar esos documentos para tratar de comprender su mundo.
- 6 Brides of Christ. Coventual Life in Colonial México, Stanford, California, Stanford University Pres (...)
19Precisamente, ahora estudio un epistolario que me permite ver el mundo espiritual de una clarisa queretana. A veces, los escritos semanales de las monjas conformaban un libro al mes y éste constituía un volumen, en él se registraba toda su vida espiritual durante un año, al tiempo que el texto proporcionaba datos históricos sobre su convivencia cotidiana, y esa ha sido mi intención en mi último libro Brides of Christ,[6] que espero se publique en México en el futuro, cuyo propósito es analizar el mundo conventual tal y como ellas lo vivieron. En él se mezclan diversas metodologías, fuentes económicas y conventuales, crónicas de conventos. De hecho, el último capítulo del libro se basa en textos de monjas mexicanas, de los cuales he escogido unos ocho o diez, pero hay muchos más por descubrirse.
- 7 Lincoln, Nebraska, University of Nebraska Press, 1989, 349 p. La edición en español se publicó en (...)
20RC: Cambiemos la temática de la entrevista, vayamos de las mujeres enclaustradas a un tema más profano como el de la sexualidad, en 1989, coordinó el libro Sexuality and Marriage in Colonial Latin America.[7] A partir de esta experiencia, ¿qué nos puede decir sobre el concepto de sexualidad para las sociedades de antiguo régimen?
21AL: Se trata de un estudio sobre el comportamiento sexual-social del individuo, no es una cuestión meramente biológica sino cómo la sociedad conforma esta actitud en los hombres y mujeres, las restricciones que les imponen y las formas en que se rompe esa sexualidad. Hoy en día el lesbianismo y la homosexualidad también son formas aceptadas de sexualidad, lo que significa que no hay una sexualidad unívoca, hay formas de comportamiento que son mucho más amplias y, al mismo tiempo, es interesante saber cómo reacciona la sociedad con respecto a esas formas de expresión biológica-cultural. La sexualidad también es la base de la familia y, en ese sentido, siempre ha habido una regulación implícita, lo único es que antes no se le llamaba por su nombre.
- 8 Asunción Lavrin, “Intimidades”, en Alain Musset y Thomas Calvo, editores, Des Indies Occidentales (...)
22Precisamente mi interés por publicar ese libro se debió a que en México, particular, y en Hispanoamérica, en general, no había referencia alguna sobre el tema, por lo que realicé una colaboración colectiva, en la cual diversos colegas aportaron lo que sabían sobre varias regiones y épocas, fue una obra que disfruté mucho porque después de lidiar tanto con monjas y cuestiones piadosas, ver el otro lado de la cara de la luna fue para mi un descubrimiento tremendo. Junto al conocimiento de la sexualidad está el de la intimidad social, en ese sentido escribí un artículo que se llama “Intimidades”,[8] que da la posibilidad de hacer una historia sobre la intimidad de un hombre y una mujer en el hogar, la forma de cómo se manifiesta el amor, su despliegue en gestos y la manera de conducirse unos con otros, así como hasta qué punto la vida intima de una pareja está vigilada y controlada desde el exterior, y qué espacios tiene una pareja para expresar su relación.
23Así que existen muchas formas de aproximarse a la sexualidad, un tema, que llama la atención precisamente porque las personas hoy en día están muy interesadas en ese aspecto de la vida, lo que nos lleva a la búsqueda de una nueva metodología para poder comprender el comportamiento de las personas.
24RC: También se ha insertado en el estudio de la masculinidad, y el uso de su cuerpo, podría exponernos, ¿cuál es la perspectiva de sus estudios y qué nos pueden decir sobre la mentalidad de aquellos hombres y su sociedad?
