lunes, 7 de octubre de 2024

Adiós al recuerdo



A estas alturas, ya he perdido a muchos amigos y parientes. De ellos guardo en lo posible gratos recuerdos. Del breve transcurrir que es nuestra vida, de esos actos aparentemente insignificantes del diario transcurrir, acaso archivamos diminutos retazos en la memoria (aunque con orgullo puedo recordar con nitidez tres asaltos de los que he sido víctima). Cuando el tiempo lo permite, aparece el natural afán que es volver a recordar lo mejor de cada uno. 

A estas alturas, dije, recuerdo a Eduardo López, cuando a fines de los 80s caminamos un domingo de discoteca, completamente sobrios, desde Urdesa hasta el centro de Guayaqul, hablando de todo y con el mayor interés del mundo hasta despedirnos en la esquina de donde vivía. Dos años después me llamaron a contarme que había muerto, que se había hecho matar antes de que el sida le quitara el último suspiro. Fue una muerte truculenta, asicariada, en Manta.

Con Ricardo Maruri, en cambio, la propiedad de su biografía se extiende a lo que ya era recuerdo acumulado entre ambos. Ricardo era un hermano para mí y un hijo más para mis padres. A mi casa llegaba y se quedaba por el tiempo que quería y de ahí salía cuando lo deseaba, solo para regresar dos días después cual hijo prodigo. Sería muy largo enumerar los tantos pasajes y experiencias que compartimos, nuestras conversaciones, la música, mis frustraciones amorosas, el paulatino distanciamiento que atribuyo sobre todo a mi abandono y regresos intermitentes a Guayaquil.

Carlos Ríos, del barrio, no era de mis amigos más cercanos, pero era el único que hacía sentir cercano a cualquiera. Su aura lo llevaba de bromas y triviliadidades del trabajo hasta el partido de índor y la pelea. Su aura y transparencia lo convirtieron en el mejor de nosotros criterio similar compartí con Fernando Sabando -de otra esquina de la Ciudadela 9 de Octubre- al hablar del llorado Carlos Pazmiño, que era el mejor de ellos.

La formación del recuerdo y su importancia siempre me llamaron la atención. He comenzado lecturas en el asunto pero sería pretencioso resumir lo que los especialistas me enseñan y tratar de hacerlo pasar como mío. Sé que el recuerdo es una forma de recuperar en pasado: Borges lo hace afanosamente con su amiga Delia Elena San Marco, a quien quiere volver a ver luego del adiós. El mismo Borges, que en otra vida debió ser científico, neurólogo o acaso hombre del futuro, en su "Funes, el memorioso" nos lleva al temible ejemplo de alguien que no podía olvidar ningún detalle, ni de sí mismo ni de otros. 

Amigos y parientes ya han muerto, otros lo harán a su tiempo y yo también marcharé a ser hidrógeno, oxígeno, carbono, helio y acero. Unos ya se están yendo. Lo hacen poco a poco. Por ejemplo: ya no me reconocen, y si acaso lo hacen es brevemente, en un atisbo; desde una hendija nos ven pasar por su memoria como diciendo "a ese lo conozco, pero no me acuerdo bien" y cierran con fuerza la ventana. Así también se fue mi abuela mientras llamaba a Isidro Saén y a mi tío José Ignacio.

En mis últimas lecturas casi con alegría pude comprobar una sospecha que me negaron hace años: el  recuerdo está emparentado orgánicamente también al corazón. Es decir, todos los poemas y canciones del mundo en las que el corazón es protagonista de un recuerdo puede ser científicamente establecido. 

Hoy, ese corazón poco a poco recoge sus tereques. Poco a poco digo, como el poema de Medardo Angel Silva que aprendimos en el colegio: "Se va con algo mío la tarde que se aleja..."

The Neuroscience of Conversations

Why we remember — and forget. And what we can do about it

“Funes the Memorious" and Other Cases of Extraordinary Memory










jueves, 1 de agosto de 2024

El manifestante (Kurt Vonnegut, Cat's Cradel # 43)



H. Lowe Crosby opinaba que las dictaduras eran muchas veces algo bueno. No era una persona terrible ni un tonto. Le convenía enfrentarse al mundo con cierto humor  payasil, pero muchas de las cosas que tenía que decir sobre la indisciplinada humanidad no sólo eran divertidas sino ciertas.

El punto principal en el que su razón y su sentido del humor lo abandonaron fue cuando abordó la cuestión de qué se suponía que la gente debía hacer realmente con su tiempo en la Tierra.

Creía firmemente que se suponía debían construir bicicletas para él.

“Espero que San Lorenzo sea tan bueno como has oído que es”, dije.

“Sólo tengo que hablar con un hombre para averiguar si lo es o no”, dijo. “Cuando ‘Papa’ Monzano dé su palabra de honor sobre cualquier cosa en esa pequeña isla, eso es todo. Así es y así será”.

