viernes, 5 de agosto de 2016

La desconocida literatura colonial ecuatoriana: de Gaspar de Villarroel a Asunción Lavrin

Como muchas cosas, a mi edad el recuerdo es el mejor, acaso único archivo para la recuperación del pasado. En este punteado, abrevio lo relacionado con la literatura colonial ecuatoriana, esa que va del siglo XVII (luego del período de "Conquista y Pacificación", asi dicen los estudiosos) hasta principios del XIX.


Se ha escrito realmente muy poco de los autores coloniales, acaso una mención colegial, vías clases de literatura, de las "Décimas a Guayaquil y Quito" de Juan Bautista Aguirre, a lo mejor unas líneas sobre el padre Juan de Velasco y su "Historia", los datos clichés sobre Eugenio Espejo y raras menciones de Pedro Vicente Maldonado. Todo esto circunscrito a datos biográficos y quizá rasgos de estilo, pero nunca, jamás adentrados en sus textos propiamente, en lo que escribieron. Más historiografía y biografismo que estudio serio de los originales.
La educación universitaria, en este aspecto, no fue superior a la colegial: de hecho, no recuerdo haberme familiarizado con la prosa de esos autores. Solo luego de dejar la universidad pude conocerlos, y descubrir curiosidades y falencias del período. Recuerdo que hacia 1980 tuve en mis manos el voluminoso tomo de Gaspar de Villarroel, parte de la Biblioteca Ecuatoriana Mínima, publicada en Puebla (México) y prácticamente inexistente en Ecuador. El mismo libro volvería a revisarlo años más tarde, en la Universidad de Oregon, mientras devoraba crónicas de Conquista, de la fabulosa Biblioteca de Autores Españoles (BAE) y me adentraba con fervor en el período colonial. Pocos años antes, como buen latinoamericano europeísta, pensaba que lo mío era o había sido la literatura de la Edad Media, hasta que llegué a Paris y me di cuenta de que mi Edad Media era, en realidad, el período colonial de mi geografía.
Desde los años de Oregon (90-93 y 95-98) hasta la fecha, he leído lo necesario para tener una buena comprensión de este fascinante bloque de historia y cultura. Sin embargo, en el caso de Ecuador queda como lamentable la falta de conocimiento, actualización y dedicación al tema. Veamos.
Hay poquísima producción erudita y confiable sobre esos autores: no se conocen sus convenciones, no se entiende "el idioma español" de esos siglos ni sus variaciones, no se estudia en relación a la tradición medieval (de la cual depende), y se repiten ideas manidas, superficiales, superadas en otros países (como aquella de que Espejo era periodista y mestizo, como si ahí acabara el asunto; o que Juan Bautista Aguirre reprodujo el odio por el centralismo (yoquitocentrismo) de sus años. Acaso un par de "historias" de la literatura ecuatoriana merezcan ser consultadas con esceptiscismo, dada el sectarismo de sus autores, pues padecen de "andinismo" y de una limitadísima consulta a fuentes originales o comparación con otras investigaciones. Pero esos fueron y son los estudiosos del vigente "canon" ecuatoriano, y no queda otra que consultarlos.
Paralelo a esta frustrante circunstancia intelectual e investigativa, no se diga profesional e idológica, no existe un interés por conocer la literatura colonial ecuatoriana, y se sigue pecando de los mismos errores: eso de creer que Quito es el centro del país y hasta de la región se lo han tomado en serio, yse  ha cerrado todo espacio de diversificación de autores y perspectivas diferentes. Por ejemplo, la lamentable Historia de Ayala ni siquiera incluye a las mujeres religiosas-escritoras coloniales (he insistido bastante en este punto): Gertrudis de San Ildefonso, Catalina de Jesus Herrera y Madre Antonia Lucia Maldonado, esta dos últimas de Guayaquil.


Pero tampoco hay, en la investigación literaria, nombres de nuevos autores, análisis diferentes de los consagrados, ni inclusión de nuevos materiales, como los que se encuentran en actas y archivos de parroquias, sedes religiosas o cabildos, no se diga en los Archivos de Indias. De hecho, ese mundo ha quedado relegado solo a algunos historiadores, gracias a sus relaciones personales -siempre más pragmáticos que los literatos- y que han realizado excelentes publicaciones sobre relaciones humanas en la vida diaria.
A este grave error se añade la ausencia de teoría social contemporánea y post-estructuralista o la falta de manejo diestro y sentido común (para mejorar la comprensión, no entorpecerla), acompañadas del uso de fuentes secundarias o conceptos mal traducidos: es comun ver que citan a un autor de EEUU o Europa desde un ensayo escrito en países como Chile, Argentina o México, algo vergonzoso desde el punto de vista del prestigio intelectual que quiere enarbolar excelencia académica. Y también se debe añadir lo opuesto: la suplantación del análisis por una verborrea tremenda y vacía basada en en juego de palabras o conceptismos que nadie entiende. El mejor ejemplo es un suplemento lamentable -publicado con la venia del gobierno de Rafael Correa, llamado Cartón piedra del diario El Telégrafo- que es verdadero campo de batalla de autores de poca formación que compiten entre ellos por demostrar quién dice las cosas de manera más confusa (concurso en el que todos ganan).
Finalmente, como otra característica de este irreparable olvido de la literatura colonial, añado la ausencia de temas actualizados, de importancia social y política para el Ecuador (y región del Pacífico) de hoy. Olvido entendible, contradictoriamente, porque ¿cómo se puede escribir de manera actualizada sobre algo que no se ha leído?