25AL: Investigo sobres las presiones sociales, educacionales y culturales, que conducen al ser biológico masculino a actuar como un hombre dentro de la sociedad. Claro que un hombre en Nueva Guinea, en Polonia, en Bolivia, en cualquier momento de su historia, son muy diferentes unos de otros. En el estudio de la masculinidad se trata de hallar el origen de lo qué son esas presiones culturales y cómo la conforman, ¿cuántas posibilidades de expresarse tiene un ser biológicamente masculino de ser aceptado como tal dentro de su época? Dentro de la historiografía colonial esta aproximación se podría aplicar a todos los hombres, pero específicamente elegí el mundo de los frailes de las órdenes mendicantes. Todos los frailes fueron niños que se educaron de acuerdo con la sensibilidad de su época, sin embargo, no escogieron ser caballeros, letrados u hombres de armas, eligieron la religión porque les ofrecía una forma de ser diferentes pero aceptables dentro de su contexto.
26Las preguntas que me hago son: ¿qué cosa es ser un hombre religioso, un individuo que nunca ha perdido su hombría, que es respetado y su formación es aceptada, pero que es diferente a una persona letrada, a un soldado, a un príncipe o aristócrata. ¿Cuál es la masculinidad especifica de esos grupos? ¿Pero también cuál es la masculinidad en general de una época? Es una forma nueva de estudiar al hombre dentro de su devenir, no como una persona que ha hecho historia sino sobre su formación específica a una época y a una clase social; esos son valores culturales de los que estoy hablando.
- 9 Asunción Lavrín, “La construcción de la niñez en la vida religiosa. El caso novohispano”, en Pablo (...)
27RC: En este mismo tenor, quisiera que abordara el tema de la construcción de la niñez en la vida religiosa, sobre lo cual usted tiene un artículo.[9] ¿Existe una moral de la niñez? ¿O cuáles son los mensajes qué manda la iglesia sobre la espiritualidad de estos infantes?
28AL: La niñez es un tema metodológicamente nuevo. Hace veinte o treinta años nadie pensaba que los niños tenían historia, pero los historiadores sociales se han dado cuenta que existe un período muy importante de la vida, que es la infancia. Los niños no tienen voz ni voluntad propia, entonces, ¿cómo hacerlos sujetos de la historia? Se comenzó en Europa con el estudio de la educación, de la expectativa de vida, métodos de crianza, y otras modalidades sociales, pero hoy en día el análisis de la niñez se ha centrado en cómo la sociedad trata de formar a los niños, en definir su masculinidad o feminidad, y sobre cómo son recibidas las doctrinas morales y espirituales. En realidad no hay una moralidad de la niñez porque ésta la aplican los adultos a los niños, ya que son dúctiles y flexibles. Tu pregunta se refiere a la formación moral de la niñez, la cual ha estado a cargo de la religión, cuyas normas éticas de comportamiento se han traducido en leyes civiles.
29Específicamente, me dediqué a buscar datos sobre la niñezsanta porque me interesaba estudiar la masculinidad de un cierto tipo de hombres. ¿Hasta qué punto un niño de siete u ocho años puede tener un futuro religioso o no? ¿Cómo se percataba en ese momento de su vida, si tenía o no vocación, cómo se diferenciaba la educación de un niño cuando comenzaba a delinearse la diferencia entre infancia, niñez y pubertad?
30Un hombre en la edad moderna temprana, tenía que decidir su rol en la sociedad entre los siete y los quince años de edad. En varias ocasiones su futuro está predeterminado por la falta de opciones, como por ejemplo, un campesino aprendía lo que su padre le enseñaba y comenzaba a trabajar en el campo. Por otro lado, la educación de los hombres en la época pre moderna es un tópico que no ha recibido mucha atención, incluso se ha analizado más la educación femenina, precisamente por el auge que recibió la historia de la mujer. Pero necesitamos preguntarnos sobre los factores que conforman a un hombre para que sea aceptado dentro de su sociedad.