—Lo que me gusta —dijo Hazel— es que todos hablan inglés y son cristianos. Eso hace que las cosas sean mucho más fáciles.

—¿Sabes cómo tratan el crimen allí? —me preguntó Crosby.

—No.

—Allí no hay ningún crimen. «Papá» Monzano ha hecho que el crimen sea tan poco atractivo que nadie piensa en ello sin enfermarse. He oído que puedes dejar una billetera en medio de una acera y volver una semana después y estará allí, con todo dentro.

—Um.

—¿Sabes cuál es el castigo por robar algo?

—No.

—El gancho—dijo—. Sin multas, sin libertad condicional, sin treinta días de cárcel. Es el ganco. El aviso por robar, por asesinato, por incendio provocado, por traición, por violación, por ser un mirón. Si infringes una ley, cualquier maldita ley, es el anzuelo. Todo el mundo puede entenderlo, y San Lorenzo es el país con mejor comportamiento del mundo.

“¿Cuál es ese gancho?”

“Pusieron una horca, ¿ven? Dos postes y una viga transversal. Y luego tomaron un gran gancho de hierro y lo colgaron de la viga transversal. Luego agarraron a alguien lo suficientemente tonto como para violar la ley, le metieron la punta del gancho por un lado del vientre y le sacaron por el otro y lo soltaron... y allí estaba colgado, por Dios, un maldito infractor de la ley”.

“¡Dios mío!”

“No digo que sea bueno”, dijo Crosby, “pero tampoco digo que sea malo. A veces me pregunto si algo así no terminaría con la delincuencia juvenil. Tal vez el gancho sea un poco extremo para una democracia. La horca pública sería más apropiada. “Cuelguen a unos cuantos ladrones de coches delante de sus casas con las luces prendidas y carteles alrededor del cuello que digan: ‘Mamá, aquí está tu hijo’. Si hacen eso unas cuantas veces, creo que las cosas quedarán como las desean.

“Vimos esa cosa en el sótano de las figuras de cera de Londres”, dijo Hazel.

“¿Qué cosa?”, le pregunté.

“El gancho. En la Cámara de los Horrores, en el sótano, había una persona de cera colgando del gancho. Parecía tan real que me daban ganas de vomitar”.

“Harry Truman no se parecía en nada a Harry Truman”, dijo Crosby.

“¿Perdón?”.

“En las figuras de cera”, dijo Crosby. “La estatua de Truman no se parecía en nada a él”.

“La mayoría sí”, dijo Hazel.

“¿Había alguien en particular colgando del gancho?”, le pregunté.

“No lo creo. Era solo alguien”.

“¿Solo un manifestante?”, pregunté.

“Sí. Había una cortina de terciopelo negro delante y había que correrla para ver. Y había una nota clavada en la cortina que decía que los niños no debían mirar”.

“Pero los niños sí lo hicieron”, dijo Crosby. “Había niños allí abajo, y todos miraron”.

“Un cartel como ese es simplemente un cebo para los niños”, dijo Hazel.

“¿Cómo reaccionaron los niños cuando vieron a la persona en el gancho?”, pregunté.

“Oh”, dijo Hazel, “reaccionaron más o menos como lo hacen los adultos. Simplemente lo miraron y no dijeron nada, solo siguieron adelante para ver qué pasaba a continuación”.

“¿Qué pasó a continuación?”

“Era una silla de hierro en la que habían asado vivo a un hombre”, dijo Crosby. “Lo asaron por asesinar a su hijo”.

“Solo que, después de que lo asaron”, recordó Hazel con indiferencia, “descubrieron que, después de todo, no había asesinado a su hijo”.

domingo, 30 de junio de 2024

Historia personal de canciones relacionadas con la lluvia

Primero fue el tango. Y con el tango se dio una lúcida concresión de reflexión varonil, aura mediocritas, cierta tristeza y también aceptación del irremediable presente:

"Afuera es noche y llueve tanto

ven a mi lado, me dijiste 

Hoy tu palabra es como un manto,

un manto grato de amistad"

Yo era un pibe en esos años en que mi viejo ponía a todo volumen la radio en la mañana y el fin de semana el tocadiscos para escuchar los tangos con los que había crecido y nos hizo crecer (que Dios te tenga en su gloria, Benedicto, padre querido). Y así,se fue creando el sedimento musical y memorial que hoy reclama su puesto en el album de la vida que hemos vivido. En ese llamado de atención existencial, el tema de la lluvia es preponderante porque cubre mucho de lo que sentimos y pensamos antes y después y ahora mismo. ¿Cómo así? Quizá por la textura del agua, su transparencia y fluidez, su fuerza e imposibilidad de ser agarrada, acaso por la manera brusca en que se manifiesta -como el "aguacero de Mayo que va a caer" del que nos habla El Gran Combo de Puerto Rico, canción en la que la lluvia es parte del paisaje amoroso- o acaso directamente ligera como las gotas del Grupo Niche o mezclada con tierra y viento, como en el invencible "Huracán" de la Sonora Ponceña.

