sábado, 9 de marzo de 2024

Una guerra que Ecuador sigue perdiendo

 




Como muchos lo veían venir, mientras no haya una política global contra la delincuencia, ésta seguirá reinando en Guayaquil y Ecuador. El siempre aludido aunque "secreto" Plan Fénix de Noboa, ha servido de muy poco para la ciudadanía, que del escándalo y temor a la violencia ha pasado al silencio a aceptación de la extorsión y los secuestros. Sin embargo, ha permitido que los delincuentes prioricen otras plataformas de trabajo y recuperen por un lado lo que perdieron por otro. Veamos qué ha ocurrido en realidad luego del tan promocionado, y ya común, desfile de militares por las calles y carreteras del país, dizque que combatiendo el crimen.

Pasado el muy bien publicitado despliegue militar y las injustificadas, precipitadas y siempre ingenuas alabanzas a los que nunca han logrado nada, es hora de ver la realidad: entre Enero y Febrero en Guayaquil hubo más de 3.600 robos de autos. ¿Cómo se explica este número fantástico? Porque no se registró otro tipo de crímenes por el toque de queda y el repliegue de las fuerzas del bajo mundo. En ese mismo período, se esfumaron los líderes de las bandas, incluído el famoso "Fito", y aún no se sabe nada de ellos. Otro ratero y asesino de alto vuelo, Daniel Salcedo, hoy en una cárcel de Quito, en algún momento saldrá libre porque un juez, con la amenaza de firmar su boleta o velar a su familia, hará que el reino del crimen vuelva a sus altos niveles en Ecuador, además de recibir una alta suma de dinero, luego del susto.

¿Cómo esta pirueta rocambolesca ha sido posible? Porque en Ecuador esos dizque "combates contra la delincuencia" nunca son sostenibles, nunca terminan en nada ni bajan el crimen. Bajan una modalidad de ataque, pero nunca bajan el crimen en general. ¿Y Noboa? Noboa hizo dos cosas: logró aumentar el IVA al consumo, dizque para pagar por la seguridad (cosa que vemos ahora como falsa), ampliar su marco de relaciones internacionales (se va volviendo experto en diplomacia) y eliminar un decreto contra el nepotismo que él mismo creó y firmó en los primeros días de su presidencia. ¿Por qué lo hizo? Porque obviamente piensa meter a sus parientes y amigos por la puerta trasera y, si hay reclamo, esconderse bajo el manto de la legalidad, esa palabra que sirve para cometer las peores cosas en Ecuador.

¿Cambiará Ecuador algún día? ¿Volverá a ser el país de relativa tranquilidad que fue en los 70s, 90s? No. Por lo menos no mientras existan los carteles, que controlan más del 10% de la economía mexicana, mantienen la de Bolivia y Perú, y son ya fuerza legítima y económica en Colombia, país en donde sigue creyendo que sus ingresos vienen de la importación de café, flores y cantantes.  No cambiará mientras hayan Correas que abren las puertas al narcotráfico internacional con la excusa de lucha anti-imperialista, mientras existan Noboas que dicen una cosa y hacen otra, o Topics que se auto promocionan como anti-crimen mientras, por detrás, hacen negocios con los criminales, como claramente se perfila desde la investigaciones de la Fiscalía de Ecuador, gracias a la única mujer valiente que da la cara en la lucha y, por ello, la tienen bajo amenaza de muerte: Diana Salazar Méndez.


¿Se acabará el reino de los carteles y la delincuencia en Ecuador algún día? Para eso habrá mucho riesgo que correrse y no es evidente que haya más héroes que la Fiscal. Cómo hacerlo no es difícil, no se requiere de planes secretos ni propaganda sino de gente decidida y organizada, de un Bukele real (Noboa no le ha llegado ni a los tobillos) que no calcule ser presidente en un año ni andar viajando por todos lados, sacándose fotos y creyendo que tener a Ecuador con un "riesgo país" de 1.230 (solo menos peor que Argentina) es haber alcanzado el cielo. 

