lunes, 27 de junio de 2011

¿Por qué no existe una literatura detectivesca en Ecuador?

Les hice esta pregunta a los asistentes a un conversatorio en la Universidad Espírtu Santo de Guayaquil, el lunes pasado. Las respuestas salieron inmediatamente: no tenemos un cuerpo policial que cumpla con sus obligaciones, porque las leyes no se aplican o no funcionan, pretender que haya un Sherlock Holmes entre nosotros sería ridículo ya que no es la misma sociedad (a más de que ni siquiera hay un banco de huellas digitales completo).
Esto me hizo pensar en dos cosas: lo claro que la gente percibe los problemas y los puede abordar de manera directa, y el hecho de que, en general, se asuma como detectivesco solamente el estilo de Sherlock Holmes o Sir Conan Doyle. Lo cual, en realidad, es sólo la tercera parte de esta historia.
Según el material que he recopilado y basado en mi experiencia como lector de autores literarios, así como de críticos (algunas páginas de Mempo Gardinelli, opiniones de Piglia, Rubem Fonseca, pero sobre todo el estupendo trabajo de Amalia Simpson), propondría lo siguiente:
1- hay un estilo clásico, también llamado whodunit, sobre todo de los ingleses, que se caracteriza por tener un detective cerebral, racional que puede resolver los casos sin siquiera salir de su estudio,
2- este estilo ha sido el que más influye e influyó a los pocos latinoamericanos que escribieron algunos textos policíacos, sobre todo Borges y su grupo (en los 40s y 50s), en gran medida como respuesta elevada al acoso del populismo de Perón, que vivieron amargamente,
3- el estilo duro o hardboiled es el estadounidense y su detective es rudo, de acción, de resolver los casos en las calles y las peleas. Es un solitario que lucha por evidenciar las manipulaciones del crimen organizado, la policía y los grandes poderes,
4- este estilo ha tenido menos cultores en América Latina, aunque algunos se han hecho notables en los últimos 30 años, como el grupo de Soriano en la Argentina (Díaz Eterovic en Chile insiste con un detective, medio intelecual -una constante aberración en muchos personajes latinoamericanos- al igual que Paco Ignacio Taibo II con su forzado detective Belascuarán (una pila de lugares comunes muchas veces los caracterizan: que tienen un gato llamado Simenon, que escriben crítica literaria, que saben de Trostky, Marx, Lacan y Freud pero se creen callejeros, etc),
5- las voces que más lejos han llegado en fuerza expresiva, originalidad autorial y representación de la realidad de su tiempo (Mimesis, como diría Auerbach) son Eduardo Mendoza en España, con su notable detective loco en medio de un modelo de novela bizantina, y el gran Rubem Fonseca, que, aunque ha escrito novelas y cuentos, se inclina mucho por los subgéneros policíacos, como el del asesino en serie y el cronista,
6- no existe un literatura detectivesca en Ecuador, así como no existe en América Latina (como grupo o generación) porque nuestra realidad es muy diferente, por la razones que señalaban los asistente al conversatorio y porque lo hecho se basa en modalidades no canónicas, como la subordinación a la denuncia social y no a la resolución de la intriga, o como el uso de la historia nacional como base narrativa. Lo que existe es, a veces, unos escritores que quieren demostrar que ellos también pueden escribir a la inglesa y se meten en unas falsas profundidades y detalles que disuelven cualquier interés de lector. Pero en ningún caso se puede hablar de un estilo latinoamericano, peor ecuatoriano, tal como en el caso inglés o estadounidense.

No me interesan los escritores accidentales de lo policíacos que quieren escribir como Hammett o Chandler, ni los que quieren demostrar que son hábiles como Doyle, y menos aún aquellos pobres esforzados en ser borgesianos, kafkianos o gracquianos. Para eso leo a Doyle, Hammett, Chandler, Borges, Kafka o Gracq. Creo que hay que ser más exigente con uno mismo y buscar su propia voz, crearla, tal como lo hicieron Fonseca y Mendoza. No creer que la voz de otros es la de uno. Es más arduo, hay menos lectores y se escribe de espaldas a los grupillos "intelectuales", pero por lo menos se es fiel a uno mismo y sensato en el contexto de exigirnos mayor calidad en la vida que enfrentamos a diario.

A más de este punteado, incluiría también el decálogo de algunos duros que elaboraron férreos e interesantes puntos de vista con el fin de levantar el peso del género policíaco, tan venido a menos por nuestros intelectuales "profundos" o "europeos forzados", pero eso es tarea de otro momento. Termino con otra pregunta: ¿Por qué en una ciudad como Guayaquil, en la cual la música popular, el humor, los deportes y la política son los grandes ejes informativos de los lectores, (salvo el Grupo Sicoseo) no existe ninguna literatura que los asuma?