Yo era un pibe, dije arriba, un niño, un peladito. Pero la música estuvo siempre en mi vida. Y si estuvo en la mía estuvo en la de todos, como ocurre siempre en los hogares populares de ese trópico que resiste la muerte. Luego del tango vino el twist y en mi casa había en un LP del cubano Danny Puga.



"Lluvia que golpeas mi ventana

con tu suave tintineo

¡cuántos recuerdos!

Lluvia, tú me traes a la mente,

el pasado tan lejano 

que hoy vuelve a mí"

Así empieza la canción de los 60s y puedo asegurar sin arrogancia que aprendí de memoria todas las letras de ese disco. Esa canción devino en el primer ejemplo de la importancia de la lluvia como representación del sentimiento y mecanismo de expresión del amor, el adiós, la tristeza y la nostalgia, algo que los románticos del siglo XVIII y XIX exploraron con brillatez: 

"El gran amor que tú nunca entendiste

y a tu alma insensible nunca pudo llegar.

Fatalidad"

En la memoria de mi barrio, sin embargo, hay muchas otras referencias musicales. Quizá la primera de ellas, en son de balada ritmica y protesta social, pertenece a los Iracundos, un poco al impulso de lo que había sido la música pop y social en los EEUU en esa gran década, y adivinando el sentimiento de zozobra propio de toda juventud frente al futuro:

"Bajo un monte lleno de miedo y ambiciones

siempre debe haber ese algo que no muere.

Muchos de luchar están cansados 

y no creen más en nada de lo bueno de este mundo.

El mundo está cambiando y cambiará más.

El cielo se está nublando hasta ponerse a llorar.

Y la lluvia caerá, luego vendrá el sereno".

Pero la lluvia, que evoca tantas cosas, gracias a los mismos Iracundos nos llegó también como mensaje apocalíptico que cede al amor:

"Ya la lluvia terminó, 

el cielo ahora está azul para los dos".

Años más tarde, hacia fines de los 70s, gracias a la musicalización que Alberto Cortés hizo de un poema de Borges, escuché con atención y encanto, acaso también como callada derrota, estos versos:

"Bruscamente la tarde se ha aclarado

porque ya cae la lluvia minuciosa.

Cae o cayó, la lluvia es una cosa

que sin duda sucede en el pasado".

Para los 80s, en esa ruleta rusa musical que ha sido mi vida, la siguiente referencia se concreta en la voz de Eddie Santiago, en una salsa emblemática que describe una escena de amor y despedida:

"Lluvia, tus besos fríos como la lluvia

que gota a gota fueron enfriando

mi alma, mi cuerpo y mi ser.

Lluvia, tus manos frías como la lluvia

que día a día fueron enfriando

mi ardiente deseo y mi piel"

Ya para los 90s y en el mismo género musical, el tema de la lluvia, en la voz de Johnny Rivera me regresa a los dos últimos años que viví en Guayaquil:

"¿Cuando parará la lluvia en mi corazón?

¿Cuando dejará de hablarme con su voz?

Busco y no encuentro

sueño estar despierto y no entiendo

¿cuándo para la lluvia en mi corazón?

Al sentarme a recordar estas canciones, aparecen otras, en inglés, francés, italiano o portugués. Canciones que me han acompañado a lo largo de mi vida y me devuelven a mi propia historia pero de una manera menos reverencial y atenta. Casi buscando el olvido o dejándome llevar por sus aguas. 

Fiel también al otro que soy (que soy yo mismo) busco un puente entre el barrio y mis libros, entre mi corazón y mi mente, y siempre aparece la poesía del extrañado Fernando Nieto Cadena en sus poemas en los que nombra la lluvia en Guayaquil, esa que es llovizna, chaparrón, aguacero, aguacerón, inundación, diluvio. Y en ese puente, llegansdo al otyro lado, recuerdo que Chaucer y Cervantes saben de la lluvia en sus obras, que en la Iliada llueve sangre y que en la Biblia y la vida de sus santos es motivo frecuente. El otro que también soy recuerda los Fragmentos de un discurso amoroso de Roland Barthes, que con tanta simpatía y libertad escribió el tema de que llover es llorar. 