Hacerlo significa limpiar las cortes y juzgados de los jueces, abogados y tinterillos que trabajan para los narcos y otros criminales, problema que, como es evidente en el mundo por el caso "Purga", existe desde los niveles más altos de la función judicial. Incluye también eliminar a los miembros de la fuerza pública que siguen trabajando (y son miles) para los mismo malhechores, desde la policía y SNAI hasta los militares y fuerzas armadas en general. Una política más global para destruir a las organizaciones criminales significa, además, sacar de sus curules a los congresistas de pandillas que se colaron gracias al correísmo y al social-cristianismo (ser de izquierda o de derecha nunca fue un obstáculo para el reclutamiento de políticos, al final gente sin bandera) y construir mega cárceles en las que se prime la seguridad de la ciudadanía, no el confort de los presos o la aprobación de las familias de los criminales, como es la última moda. 

Mientras eso no ocurra, a prepararse nomás para los cambios de rutina de los delincuentes. Hoy es extorsión y secuestro, mañana volverán los robos y las muertes. Así ocurre con un presidente de cartón en un gobierno de cartón.







miércoles, 24 de enero de 2024

Ecuador: Una guerra que recién empieza



De la impunidad ya aceptada para dar con los culpables del asesinato de Villavicencio o de saber quiénes  estuvieron detrás de la toma de TC Televisión a manos de unos pandilleros (a la postre empleados del Cartel de Sinaloa o del Cartel Jalisco Nueva Generación), Ecuador hoy recién entra a su etapa de adultez estatal vías violencia contra el crimen internacional: Los militares están en las calles asumiendo un desafío para el que no estaban preparados y la policía, esa semi-aliada de la ilegalidad y el abuso diario, los sigue callada.

En las presentes circunstancias, el joven presidente Noboa se convierte poco a poco -y a pesar de la oposición o sus propios juegos para favorecer a su clase social- es un líder que los ecuatorianos empiezan a conocer, respetar y apoyar. Es una noticia feliz porque demuestra que la derecha ecuatoriana es aún capaz de producir cuadros políticos dignos, formados, informados e inteligentes (algo así como lo que vemos en el ideal Bukele en El Salvador y el llamativo Milei en Argentina) que quieren forjar una vida digna para todos. 

En las presentes circunstancias, el ejército ecuatoriano -cuyo rol siempre fue visto como negativo por estar a favor de las élites y las dictaduras- puede escribir una página de gloria con el apoyo del pueblo porque defiende, como institución, a ese pueblo frente a un enemigo que quiere llevarse a todo un país, una mafia internacional y crimen organizado, que es una peste, una maldición justamente llamada terrorista

Las Fuerzas Armadas de Ecuador, que no estaban preparadas para el desafío, van aprendiendo en la marcha cómo pelear contra un enemigo que no sigue sus formalidades y puede engañarlos de muchas maneras: tácticas, objetivos, inhibición de fuerza o concesión. Ha sorprendido, por ejemplo, el empeño militar en transformar asesinos y peligrosos delincuentes en patriotas: los hacen limpiar sus celdas, los visten, los hacen cantar el himno (cosa reservada en El Salvador solo a presos de baja peligrosidad) y a escuchar canciones militares y los retan como madres devotas. Ya tenemos delincuentes patriotas. Mientras el trabajo del ejército es muy encomendable, hay que señalar que ni siquiera el 1% del del crimen organizado ha sido aprehendido. 

¿Cuál será el destino final? Difícil saber o predecir, sobre todo porque el trabajo de los militares depende de jueces civiles altamente corruptos, desde hace mucho infiltrados por los narcos. Entre una historia militar que nunca ha sido escrita ni realzada y cuyas fuentes son secreto nacional (tal es el cruel destino de los héroes del 41, del Cenepa y Tiwinza), las semanas que vienen decidirán el destino de Ecuador: ¿será un país entregado a los narcotraficantes, al caos político y al oportunismo individual, o logrará pujar y salir del túnel en que se encuentra?

