He dicho y repito que no. Pero este fin de semana recibí con la mayor indiscresión una queja de un "escritor detectivesco" (sic) molesto porque yo hacía tal afirmación (sospecho porque él se veía negado) que había tenido acceso (de manera ilegal, a todas luces) en un escrito que aparecerá pronto. Con el afán de aclarar los posibles chismes y especulaciones, les digo a los interesados algo más:
Para evitar resentimientos por no nombrar a algunos autores de Ecuador que se han aventurado en el género detectivesco, más por moda que por convicción o definición, debo decir que “una golondrina no hace verano”. Ecuador no tiene una historia de escritores detectivescos, revistas permanentes, lectores ávidos y estables de ese género, no funda ese estilo en los 20s o 30s como currió en otros países, no tiene, peor aún, un proceso de “nacionalización” de las problemáticas y los personajes de sus historias (¡ni siquiera hay historias!), como se verifica sin problema en México, Chile, Argentina, Brasil y Cuba. En Ecuador, simplemente, no existe una literatura policíaca, no al menos si se asume con seriedad la historia de la literatura. Sin embargo, para aquellos que se empecinan en sostener lo contrario, les recomiendo empezar por el tono negro de “El cóndor de oro” y “Un cuento esmeraldeño” del gran José de la Cuadra, de la Generación del 30, fuente permanente de la narrativa ecuatoriana.