Ecuador es un país donde la corrupción ya no importa porque está en todos lados y ha sido normalizada. Los ciudadanos ahora se preocupan más por la violencia y la criminalidad (ni siquiera por el negocio de la droga como tal, eso ya es interés de ricos o periodistas) porque saben que con esos obstáculos no se puede trabajar, estudiar, viajar o disfrutar las pequeñas cosas de la vida, como una conversación con amigos o con la familia. La violencia paraliza todo y destruye todo. Ecuador buscaba a alguien que la detuviera. Y Noboa no fue capaz de hacerlo. De hecho, Enero batió records de violencia en la historia del país y, obviamente, le echó la culpa a jueces y abogados.
Todos sabemos que el sistema judicial, público y privado, es altamente corrupto, delincuencial. Pero uno espera que un presidente no use lo obvio como excusa por no saber cómo hacer su trabajo. Si no puede mejorar las condiciones de vida de los ecuatorianos, por las razones que fueren, debería hacerse a un costado.
Veamos ahora algunas cosas que las elecciones presidenciales han dejado al descubierto:
1- Noboa no estaba listo para un empate técnico.
2- Sus esfuerzos por promover ahora un supuesto "fraude" demuestran más bien desesperación y falta de autocríica (la cultura de las excusas en Ecuador es prepoderante).
3- Los votantes ecuatorianos, como muchos del mundo acostumbrados a perdonarle todo a la derecha y nada a la izquierda, esta vez han mandado un mensaje de molestia o al menos falta de respaldo a su labor.
4- Noboa no solo que prometió y no cumplió (bajar la violencia y la corrupción) sino que además se vio él mismo asociado a escándalos de corrupción de sus colaboradores en la fatal crisis eléctrica y las barcazas que nunca llegaron (así como la mega cárcel que nunca construyó).
5- La excusa de todo gobierno (decir que la culpa es siempre del regimen anterior o que la oposición no lo deja trabajar) ya no funcionan irremediablemente; la gente esperaba más de ese desconocido y joven político de hace un año que sorprendió y agradó a muchos. Y éste lo único que hizo fue perdonarse las deudas que sus empresas tenían con el estado. Golpe bajo.
Si Noboa quiere seguir siendo presidente, debe revisar su conducta como ejecutivo y candidato y promover un programa posible de cumplir, aunque ni siquiera incluya ya bajar la delincuencia, pues eso ya prometió y mintió. De pronto la necesidad de la gente juega a su favor. Sin emnbargo, parece que única posibilidad de ganar es que la gente rechace lo que Correa aún representa y apoye a "un empresario" y no a "un comunista".
En el imaginario de la gente Luisa González no representa nada nuevo, ni propio ni autónomo de Correa, es solo su parlante. Quiero mantener esa infame idea para las líneas siguientes.
Una de las cosas más difíciles de explicar en la historia de América Latina es el gusto y regusto por los dictadores y la alianza de éstos con los estratos populares. Empezó como caudillismo aliado al campo en el siglo XIX (aunque viene desde el cacicazgo indígena y los líderes populistas españoles, conquistadores violentos, del período colonial) y se afianzó en el siglo XX a través de negociaciones de los eternos dictadores que coparon nuestros países.
Otra cosa difícil de entender es por qué la gente le perdona todo a la derecha y nada a la izquierda. Dirante el gobierno de Correa vimos a los camaradas se llevaban el dinero del estado en peso. Los miembros de su gabinete y colaboradores cercanos resultaron una bola de rateros que huyeron a la primera oportunidad. Pero, ¿no es acaso eso lo mismo que las oligarquías banqueras, comerciales y terratenientes han hecho a lo largo de la vida republicana? Se adueñaron de las tierras de los indígenas, los esclavizaron, crearon un estado de alianza entre ellos (el 5% de la sociedad) para llevarse recursos naturales, capitales de inversiones e impuestos. ¿Y quién dijo algo? Y lo hacen aún con la mayor desfachatez y apoyo gubernamental, y ¿quién los castiga en las urnas? Nadie. A la derecha se le perdona todo. Es como ese marido que traiciona y borracho llega a la casa en la mañana a golpear y exigir que se lo atienda. Y se lo atiende.
Quizá esa perversión histórica es la única que le puede ayudar a Noboa a ser reelegido.
No veo otra razón. Noboa ha fallado.
Pero parece que ahora la gente no está segura de que sea mala idea traer nuevamente a la bola de rateros de Correa porque, para ponerlo en términos conocidos: "robaban pero por lo menos no había violencia y se podía trabajar" (una frase parecida la escuchaba en mi barrio en los 80s cuando León fue presidente: "roba pero hace algo"). Claro, la gente siempre deja algo afuera en la conveniencia del recuerdo, como olvidar que fue Correa quién creó las condiciones legales para que entrara el narcotráfico.
Difícil elegir entre dos grupos de corruptos (uno desde siempre, el otro desde hace poco). Imposible confiar en ellos. Para complicar más las cosas, están los de siempre, los que son de izquierda cuando trabajan con la izquierda y de derecha cuando trabajan con la derecha. Esos siempre caen de pie, nunca mueren, nunca pierden, nunca se hacen problema. Los conozco, los he visto. Es gente peor que los narcos y las mafias más violentas porque le roban al pueblo y siguen viviendo la vida con una amplia sonrisa, como si nada pasara. Nunca se esconden, nadie los persigue.