Los gringos, tan expertos en asuntos internacionales, han percibido con toda claridad lo grave del asunto. Por eso su apuro en apoyar el gobierno de Noboa: el escandaloso hallazgo de más de 20 toneladas ya embaladas, listas para el envío a Europa, en una bodega cerca de Vinces, cuyo valor pasa los mil millones de dólares, habla de una red bien montada que usa aerolíneas, hacendados, ingenieros, campesinos y quién sabe quiénes más. Esa inversión es muy grande para que los carteles permitan que las Fuerzas Armadas y Noboa la arruinen. Por eso, la guerra en Ecuador recién comienza.











martes, 3 de octubre de 2023

Impunidad, encierro y nuevas elecciones


El asesinato de Villavicencio quedó en nada: habiendo detenido el mismo día del crimen a los presuntos asesinos, todo se volvió chismes, largas y ocultamiento de noticias. Inclusive los sacan en televisión y se asume que los autores intelectuales son gente muy poderosa que puede terminar con la vida de cualquiera. A los pocos ideas toma cuerpo la idea de que quienes mataron al denunciólogo fueron todos y nadie. Villavicencio acusó a todos y todos lo acusaron a él, por eso no es alocado pensar que él también tenía sus trapos sucios, como es costumbre en la vida diaria de Ecuador, un país regalado a los Carteles de la droga por Rafael Correa y los que lo sucedieron, incluyendo a Lasso.

Extrañamente, en Colombia le dieron cobertura nacional al crimen y regaron la noticia de que ellos ya sabían quiénes habían ordenado el crimen, pues tres políticos ecuatorianos estaban en contacto telefónico con los criminales. Se anunció la llegada de una comisión del FBI al Ecuador, junto a una delegación policial de Colombia, dado que los sicarios eran de ese país, para ayudar a sus vecinos. ¿Qué pasó con esa visita? Nunca se supo. Para cerrar, el gobierno de Estados Unidos ofrece hoy 5 millones a cambio de información sobre los involucrados en el asesinato.  ¿O sea, EEUU ya no tiene la influencia en los medios de seguridad que tenía antes? ¿Por qué?

Lo que ocurrió en los días siguientes fueron disputas y acusaciones intra familiares y partidistas de los buscaron aprovecharse del trabajo de Villavicencio. Pero del crimen mismo, de las investigaciones, nunca más se volvió a hablar. Pero con el burocratismo usual, los candidatos prometían formar comisiones y veedurías una vez llegados a la presidencia.  Nada más. Tampoco dijeron ni publicaron nada los medios de comunicación. Como se dice en Ecuador: "Aquí no ha pasado nada".

Luego vinieron supuestos días casi tranquilos. Cabecillas criminales que fueron llevados de sus cómodas celdas a una de mayor seguridad, pero sus empleados les recordaron al país nuevamente que ellos son los que mandan: secuestraron a guías y policías en las cárceles y lograron que les devolvieran a sus jefes a las celdas originales. En ese país sin presidente ni gobierno que es Ecuador, tampoco nadie dijo nada por eso. Al mismo tiempo, en una especie de tácito pacto con la sociedad (las bandas hablaron de una tregua), se dejaron de publicar y comentar sus fechorías, los secuestros, la extorsión que imponen a los ciudadanos. Tanto como para decir "el crimen ha bajado". Hoy, en Ecuador se siguen viviendo días de encierro pues es una sociedad sitiada en la cual uno ya no se extraña de nada.


Y ahora se vienen las elecciones presidenciales. Según sus declaraciones, funciones en cargos públicos  y último debate, tenemos por un lado a un candidato relativamente nuevo que, a veces, parece despistado. El arrastra y hereda los serios vacíos éticos de su padre sobre evasión  de impuestos, bajos salarios y liquidaciones a los trabajadores, por citar unos pocos. Por otro lado, tenemos una correista más, ideológica e intelectualmente poco sofisticada pero propensa a la verborrea y repetición de consignas. Nada substancial ni nuevo. Ese es el Ecuador que toca en los próximos meses: un poco más a la deriva, un poco más de lo mismo, encerrado en sus fronteras y sin pronta salida a la crisis de años.

Y, como para no terminar de sorprendernos, se evidencia que la delincuencia resulta ser algo que ninguno de los dos candidatos quiere resolver. Ellos solo quieren vender más armas y equipos (esa solución que nunca solucionó nada en 40 años) o darle carta blanca a los criminales bajo el manto de los derechos humanos y la victimizacion social o problemas en la rama judicial. De nada le sirve a América Latina ni a Ecuador tener el ejemplo de Bukele si no tienen la decisión y las manos limpias para cambiar las cosas. Daniel Noboa y Luisa González en asuntos de delincuencia solo van por el teatro, los desfiles, la propaganda. Blablablá. No están para otra cosa. A eso súmenle la repetición de los mismos errores de ambos bando políticos. 

