Este es un curso que ya he dado, tanto en EEUU como Ecuador. Los niveles son diferentes, obviamente, y algunas veces he incluído en este blog notas sobre el mismo. Ahora quiero hacerlo de manera más amplia.
La importancia del tema radica en el impacto y representatividad cultural que tienen las letras (canciones populares, poesía oral, etc) en la construcción de identidades sociales e individuales, pues esos textos nos revelan, expresan, guían, catalogan y advierten nuestros sentimientos, puntos de vista y activismo diario o histórico. Así, el comentario parte de dos ejes textuales de la vieja España que se extendieron por América, asimilándose, redefiniéndose o inaugurando necesidades expresivas de nuestra geografía con historias de mestizaje, mulataje o criollización de los nuevos países (ya en la era republicana). De estas formas españolas, dadas como coplas, décimas y refranes, las predominantes son las jarchas y el romancero. Las primeras con énfasis emocional en el discurso amoroso (el Barthes del Fragmentos de un discurso amoroso será ideal para organizar este repertorio; y para contextualizar las lecturas: los clásicos Spitzer, Curtius, Auberbach y Huizinga); el segundo para rastrear letras que dan cabida a información histórica, tales como el corrido mexicano (y de manera más general la música ranchera y de mariachis), muchos merengues "oficiales" (impulsados por el dictador dominicano) y tangos de la primera etapa, entre otros.
El gran volumen investigativo que este curso abraza coteja tesis teóricas con letras representativas actuales, pues se trata de entender las complejidades del trajín diario, no el pasado remoto. En EEUU y el mundo entero, la canción "Despacito" (comparable al éxito que en su época tuvo "Livin' la vida loca" de Ricky Martin) muestra los mismos elementos estilísticos de canciones antiguas, regados en diferentes épocas en Latinoaméeirca, con el aditivo de la actualización que corresponde al momento del consume comercial y el tipo de audiencia del siglo XXI. Veamos esto:
La canción se abre con referencias directas de voyerismo a la amante, cortejo sensual salpicado de palabras en inglés y contrapunteo verbal (Walter Ong en su Orality and Literacy), metáforas de los órganos sexuales y la relación amorosa (violencia anti-cortés, propias del reguetón y el rap), combinadas con la repetición de la palabra "despacito" para provocar un balance en la carga anti-climática, escenario geográfico preciso (algo muy comun en los corridos mexicanos). Esta canción, al igual que miles producidas tanto en Europa como en América (incluída la América del norte que habla español) condensa parte de ese proceso. Para una mejor lectura, creo útil leer el ensayo de Geoffrey L. Stagg The origins of the Peninsular Lyric and European Folklore, pues enlista características de las jarchas y la poesía española que hacen evidente el legado.
Luego de las jarchas, se cubre sin mayor problema lo que contienen las Cantigas galaico-portuguesas de la era de Alfonso El Sabio, con sus correspondientes divisiones (divinas o terrenales), temas elevados o de baja cultura (rasgo medieval y renacentista, como lo demuestra una edición completa de los Carmina Burana); y posteriormente con las atractivas piezas del llamado Cancionero de Palacio (en sus varias compilaciones). Luego de eso, saltando al Nuevo Mundo conquistado y colonizado por los españoles y portugueses, se verifica el preponderante rol de la Iglesia Católica en la promoción de valores de su fe, a veces de manera dogmática, a veces siguiendo su propia tradición de unir valores autóctonos con discurso oficial (cualquier lector que se haya aventurado en, por ejemplo, una historia de la Iglesia Católica en Irlanda puede aceptar sin problema esta tesis). Este rol de educador y evangelizador deviene en traslado del arte musical y cancioneril de España y Europa, aupa el florecimiento del Barroco de Indias y da cabida a expresiones que, a su modo, ya eran comunes en la península, al usar formas dialectales, locales y regionales, en las composiciones musicales. Si la adorable Tres morillas me enamoran revela dos culturas en España, Esa noche yo bailá hace lo mismo en la Bolivia colonial entre negros y peninsulares y, de manera más radical, hasta cierto punto opuesta, la conocida pieza del Corpus Cristi del Cuzco: Hanacpachap Cussicuinin con sus resonancias gregorianas. (El sencillo pero bien documentado blog de Lynn Gumert puede ayudar mucho al lector anglo no especializado: ver su Music in the Vice-Royalties of New Spain and Peru).
Llegados a este punto, una vez que los interesados han ganado velocidad y confianza en leer canciones como documentos arqueológicos (a la manera del llorado Michel Foucault), se vuelve apropiado un hincapié panorámico de cualquier historia de la música de América Latina (la entrada de Gerard Béhague que contiene la Enciclopedia Británica satisfice plenamente este afán), así como una reflexión sobre las funciones de la música (10, para el caso de la lista que manejamos).
Vueltos a las canciones de viejo origen pero que forjan o incluyen un "sello nacional", encontramos la bachata (cuya denominación sufre un cambio), que empieza siendo una palabra genérica que agrupa canciones románticas (boleros, sones), inicialmente de los bajos fondos dominicanos, y luego gana personalidad con el predominio de la guitarra (requinto) arpegiada, el uso y reemplazo de las maracas por el guallo, y el bongó que cede paso a la tambora para la bachata-merengue. El rápido ascenso e internacionalización de la bachata, en realidad, se registra en los últimos diez años, pero su historia, que arranca en 1961 con la obra de José Manuel Calderon, tiene al menos tres momentos importantes: los años 70s, cuando poco a poco perdía su fama de "música de amargue", de prostíbulos y cantinas (Leonardo Paniagua aparece frecuentemente), luego la llegada de Juan Luis Guerra (Bachata Rosa), quien la presenta como un producto musical y literariamente más elaborado que, sin embargo, mantiene la sencillez del gusto popular; y finalmente, el período en cual aparecen el grupo Aventura y su líder Romeo Santos. Para el comentario del lenguaje amoroso Barthes sigue siendo ideal, pero con apartes relacionados con la producción visual (las canciones son ya video-canciones) y las demandas del mercado de las grandes urbes mundiales, sobre todo de Estados Unidos, así como el uso del Spanglish.
No obstante el sello nacional dominicano, claramente registrable en la música romántica llamada bachata, hay otras letras que abanderan no solo una nacionalidad sino también todo un proceso histórico: sus eventos principales, actantes, escenarios y escenas que pasan a la posteridad. Es el caso del corrido mexicano, acaso el género musical más estudiado en lengua española, tanto al norte como al sur del Rio Grande. En este punto, puesto que se trata de que cada interesado en el tenga guías y ejemplos claros de qué y cómo escribir, apropiado es revisar ejemplos como el de María del Carmen Garza de Koiecki, en su El corrido de Rosita Alvírez. Su estructura narrativa, el cual demanda también una síntesis de las funciones de Vladimir Propp inluídas en su Morfología del cuento folkórico.