31Lo que he visto hasta el momento es una base moral similar para todos, sin embargo, cuando llega la edad de tomar una decisión, la persona que ha pensado tener una enseñanza religiosa decide si ingresa o no a una orden eclesiástica. Esto es lo que llamamos una niñez santa, las memorias que un adulto tiene respecto al despertar de su vocación religiosa, una especia de reconstrucción hagiográfica con perspectiva de su niñez, pero hay que tener cuidado con estos datos porque la persona siempre se verá como quiere verse y no necesariamente como es. Estos escritos representan una fuente, pero hay otros, como los libros de instrucción y moralidad que siempre tienen definiciones de lo que un hombre puede hacer, de lo bueno y de lo malo, de cómo se encamina el hombre hacía la realización de su masculinidad y de su aceptación como tal.
32En realidad mi interés sobre la niñez fue averiguar cuándo un individuo reflexiona sobre su vida, cómo hace retroactiva su personalidad religiosa de sus años infantiles. Las otras fuentes son las crónicas religiosas que se refieren a los niños, de las cuales hay muy pocos datos que puedan informar de su formación moral.
- 10 Véase Asunción Lavrin, Mujeres, feminismo y cambio social en Argentina, Chile y Uruguay 1890-1940,(...)
33RC: Usted ha estudiado a la mujer en las sociedades de antiguo régimen para México, y contemporánea para Chile, Argentina y Uruguay,[10] ¿Qué enfoques metodológicos recomendaría a los estudiantes que se interesan por estos temas? Y cuando se analiza una sociedad contemporánea, ¿en qué medida esta metodología debe ser modificada?
34AL: La metodología para la historia del período moderno, premoderno o colonial porque la gente ya no quiere usar esa palabra, virreinal si quieres, es esencialmente una investigación de archivo, porque hay mucha distancia de la época. Primero, se tiene que fundamentar la base histórica. Las mujeres tenían un lugar muy restringido, muy bien definido dentro de la sociedad y las preguntas que se pueden plantear deben estar a la par con la actitud mental de ese momento. No se le puede pedir a una mujer del siglo XVII que tenga un discurso feminista como en el siglo XX. En ese sentido, el desafío para comprender una mentalidad de la época virreinal es mucho más difícil que la del siglo XX, porque aún estamos conectados con el siglo XX; nosotras nacimos en el siglo pasado y tenemos abuelas casi del siglo XIX.
35La historia de la mujer en el siglo XIX y XX ya tiene otras fuentes que la enriquecen y aunque el uso de archivos es menos importante -lo cual no quiere decir que se dejan de utilizar- existen nuevas fuentes: documentos que emiten instituciones gubernamentales nacionales e internacionales, revistas, libros. Es decir, es mucho más complicado hacer una historia de la mujer en el siglo XX que del siglo XVI, en el sentido que hay que consultar más información. Por otra parte, hoy estamos más cerca de lo que es la sensibilidad y actitudes del siglo XX; cuando digo sensibilidad me refiero al conjunto de emociones y fuerzas intelectuales que actúan sobre el individuo. En cuanto a la metodología, es bastante compleja porque tenemos la intrusión de varias disciplinas, los historiadores ya no son únicamente especialistas en historia sino con conocimientos de sociología, psicología, economía e historia cultural.
36Hay que poner a los actores de la historia dentro de su ámbito cultural, y la cultura es algo difícil de definir. La historia cultural también es otra parte de la metodología. Esto es, el estudioso del siglo XX y por supuesto el historiador de la época premoderna tiene que darse cuenta que no es simplemente historiador, tiene que afinar su sensibilidad, tratar de ver otras conexiones que puede tener la protagonista con su medio ambiente, porque tanto la mujer como el hombre en el siglo XX están bajo la presión de intereses económicos y sociales y tienen muchas más opciones en la vida. En la sociedad contemporánea la formación de la mujer y del hombre está más entretejida entre sí, porque en la época virreinal ella tenía una línea de conducta, o era ama de casa o se dedicaba a la religión. La metodología entonces tiene que ser amplia para acomodar visiones más allá del relato de los hechos y, desde luego, la interpretación siempre tiene que estar sujeta a su contexto social. Por ello, no se puede juzgar a una persona de 1950 con la mentalidad de 2011, eso no le hace justicia a la historia ni a la persona.