No hay más que decir.


PD: A los pocos días de her escrito esta nota, se informa que los 6 sicarios colombianos implicados en el asesinato de Villavicencio, fueron ahorcados en la cárcel de Guayaquil. Para cubrir el hecho, los presos organizaron un motín. Para los que seguimos la dinámica del crimen en Guayaquil, esto era de esperarse. ¿Quién mató a Villavicencio? Todos y nadie. 


jueves, 17 de agosto de 2023

¿Quién mató a Fernando Villavicencio?

Hace 10 días mataron a uno de los candidatos a la presidencia: el denunciólogo Fernando Villavicencio, quien a lo largo de su años vio crecer su fama en el sinnúmero de denuncias contra todos los que se encontraban haciendo negocios sucios, estafando al estado y a la gente. Por sus manos pasaron casos de empresarios, burócratas, pandillas de adinerados que usufruan desde tiempos coloniales el dinero de todos los ecuaotorianos, gente de nombres rimbombantes de peluconería y también delincuentes comunes, ex-pandilleros y ahora congresistas, etc.

Nadie escapó a sus denuncias: ni Correa, ni Nebot, ni Topic, ni Bucaram, ni Glass ni los Carteles mexicanos, ni los narcotraficantes locales, ni la policía nacional, ni los sicarios jefes de pandillas (Fito a la cabeza), nadie. Los rumores, sin embargo, dicen que él tampoco estaba con las manos limpias, ni su familia (un hermano con cuentas de millones). Así, entre su oficio basado en documentos (en Ecuador cualquiera forja documentos) y los chismes de siempre, de repente Villavicencio se vio atrapado en su labor por tener tantos enemigos. Y uno de ellos o varios o todos juntos lo mataron. Y eso beneficia a todos, en general. pero, en particular y puesto que era candidato a la presidencia, a los otros candidatos.

Su muerte es de novela triste, de caso policíaco no resuelto (otro más) en el que claramente se nota que está involucrada la policía, encargada de custodiarlo y que fue la que lo puso de tiro al blanco en una camioneta sin chofer, encerrado, para que le dispararan a quemarropa mientras ellos se tiraban al suelo (no abundo en otros detalles ya conocidos). Pero la policía es arma ejecutante, no el cerebro. Entonces, ¿quién planificó todo? ¿Para qué?

Villavicencio fue asesinado hace diez días el impacto en todos fue muy grave: desesperanza ttal, frustración, anonadamiento. Pero hoy parece que la gente ya se va olvidando, se va centrando en por quién votar, va pensando en cómo desquitarse de esa muerte y castigar a los que supone culpables. Entre estos, obviamente todos los acusados y mencionados antes y, a la vez, ninguno, pues no hay prueba dura de esa canallada. El que más ha hablado, de estos candidatos a la venganza personal, es Correa, quien inclusive ha acusado con nombre y apellido una ex-miembro de su propio gobierno (Paola Romo) y a un tal Carillo, sin olvidarse de la siempre culpable CIA. En silencio se encuentran Nebot y el mismo Topic, representante de la alianza socialcristiana-correismo (como en El Salvador, los supuestos opuestos se han aliado contra Bukele: la ultra-derechista ARENA y la marxista-leninista FMLN) quien vio subir un poco su candidatura luego del asesinato de Villavicencio.

En un afán de desquite popular, contra todo pronóstico, la delfin de Correa (que es el que sigue mandando entre su gente) ha visto bajar números a su favor, pero no tanto como para descontarla como finalista de la 1ra vuelta electoral (el otro sería Topic, también en negocios sucios con Correa y herederos). 

Por la misma dinámica que sembró el caos post-asesinato, la candidatura de un joven Noboa ha comenzado a subir, y si no gana ahora lo hará luego porque es (por fin y gracias a Dios) una buena alternativa desde el centro-derecha, capaz de aglutinar a las grandes masas con su juventud, sencillez y sólido conocimiento del mundo económico y emoresarial. Una refrescante brisa luego de la profunda decadencia de los grupos políticos tradicionales con sus representantes de tercera categoría, como Moreno y Lasso.

