Recordar cuántas veces ha clasificado Ecuador al mundial de fútbol es posiblemente el inicio de una conversación interminable. En ocasiones, todo empieza por un comentario mordaz, una crítica rápida o una alegría y orgullo que imaginariamente nos llevan al cielo.
Sin embargo, hay una historia detrás de cada evento, y en los detalles de la crónica se esconden las razones, los bemoles y los temores. El caso que ocupa el imaginario de los ecuatorianos es hoy la selección de fútbol que clasificó con tropiezos al mundial. Para hablar del tema pongo a consideración los siguientes puntos:
1- No olvidar el pasado "glorioso" de cuando jugaba Spencer en Peñarol, Vinicio Ron en la UC Católica, el "pato" Echeverría en la heorica defensa del desaparecido América, los inconquistables del Nacional con "cielito" Villafuerte armando la jugada, Nieves dejando en el piso a todos y "el bacán" Delgado en el arco. Recuperar ese pasado que con tanto énfasis escribe desde siempre el cronista Ricardo Vasconcelos y dejar que los lejanos recuerdos de Bolaños, "pereque" Lasso, el Jechu Cárdenas y Luisito Lamberck nos distraigan nuevamente como lo hicieron en nuestra infancia y adolescencia. Acaso Gavica y luego Holger Quiñonez y el resto de los que aparecen en la imposible selección ideal:
2- Tener presente el origen de sus jugadores, apabulladoramente de clase social baja y etnias fuente interminable de ataques racistas que afloran en la medida en que se pierde el partido. Y, en la misma linea, las dificultades y falta de apoyo que los jugadores deben vivir en su camino a un triunfo atlético, acaso económico, que solo muestra las excepciones de la regla.
3- Introducir el complicado tema de la técnica (o falta de ella) con la que juegan. y el claro retroceso en "el tratamiento del cuero", así como lo escandaloso que resulta que no sepan parar un balón o dar pase a ras de terreno porque les rebota como si fuera pelota de hule en cancha de cemento. O lo triste que es verlos patear solo una pierna, cuando el resto del mundo, sobre todo en los países de las grandes ligas, todos son ambidestros.
4- No olvidar inestabilidad, oportunismo y corrupción de los dirigentes a cargo de la selección, lo cual es sintomático de la corrupción estructural, mundialmente conocida, de Ecuador. Son estos dirigentes quienes llevan gran parte de la culpa del retroceso técnico; con sus planes de corto plazo que los avalados siempre por la macro estructura de la mafia deportiva que llaman FIFA. A ello, súmese el estrambótico proceso para contratar a cualquiera DT que vean por ahí y puedan mangonear, alguien de segunda quien, aunque no lo fuera, dada la incapacidad organizativa del medio, termina volviéndose irremediablemente mediocre. (Asunto similar se ilustra si comparamos a Independiente del Valle con Emelec: no es un problema solo de contratar un buen DT sino de que la estructura laboral funcione. Los del Valle les dan cátedra empresarial a los intrascendentes de Neme y compañía).
5- darse un baño de realidad y ubicarse en el tiempo y en el espacio: que Ecuador haya clasificado es, en gran parte, porque el nivel del fútbol sudamericano de hoy es deplorable; y ellos resultaron ser los menos malos. Por lo tanto, que pase de la primera ronda en el Mundial será solo producto de un milagro o de elementos externos. Así que, aquello de rezos y de que "la fe es lo último que se pierde" lastimosamente no cuentan a la hora de los hechos. Estos siguen su propia dinámica.
6- Con la mano en el pecho, reconocer que "esto es lo que hay". Y por ahí seguimos, como sea, peleados o agarrados de la mano. De esta camioneta nadie se baja. No por patriotismo sino por realismo: esa selección, públicamente, somos todos nosotros con lo bueno y lo malo, con sus retrocesos y la necesidad irremediable de seguir caminando. A Ecuador no lo venció el mortal COVID, ni la corrupción galopante, ni los viejos o improvisados políticos, ni las derrotas históricas que son más que la de Alfaro. No lo venció nada ni nadie, pero sí nos dejaron lastimados. Y, por eso, sin dudas y urgentemente, hay que seguir. Ley de la vida.
7- Olvidarse entonces de "la siguiente ronda". Ver lo ocurrido con calma y madurez. Desearle buena suerte a los muchachos porque sus limitaciones son las nuestras, aunque sus aciertos solo sus aciertos pero el resultado es resultado para todos.