37Finalmente, hoy en día tenemos nuevas preguntas. Hace 30 o 40 años se hacían cuestionamientos respecto a la educación de la mujer y cuáles eran sus opciones en la vida. Actualmente las preguntas van más allá, por ejemplo, la cuestión de las actitudes sexuales que nadie se preguntaba en 1950 y que era un tabú. Hoy en día nos estamos adentrando en la vida privada para ver cómo se reflejaba en la vida social de las personas. Lo que queremos es simplemente adentrarnos un poco más en el sujeto en estudio.
38RC: Sobre la cuestión historiográfica nace la última pregunta ¿Cuál debería ser el futuro de los estudios de la mujer y del hombre? ¿Qué temas o preguntas están esperando respuestas?
39AL: No se puede hacer una separación nítida, por eso están los estudios genéricos. Creo que la generación de estudiantes mexicanos de hoy está mucho más apercibida de las corrientes intelectuales y de la historia, así que veo cierta inclinación muy seria para hacer estudios de la mujer y del hombre en general.
40No se puede hacer una historia de la mujer sin relacionarla con los hombres, con su familia, su matrimonio y su religión. Tampoco se debe hacer una historia del hombre como un ser alejado de una vida personal, matrimonial, emotiva. Eso es lo que hacía la historia política, era una historia de un ser masculino, con una gran expresión de su autoridad, desvinculado de su entorno familiar. Para validar una biografía masculina es esencial colocar al hombre dentro un ambiente que lo relacione con el otro género, con su madre, con sus hermanas, con sus novias, con sus esposas, con las mujeres. En la actualidad una biografía de un político requiere conocer si es un hombre abierto a la potencialidad de la mujer dentro de nuestro ámbito.
41Así que sugiero para el futuro una historia que sea más completa desde el punto de vista de géneros, tanto secular como religiosa. Por ejemplo, cuando estudié la historia del feminismo en Sudamérica, siempre me referí a los hombres que impulsaron a las mujeres, ya que sin ellos, las mujeres no habrían podido adelantar sus programas porque necesitaban su apoyo en el poder. En su discurso feminista, reflejado en periódicos y revistas, muchos hombres estuvieron a favor del voto, del divorcio y de la integración de la mujer en la economía. Igualmente, hoy en día, cualquier tema de la historia secular tanto virreinal como la historia republicana de México tiene que tener la sensibilidad para recoger una historia global y cultural dentro de la cual se considere al hombre en constante diálogo con la sociedad y con el otro sexo.
42En cuanto a las temáticas que esperan, yo me siento un poco humilde en sugerir que problemáticas abordar, pero creo que una historia cultural sobre la masculinidad en México, que analice el militarismo podría arrojar qué tipo de formación cultural o social ha influido en la formación política de un hombre mandatario. Eso sería un tema en el cual el asunto de la masculinidad se incorporaría, no simplemente sobre los resortes políticos de los que se valió para hacerse un líder político, sino analizar la cultura que le ha permitido a ese hombre formarse como mandatario y lograr el apoyo como tal, así como cuáles son aquellos temas que un político tiene en su repertorio que refuerzan su personalidad, lo hacen ver ante el electorado como un hombre líder. Eso sería una nueva forma de ver a un hombre.
43En cuanto a la historia de las mujeres, hay muchos temas por explorar, además de su integración en la economía, del estudio de las fuerzas sociales y culturales que la conforman y que la dividen, no tanto en clases sino en actitudes. También investigar cómo persisten algunos valores culturales de antaño expresados aún hoy en día. Por ejemplo, la atracción física de la mujer cómo se expresa en mujeres que son líderes; la maternidad como tal, hay mujeres políticas que apelan a la maternidad en su rol político porque encuentran resonancia de ese tema dentro de un electorado; o veamos cómo la imagen de la mujer es presentada en la televisión, en los periódicos y revistas, en los anuncios. Todo eso es parte de una visión femenina, y qué tipo de mujer se representa allí, y cómo ésta se supone moderna o está en contraste con una campesina o con una trabajadora; hay una discrepancia tremenda entre los medios de comunicación y la realidad de la mujer mexicana.