Pero algo más ha ocurrido con el asesinato de Villavicencio: una tregua entre criminales que tiene visos de organización para atacar a la sociedad si su jefe (Fito) no es devuelto a su "celda" normal (un cuarto bien abastecido que parece habitación de hotel), la suspensión de la violencia diaria de ritmo agobiador al cual el país ya se estaba acostumbrando y, por lo tanto, el hecho de que la lucha contra la violencia delictiva que tiene al Ecuador en jaque desde hace años, haya pasado a segundo plano. Hoy mismo, en esa amnesia electoral que se vive siempre, poco se habla de ellos: Cuatro candidatos aparecen en una iglesia llevando la bandera del país al altar, escuchando misa y dándose abrazos de paz (Topic incluído, aunque ni siquiera cree en Dios; pero ya sabemos que un político es capaz de cualquier cosa por ganar una elección), otro aparece bailando salsa, otro cantando pasillos, la delfín de un coqueteo con un futbolista negro de Barcelona, otro riéndose de su apellido... Todos casi felices, como si nada malo pasara.

El dictador mexicano Porfirio Díaz dijo: "Pobre Mexico, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos". Creo podríamos decir ahora: "Pobre Ecuador, tan lejos de Dios y tan cerca de los Carteles mexicanos".


¿Quién mató a Fernando Villavicencio? Todos los que él denunció, la fantasía de lo que en Ecuador llaman "democracia", el dinero, los que lo querían, los indiferentes y la truculenta dinámica en la que vivimos diariamente en el sur.

pd: Brama Kumaris, luego de leer este texto, me escribe: "Faltó la balacera que le acaban de dar a Daniel Noboa en Durán....suerte no lo mataron...justo la esperanza que mencionas casi se va al otro mundo y nos quedamos sin esperanza pues". 

Pero no fue contra él, fue balacera nomás, entre otros. O sea, no hay problema, no hay de qué preocuparse.







jueves, 6 de julio de 2023

Stanislavski, el novelista y el teórico (III)

En su libro "Creando un personaje", el gran director ruso nos da en realidad una novela cuyos personajes son actores de teatro. Narrada en tercera persona por uno de ellos, quien a veces participa y otras solo escucha por accidente un diálogo, la obra nos lleva en cortos capítulos por los aspectos más importantes de los ensayos y la función del actor y el uso de técnicas apropiadas para hacer bien su trabajo. Incluyo aquí el enlace de la edición al español (1991; la inglesa, que es la que he manejado es de 1949):

https://www.scribd.com/document/376933217/Constantin-Stanislavski-Creando-Un-Personaje-pdf

Es un libro ejemplar, sencillo, didáctico y entretenido. Obra de consulta para actores, autores y directores...hasta donde les llegue el compromiso y el interés. No es un libro mágico que garantiza talento para todos, pero sí guía para los que lo tienen, y mucha discpilina para los que no lo tienen. Sin embargo, quizá por suerte, el conocimiento que riega no es exclusivo de estas páginas, pues los manuscritos y transcripciones se realizaron en varios tiempos; y es fácil notar que una edición cambia de título y contenido, según la editorial, los traductores y los fines. Así que Stanislavski se encuentra literalmente regado en toda su obra. 


Estos bondadosos rasgos de calidad, sin embargo, no son la única muestra expresiva escrita del ruso. A ella hay que juntar la que revela al ensayista en primera persona con total dominio informativo de su tema: "Stanislavski on the Art of the Stage" (1961 en la edición inglesa). Aquí hay mucha sabiduría, repertorio estructurado, archivo temático y mentalidad enciclopédica. El tono es conversacional pero serio, sin llegar a ser aburrido. Los abundantes secretos del oficio corresponden a un hombre maduro que se acerca al final de su vida (profesional al menos) y sabe lo que dice. Se puede catalogar este libro de manual con aroma autobiográfico. Todos los aspectos del teatro aparecen concentrados en sus páginas: el actor, el escenario, el teatro (el dojo de aprendizaje actoril), el público, la obra como vida, la necesidad de sentirla, los detalles de la actuación y tanto más.

