Hace algunos meses le envié un trabajito medio informal sobre la cultura negra en la Costa de Ecuador, con fotos y todo, a Augusto Rodríguez (para su "Quirófano"), y me dice que no lo puede publicar "porque es muy largo". Ese mismo ensayo, se suponía, debía salir en el segundo número de LiLí/teratura, una revista que organizó el gordo Nieto en México, pero asumo que el segundo número nunca salió (al estilo Sicoseo) o, simplemente, el gordo rehúsa contestarme para no darme la infausta noticia de que mi ensayito prieto no saldrá. Ya van dos rechazos por ese lado, hasta ahora.
De regreso a Estados Unidos, me vine con la consigna de recopilar algunos ensayos de profesores de acá para presentarlos a la revista Forum de la UEES. En realidad, esta iniciativa personal (compartida con Xavier Quintero, un buen colega y amigo) obedecía a mi interés por promover tanto la UEES acá, vías publicación, pues me recibieron muy bien en nuestra primera experiencia (taller de escritura policíaca) y me gusta ser recíproco, como para buscar nexos entre las universidades del norte y la de Guayaquil. Hoy me entero de que los espléndidos ensayos enviados por Humberto Robles (alguien que ha hecho mucho por nuestra cultura e intelectualmente está muy por encima de alguna gente que funge de "editor" de revistas) han sido rechazados porque no usan el método APA (sino el MLA). Al respecto debo anotar, pues parece que el provincianismo es excusa hasta de quienes se creen "cosmopolitas" o filósofos de cafetín, que el MLA es el sistema que más simplifica la presentación de un pensamiento, y el APA el que más lo retrasa. El MLA se usa en EEUU en Literatura, Lenguas Extranjeras y otros campos, el APA cada vez menos, por engorroso y pretencioso, porque detiene la fluidez de la lectura. Finalmente, si se trata de un cambio de APA a MLA,s e lo hace pronto, sin problema. Debo añadir que tanto en México, como en Chile y Argentina, el MLA es el método que se impone. ¿En Europa? No sé, y la verdad Europa me importa muy poco para estos asuntos, pues aún dicen en 1.000 páginas lo que los gringos dicen con brillantez y extraordinario espíritu sintético en 100, o menos. Pero sigamos con estos avatares.
Cuento, además, que tengo en mano tres ensayos escritos (inéditos) por una lumbrera intelectual, desconocido o, debería enfatizar, ignorado en Ecuador: Oswaldo Benavides, guayaquileño Coordinador del Programa de Maestría en Antropología de la U. de Fordham, en NYC (Ph. D. por el CUNY y entrevistado en mi "El águila bajo el sol"). Me gustaría publicarlos en algún lugar y acabo de tocar las puertas de una persona que quizá se interese por ellos. Veremos qué ocurre en las próximas semanas. Con lo acontecido con los ensayos de Robles, ni para qué insistir nuevamente con la mediocridad enquistada entre el dinero, el poder y el oportunismo, pues los empleados privados con mentalidad burocrática también tienen sus rencorcitos, sus bajezas morales y éticas disfrazadas de "razones metodológicas".
De todos modos y para no claudicar ante dicha mediocridad, principal enemigo del conocimiento en Guayaquil, con Xavier hemos pensado en una alternativa, pero eso es aún un asunto que está en veremos. Así que mejor no hablar sobre deseos, peor planes.
Ya en lo estrictamente personal, debo recordarme dos cosas, para terminar con un poco de ánimo este recuento sobre querer que se publiquen trabajos de otros y míos: 1- Que el CEN me ha apoyado desde que conozco a su directora, la Lcda. Susana Cepeda, y todo ha sido muy bueno para mí (Susana es también "gringa", por suerte) en asuntos publicaciones y otras experiencia de enseñanza con ellos; 2- Que, aunque no soy del grupo de sus mimados, diario El Universo, a través de algunos de sus miembros (incluído mi querido Conde Martillo), me ha abierto las puertas para acolitar noticias literarias. Y sería injusto y estúpido no agradecerles públicamente, aunque discrepe en mucho con el trabajo paupérrimo que en asunto editorial hizo el funesto ex-editor Emilio Palacio. Pero El Universo debe saber que, cuando las papas quemen de verdad, estaré a su lado, porque traidor nunca he sido y no lo seré ahora. De manera simultánea, por asuntos que la pequeñez humana ha impuesto en una instancia de la Subsecretaría de Cultura en Guayaquil, así como el espítiru inefable, por decir lo menos, de la Sección Cultural de El Telégrafo (excepción del joven Medina), anoto que ahí las puertas están cerradas para mí.
Para terminar, agradezco públicamente las dos páginas que de manera tan desprendida Ileana Matamoros me dio en la última edición de la revista SoHo, en la Sección ''Me acuerdo...". Si pudiera encontrar en algunos apertura para publicar lo de otros, tanto como la que he encontrado en los medios que anoto arriba, sería, sin duda, una persona felíz. Pero la felicidad es algo por lo que se lucha. Así que veremos cómo rueda el agua en el futuro.