Hace algunos años, una amiga me contaba que le habían pedido revisara un libro de poesía y que en el envío de la copia, por equivocación, habían adjuntado también otro libro. Ella no lo sabía y abrió ambos, solo para darse cuenta que el segundo era una seleción de poemas de autores famosos que eran plagiados, reordenados, manipulados e imitados en el supuesto libro original.
La literatura nunca fue ajena a esa aventura de apropiación y se la ha justificado y titulado de varias maneras a lo largo de los siglos. Los artistas tienen un lado oscuro en el conviven la envidia con la admiración, el realce y el desprestigio de los demás, la humiladad y el afán de notoriedad. En ese lado oscuro encuentran excusas para hacer pasar como propio lo de otros.
Con el advenimiento del internet y el apresuramiento de la comunicación corta y rápida, poco a poco se fueron modificando costumbres de convivencia. De hecho, se ha ido creando, ahora lo vemos con más claridad, gente que prescinde del entorno y se despreocupa de los graves problemas actuales.
La casi violenta irrupción masificada del uso de aplicaciones de Inteligencia Artificial es, sin duda, el acontecimiento más importante de estos años, pues abre un mundo inmenso de posibilidades de mejora en el campo de la investigación y la actividad humana en general, pero también amenaza con destruir grupos y sociedades enteras al mandar al desempleo a millones de personas y dejar el esfuerzo intelectual a sistemas que substituyen la actividad del cerebro. Lo que los románticos del siglo XIX y los cineastas de principios del XX ya advertían en sus obras, hoy se ha convertido en una realidad de la cual no sabemos sus alcances.
Veamos el problema del arte con un par de ejemplos: el primero aparece en mi post anterior y es un poema hermético que IA escribió bajo mi pedido en dos segundos. Los que se tomen el tiempo de leerlo verán con escándalo que inclusive aparece una voz en primera persona, ritual hasta ahora exclusivo de los cultivadores de la poesía intelectualizada.
Ese poema escrito por IA es mejor que muchos de los que he leído. Y eso es una amenaza para los poetas porque se quedan sin pan ni pedazo. ¿A quién le importa si el poema lo escribió un sistema informático y no una persona, si el resultado final, la mercancía, es de superior calidad? Mucho me temo que la capacidad formativa y humana del lector será puesta fuertemente a prueba al decidir si debe tomar en serio o no los dramas "humanos" descritos no por algo no "humano". ¿No sería como mentirse a uno mismo? Pero ese es el derrotero de IA. Las demás artes están también en peligro: ya hay máquinas que esculpen bellas obras, pintan, crean películas, escriben libretos, producen imágenes que actúan. Poco a poco veremos también bailarines. "Cantantes" ya hay, hasta se los premia y tienen seguidores.
¿Para qué esmerarse entonces en el arte, algo ahora hecho por una aplicación informática gratuita o de bajo costo y en un ínfimo tiempo, y que es posiblemente de mejor calidad? ¿Qué sentido tiene en estos momentos la crítica artística a un objeto que no necesita crítica cuanto un experto en computación que afine sus programas usados?
El segundo ejemplo ocurre en prosa: le pedí a IA que continuara un párrafo sobre un personaje que estaba construyendo (Patrel). Lo hizo de manera muy interesante. Luego le pedí que escribiera tres capítulos de una novela y le di una serie de características. Lo hizo inmediatamente y empezó a preguntarme por más claves y detalles de la obra para seguir escribiendo. Fue una especie de conversación creativa, siendo yo el amo y la aplicación el esclavo.
Tengo copia de todo lo producido. Discrepo del uso de nombres a los personajes, más chabacanes que elaborados, de la falta de humor en el estilo y la inmediatez en el trato del argumento, que son cosas muy comunes en los escritores principiantes. Esto concuerda con que IA está en sus inicios y con el tiempo seguramente será capaz de cumplir con todos los requisitos esperados. Pero nunca será humana. Explico esta queja.
Patrel, el personaje que me interesa, es un proceso, una relación, una identidad, un diálogo con el tiempo pasado y mi propia vida. El Patrel de AI no tiene nada de eso. No tiene la calidez, la empatía que uno percibe en determinadas obras. Y exponer esa relación existencial es también propia de los artistas principiantes, usualmente felices con lograr un nivel superficial de lo que deberían hacer.
Creo que más adelante las obras de arte serán etiquetadas como "hechas por una persona" o "hechas por IA" y a lo mejor eso decide el costo. Algo similar a lo ocurrido con los alimentos y las vestimenta. En esa proyección, asumo que los ricos optarán por pagar por el arte humano (más caro y exclusivo) y los pobres por las masificadas obras artíticas de IA.