Estos días de terrible calor, me he aventurado a estas páginas por curiosidad, acaso responsabilidad académica, pero confieso que he vuelto a los 70s y a ver el inicio de mi generación desde otro ángulo. La gente que conocí aún hace teatro, pero el teatro que otros hacen no se compara con lo que ellos hicieron. Aún no hay otra obra mejor que la popular "Como e' la cosa", ni más tierna y delicada adapatación de "Cosas de mi tierra" que la hecha por El Jugalr. Nada como el gustillo aristocrático que a veces los animaba y nos daba obras picarescas de muy buen nivel y humor. 

He visto hoy en algunos viejos y nuevos teatreros el apego extremo al gusto popular pero en detrimento de su propio talento, pues se quedaron -a petición del público- en un solo personaje, muchas veces vulgar, de mal gusto, superficial, repetitivo. Y son esos los que rellenan los programas de televisión desde hace muchos años. Aparecn en fotos haciendo muecas y, bueno, hay que tomarlos en serio porque el teatro es mueca (aunque más parece que su mueca es el teatro). 

Me he aventurado, digo, por razones académicas: saber más del mundo del integrante mayor del cine: el personaje. Los demás, técnicas y libreto, serán quizá motivo de otro comentario, más adelante. Por ahora, esto es suficiente.  






miércoles, 5 de julio de 2023

Del tablado a dos comedias románticas: Memorial de Stanislavski (II)

Dos son los tonos de escritura del dramaturgo ruso: el sistemático y el informal, pero uno solo es su objetivo: crear un método de trabajo, un sistema que permita que los actores sean lo mejor. Este afán transcurre en un segudo período del contexto teatral que vivió, el que él llama "realismo espiritual" luego del "realismo material". Si el libro "Creating a Role" navega en ambas aguas, su "Stanislasvki's Legacy. Comments on Some Aspects of an Actor's Art and Life" es un suma de fragmentos sueltos y ensayos que, de todos modos, incluyen información expuesta de manera muy didáctica para que llegue a un público más amplio.


 

Leyéndolos y cotejándolos con lo que me ha tocado vivir, puedo concluir que la universalidad del teatro es tal que las mismas preocupaciones registradas a fines del siglo XIX en Rusia eran muy parecidas a las que ocurrieron en Guayaquil en los 70s. Por ejemplo, el ferviente mundo teatrero que logró articular el argentino Ernesto Suárez, fundador del inolvidable El Juglar, es comparable al mundo del tablado que se describe en los libros mencionados. No importa que el director ruso se haya codeado con Tolstoi, Gorki o  Chejov mientras que Ernesto tuvo que arrancar de cero, recogiendo periódicos y botellas con estudiantes secundarios para financiar obras y una sala. El amor por la profesión, la ilusión, el esmero, ese espíritu juvenil, estuvo en ambos tiempos y geografías.

Stanislasvi insiste en la inmersión total de los actores en la obra, su personaje, lo que ven y sienten el director y el autor. Esto ha dado lugar a cierta confusión entre "método de actuación" y formación de un canon de actuación: el ruso abrazó todo tipo de técnicas y las fue depurando, reciclando, esbozando. Es decir, si bien es cierto que hay textos con información específica de qué hacer y cómo hacerlo, hay también en ellos un llamado a ser observador de lo que ocurre, no simple repetidor de técnicas. Esa diferencia marca a un buen actor. Hoy, por ejemplo, vemos los medios saturados de gente que se lanza al tablado o a la pantalla de TikTok sin haber cumplido con los requisitos para hacerlo. Es algo que ocurre también con los malos cantantes: creen que las notas musicales son lo mismo que la melodía de la canción y, por eso, cuando se encuentran con especialistas, los eliminan, pues cantan solo en una nota, y generalmente sin "colores".