44Eso sería la temática. Ahora el tema esta dentro de la mentalidad de cada persona, creo que en la formación histórica de los jóvenes, le corresponde a los formadores académicos dar al estudiante una idea de la amplitud metodológica y de la variedad de temas que deben escoger, que no traten de preformar al alumno a seguir fórmulas habituales de investigar, sino que pregunten, que cuestionen cosas que aparentemente son obvias, por ejemplo, cómo se representa hoy a la mujer mexicana, cuál es la discrepancia entre lo qué es una representación y lo que es una realidad.
45Igualmente, está como tema el machismo mexicano, pienso que el machismo existe donde quiera, ¿hay de verdad un macho mexicano? Dudo mucho que la mayor parte de los hombres modernos, jóvenes y estudiantes se vean como parte de esa tipología. Como te digo, esa es una pregunta, la más difícil quizás que me has hecho, porque la temática es tan amplia como el horizonte, lo único que es importante es tener una mente abierta a todo.
Notas
[1] Entrevista realizada el 27 de agosto de 2011 en la ciudad de Guanajuato, Gto., (México). Agradezco a Gloria Guarneros su colaboración en el proceso de edición.
[2] Robert Padden escribió varios libros en la década de 1960, la mayoría sobre México: The Hummingbird and the Hawk: Conquest and Sovereignty in the Valley of Mexico, 1503-1541; The Colonial Church in New Spain: Era of Establishment;Eclesiastical Conflict in New Spain, 1553-1574; y Cultural Change and Military Resistance in Araucanian Chile, 1550-1730, entre otros.
[3] Antes de 1960 la historiadora Josefina Muriel había publicado dos libros sobre el tema: Conventos de monjas en la Nueva España, México, Santiago, 1946; 553 p. y Retratos de monjas, México, Banco Industrial de Jalisco, 1952, 227 p.
[4] Sobre este tema véase: Asunción Lavrin, “Género e Historia: Una conjunción a finales del siglo XX”, en Memorias, 49° Congreso Internacional de Americanistas,Quito, Secretaría General 49° ICA, Pontificia Universidad Católica del Ecuador, y Ediciones Abya-Yala, 1997, p. 57-90.
[5] México, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla – Universidad de las Américas, Puebla, 2006.
[6] Brides of Christ. Coventual Life in Colonial México, Stanford, California, Stanford University Press, 2008.
[7] Lincoln, Nebraska, University of Nebraska Press, 1989, 349 p. La edición en español se publicó en México en 1990 por la editorial Grijalbo y coeditado por el Consejo Nacional Para la Cultura y las Artes. Un trabajo más reciente sobre este mismo tema es: “La sexualidad y las normas de la moral sexual”, en Antonio Rubial, coordinador, Historia de la vida cotidiana en México II, La ciudad Barroca,México, Fondo de Cultura Económica – El Colegio de México, 2005, p. 489-517, ISBN: 968-16-6830-8
[8] Asunción Lavrin, “Intimidades”, en Alain Musset y Thomas Calvo, editores,Des Indies Occidentales à l’Amerique Latina à Jean-Pierre Berthe, vol. 1, París, Fontenay/Saint-Cloud, CEMCA, 1997, p. 195-218.
[9] Asunción Lavrín, “La construcción de la niñez en la vida religiosa. El caso novohispano”, en Pablo Rodrigo Jiménez y María Emma Manarelli, coordinadores,Historia de la infancia en América Latina, Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2007, p. 123-144.
[10] Véase Asunción Lavrin, Mujeres, feminismo y cambio social en Argentina, Chile y Uruguay 1890-1940, Santiago de Chile, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2005.