Hace cuarenta años aparecieron los tomitos de Clásicos Ariel en Ecuador. Uno de ellos, el 97, es una selección del Gobierno Eclasiástico-Pacífico de Gaspar de Villarroel. Lo he leído con afecto y entusiasmo y recordado la hermosa Silva Varia del judío español Pero Mexía, un autor que augura la Modernidad en las letras del Siglo de Oro. Anoto abajo algunos temas que quizá interesen al desocupado:

1- Estilo picaresco y mensaje conservador,
2- Costumbres de la vida diaria y modernidad
3- Historia de la moda (como el Sartus Resartus de Carlyle, tan elogiado por Borges)
4- Historia del corte de pelo (abundante información sobre por qué los hombres usan el pelo largo)
5- Misoginia y el rol de las criadas
6- ¿A favor o en contra de los toros?
7- La dieta y el consumo de grasa
8- Tema recurrente en la Colonia: El peligro de las Comedias
9- La escritura autobiográfica versus las confesiones personales
10- Las relaciones del confesor y la confesada.

Sobre este último tema, quien más y mejor ha trabajado es mi maestra, amiga y madre intelectual, la historiadora Asunción Lavrin (Sor Asunción), en su último mensaje, al comentarle sobre la edad de los obispos para confesar -tema que elabora Villarroel- ella anota lo siguiente:

"En cuanto a lo referido arriba sobre el obispo y las mujeres que se querían confesar con él -es histórico, aunque los obispos RARAMENTE confesaban. Tenían otras cosas que hacer. Los que confesaban a diario eran los del clero y los frailes que tenían derecho a hacerlo. En cuanto a las mujeres y los confesores, hay dos tipos: 
1. Las que se horrorizaban (escandalizaban es la palabra inquisitorial)
2. Las que iban a conversar con el confesor pretendiendo estar confesándonse. Entre esas estaban aquéllas que eran unos flirts y otras que de veras se erotizaban con el hombre...Y no era un caso de la mujer estar embelesada -era que él tenía sus artes para embelesarlas. Lo que ha recogido el cuestionario histórico de la Inquisición en los casos de solicitacion ad turpia es increíble--detallado y sin sacar nada. No te lo puedo contar todo, pero algo quedará en el capítulo, que es solo un sumario de la realidad. Me he pasado meses leyendo estos testimonios y cada uno de ellos es un cuadro diferente de la realidad. Los veo como scripts de novelas de TV o aún películas. La historia es fascinante por su realidad, pero de esa realidad se salta muy libremente a la imaginación. No hay ficción. La ficción es una evolución de la realidad.
Respecto a eso de los 40 años, es parcialmetne verdadero. No creo que hubo un número fijo -pero había que prepararse y ser maduro para poder manejar los "pecados" de toda la humanidad con discreción y juicio. Así que se preferían hombres que se suponía habían ya pasado del verdor jugoso de la juventud -fisica e intelectualmente.
Sin embargo, eso era un ideal. NADIE es perfecto y lamentablemente hubo muchos confesores que distaron mucho de ser juiciosos, equitativos, benignos jueces del resto de la humanidad.  Las solicitaciones muestran que algunos siguieron siendo tentados por la carne y no solo tentados sino arrastrados.
El problema radica en la imposición del celibato a los religiosos. Es ir contra la corriente y, francamente, se condenaban a esos hombres a vivir sin el calor del amor -y hablo de amor en general, no solamente de una mujer. Vivían entre hombres, se les enseñaba a odiar a las mujeres, a huir de ellas, y verter todo su "amor" en una virgen pura e inalcanzable. Y, mientras vivían en este mundo, caminaban por un camino erizado de contradicciones sin ninguna conexión humana que pudiera humanizarlos sentimentalmente. Y, ¿qué es la vida sin sentimientos? Un yermo." (fin de la hermosa cita de Asunción).



Es lamentable que un período tan rico como el colonial no sea atendido con seriedad y conocimiento por los críticos literarios, lástima que no se lo enseñe en escuelas y colegios, que no se lo conozca ni se sepa cómo leerlo. Siglos de cultura olvidados por la docta ignorancia.