El problema de la actuación y del personaje representado es un asunto muy complejo. Va desde cómo hablar y pararse en el escenario, qué hacer con las manos, qué gestos utilizar y cómo vestirse hasta tener una idea precisa de lo que quiere el personaje. Para los errores elementales basta ver cualquier video clip de la televisión local, para lo segundo hay que interrogarse sobre cuáles son los objetivos del personaje de cualquier película que a uno le guste. Ilustro con dos ejemplos:

El primero es la película "Meet Joe Black" con Anthony Hopkins y Brad Pitt. El británico es un millonario con pocos días de vida. El otro, La Muerte corporeizada. La obra es en gran parte una llamada de atención (hasta donde es posible hacerlo en una comedia romática) sobre el sentido de la vida. Me pregunto: ¿Cuál es el objetivo de La Muerte al estar en la tierra? Los esfuerzos por contestar esta pregunta son inconsistentes e insatisfactorios, pues La Muerte ha cruzado el umbral de la razón y la lógica. Mientras la actuación y las historias subyacentes la llevan de manera fresca y agradable, convincente, me queda la duda de esa exposición de ignorancia y curiosidad adolescente de La Muerte. Justamente lo contrario de lo que ocurre en "El séptimo sello" de Bergman que es un diálogo entre La Muerte y el caballero medieval. Esta falta de respuesta, cotejada con lo que pide Stanislasvki (que el actor sepa qué es lo que quiere el personaje) me hace dudar del logro actorial de Brad Pitt. No por el actor (ha demostrado hace mucho lo excelente que es) sino por la falta de coherencia del libreto, acaso su misma imposibilidad de negociación con las vistudes del actor. 


El segundo ejemplo es una comedia argentina que me hace dudar de si el actor sabe realmente cuál es el objetivo de su personaje, "qué es lo que quiere en la vida" por decirlo de manera familiar: "Busco novio para mi mujer" con la gran Valeria Bertuccelli y Adrián Suar. El argumento es corto y fácil: crisis de matrimonio. El lenguaje y el universo humano de Tana (personaje de Bertuccelli) es el que lleva al público de la mano: es desatada para hablar lo que piensa, siempre y en cualquier lugar. Aunque, no realmente. Ella es así en público y es rechazada por todos por obvias razones. Sin embargo, cuando la gente solo la oye hablar por radio, Tana resulta llamativa, interesante, crea expectativas y hasta se enamoran de ella. O sea, no es que la gente no la acepta como es (nadie acepta a gente grosera) sino que ella no participa de normas básicas de relaciones. ¿Por qué? ¿Qué quiere entonces? Luego de que Tana encuentra un trabajo, se vuelve agradable al trato y resulta encantadora para un pretendiente, un amante y su esposo, de quien al final no se divorcia y vuelve a iniciar un diálogo de dos adultos que se encuentran por primera vez. Pero no me queda claro qué mismo es lo que Tana quería lograr en su vida ni tampoco si su festiva agresividad verbal formará parte de su repertorio cuando esté con otras personas, como antes. 

En mi lectura, estos dos ejemplos exponen los desafíos del actor que ya codificaba Stanislavski. Esto no quiere decir que la obra final (teatro o película, acaso ópera) no va a gustar (muy por el contrario, como en estos dos ejemplos) sino que hay personajes que no tienen bien elaborado su universo íntimo (falencia del director o autore) y hay actores que tienen un trabajo muy arduo al tratar de ser esos personajes. Pero esta falta de justicia es la misma que enfrenta cualquier artista cuando se enfrenta a su obra y la considera "producto acabado" en vez de aceptar las ausencias como parte del juego mimético de representación de la vida. 


   

 


martes, 4 de julio de 2023

Teatro: El delirante mundo de Konstantin Stanislavski (I)


Ahora que me he adentrado en el mundo del cine (pues es un nuevo camino que espero explorar de la manera más responsable) y visto algunos de sus aspectos técnicos, propios del lenguaje de la imagen en movimiento, me gustaría comentar el del actor. La historia es como sigue.


Una de mis antiguas deudas es con el teatro, el cual tanto me dio como espectador  adolescente. En los 70s vi grupos locales y nacionales, hice amistad con colegiales que se lanzaban a la tarima y leí lo poco que me cayó en las manos: Shakespeare (aún guardo sus dos volúmenes de la Grolier Jackson). Al poco tiempo, Ibsen, O'Neil y Pirandello, además de guiones de películas, de los cuales recuerdo con afecto "El séptimo sello" de Bergman, acaso algo de Strindberg. Y mucho después, todo lo que pude del Siglo de Oro español, sobre todo las incontables piezas de Lope de Vega. 

Pero el teatro real, para mí, estaba en las grandes películas que presentaban en festivales o sesiones clandestinas de algún centro cultural. Ahí vi películas de Bergman, la "Nueva ola" francesa y neorrealistas italianos y me abrieron a otro mundo. Esas imágenes planas eran la vida interna lanzada al mundo. Lo mío era una rústica, vital y alegre manera de entender el teatro, el cine y su relación con la literatura, por supuesto, pero era "mi manera" y eso bastaba.

Leer con ansias es vivir. Vivir la literatura, el personaje principal, es cambiar de vida. Es ser el otro y el siempre deseado. Todos los lectores apasionados por lo que leen son actores con derecho propio. Y eso nos emparenta con actores del teatro y del cine (solo los grandes actores de cine son grandes actores de teatro). Es un derecho humano democratizado, una liberación de la imaginación que, como muchos saben, siempre tiene notables consecuencias.

En ese gozo de la imagen que es el teatro filmado, o sea el cine, encontramos como una de sus bases lo que llamamos "actuación" o "performance". Es decir, cuán convincentes han sido los actores en hacernos creer que los personajes del celuloide son reales, los podemos comprender, sabemos que existen. Ese puente de convencimiento, esa virtud de comunicar "lo real" de la obra, es la actuación misma. Y uno de sus mejores formuladores, ciertamente el más famoso de ellos en Estados Unidos, es el ruso Konstantin Stanislavski (1863-1938).

La vida de este arduo y talentoso trabajador merece un capítulo aparte en la nunca escrita "Historia de la Revolución Rusa y las élites intelectuales", pues de su origen aristocrático dio un salto directo a la concentración total en el teatro y su estructuración como empresa de trabajo, proceso y resultado ("El método" como muchos lo llaman). Su búsqueda fue profesional, espiritual y filosófica. Por ello, rebasa inmediatamente el cerco de cualquier hermenéutica ortodoxa. Stanislavski está mucho más allá. Su mundo es el mundo de Bajtin, Chejov, Bulgakov; es una filología humana que tiene visos de psicoanálisis y terapia en acción. Veamos esto.

Su trilogía reflexiva contiene los libros: "Preparación del actor", "La construcción de un personaje" y "Creando un papel". En el tercero encontramos dos capítulos parelelos a lo que deben hacer los literatos: 1- Estudiar la obra (entenderla), 2- Sentirla (emocionalmente). El tercer capítulo es propiamente "vivir la obra", como actores ya, o lectores aventurados a ser personajes (como en el milenio pasado yo jugué a ser Horacio Oliveira y Franz Kafka) que necesariamente deben imponer su sello individual, la marca de su talento (imaginar la escena, en vez de recordar algo que los acerque a ella), que los hará diferentes de otros. Es lo que procuraron, por ejemplo, Paul Newman, Marlon Brando, Maryl Streep, Gena Rowland, Vincent D'Onofrio, Robert DeNiro. Todo esto con más o menos variaciones, más o menos énfasis en una parte en vez de otra. Al final, todo se concentra en la necesidad de saber qué es lo que quiere el personaje para poder entenderlo, seguirlo o cambiarlo. Mientras no se entienda al personaje, el resto parece inútil, como todo en la vida.

Stanislavski detalla su propio proceso de actuación, adopción y modificación del personaje, poniendo su aporte mental, emocional y corporal: miradas, gestos, expresiones faciales, vestimenta, etc, todo forma parte de un rico vocabulario que él detalla y que, una vez conocido, nos permite apreciar la actuación de mejor manera. In "Creating  Role" (la edición que manejo es la traducción de Elizabeth Reynolds Hapgood de 1961), los capítulos finales son un agradable y minucioso análisis de "Otelo" (siempre Shakespeare) que Stanislasvki pone en boca del ficticio Tortsov, quien ha venido impartiendo clases de teatro a un grupo de estudiantes, como ocurre en los clásicos ("El banquete" de Platón viene a mi mente ahora).