En la gran historia de las canciones personales sobre la lluvia, esa enciclopedia humana que jamás será escrita, entran éstas y muchas otras: 

https://www.theclinic.cl/2012/12/19/30-canciones-de-lluvia-para-escuchar-en-casa

Después de la mía te toca la tuya:













sábado, 1 de junio de 2024

Relatos de Patrel

Hoy veo a Patrel recuperado en distintos tiempos, siendo mi viejo por ejemplo, allá por los 50s. Está cantando canciones en el desaparecido Bogotá o un cuchitril de la calle Riobamba, bebiendo cerveza con David y Maruri un 24 de Julio en el barrio Las Peñas, frente a la ría. Lo veo tomar un bus a la Península, más arriba de Olón, acostado frente al mar, detrás de unos troncos que resisten las olas de la marea alta (tuvo que ser un día temible en el que amor había muerto). Veo a Patrel también en Soria, pescando con su padre, desaparecido del colegio, contándonos al regreso de la oscuridad de la noche que nunca nos deja. (Soria, otro al que no volví a ver nunca más). No había hablado con Patrel desde que se metió al Juglar, un grupo de teatro de fines de los 70s.  De hecho, nos vimos muy poco luego de que lo expulsaran del Alfaro. ¿Cuántos años pasaron? ¿Cinco? ¿Siete? ¿Diez? Imagino a Patrel casado, quizá más claro en sus planes o cambiando su rumbo, de regreso a Manabí, esa suma de Alausí, jungla de poetas, tiera seca, Palmira, asesinos, pájaros y pumas. 

Cuando Cachato entró a La Cofradía con la caja de discos, la gente se puso contenta. La Huasa, que se había refugiado en un rincón, le gritó "ya sabes cuáles son las mías" y Lechuga, que andaba acicalado para el largo fin de semana, replicó "nada, primero elegancia y después llanto". Y así, luego de conectar el equipo puso a todo volumen Mexico de noche de Bebu Silvetti, seguido de The Love Theme de Barry White y Nica's Dream de la Sonora Ponceña.

Papa Chola había llevado varias cajas de Lowenbrau porque la cervecería seguía en huelga. El Chugo, que había comprado un congelador de segunda mano, presto las puso a helar. Detrás del pequeño mostrador, la negra Linda comenzaba a destapar las botellas mientras una humareda de carne asada se metía agobiante desde la calle.

            La Rubia Carlos Ríos acababa de regresar de su trabajo y saludó a todos con su amplia sonrisa. Yo estaba sentado junto a la barra, hablando con la Chocota que se seguía burlando de mis amores imposibles y desgranando historias ajenas. Pero, en realidad, yo estaba recordando con agobio las cosas que habían pasado desde que entré a la universidad: la derrota electoral del FADI, el asesinato de Roldós que quedó en nada, la guerra con el Perú que también quedó en nada, el trabajo con el Sindicato de Ferroviarios que murió con el fin de la huelga. Dos, tres años perdidos o de pesadilla. Ya ni sabía. ¿En dónde estarán los poemas cortos que escribí?  ("Majadeo de mis manos en tu cuerpo"). ¿Habrá guardado Ligia la carta de amor que le escribí con tanto énfasis? Pasaron esos desamores y solo quedaron los LPs de Coltrane, Stan Getz y Charles Mingus que ponía al llegar a casa, derrotado por el tiempo, el lodo del sur, la lluvia del trópico, el cansancio y el no saber a dónde ir. De madrugada por esas calles/ la triste soledad que me acompaña / mientras las sombras se van muriendo/ el ruido del recuerdo de tu amor escuchaba al fondo la voz de Tito Cruz con el Apollo Sound de Roena. "Ya pues, ya pues" reclamó otra vez la Huasa desde el fondo, "las mías te dije", con una voz que sonaba medio soronga.

La Cofradía estaba llena. El micrófono para los cantantes estaba listo. Con paso fino entraron el moreteado Kakoko y doña Ana (que era mucha pinta para el man, pero bueno, Dios le da barba al que no tiene quijada), seguidos de Don Chowa, Magoo y el loco Roberto. El Chulo Nevarez, que aún era un muchacho agradable y estaba de mesero, sentó a los recién llegados frente a la tarima y les trajo cervezas frías envueltas en largas servilletas.

Cachato puso Telephone Line de Electric Light Orchestra y luego Last Train to London con lo cual las parejas se tiraron al ruedo y el gajo de siempre, o sea Lechuga, la Huasa, el Chugo y la Rubia se juntaron en una esquina para bochinchear mientras veían las luces de colores dar vueltas en las paredes y a los bailarines sangolotear el esqueleto. But I really want the night to last forever/ I really wanna be with you mezclándose poco a poco con Men at Work diciendo I can't get to sleep/ I think about the implication / Of diving in too deep/ And possibly the complications... seguido de Joe Jackson que al piano cantaba we are young but getting old/ before our time/ we'll leave the tv and the radio behind… steppin' out tonight.

Dejé La Cofradía un rato y salí a la esquina. En el parque estaban Cocojox, Rodi Carabalí, el cacho Bardales y en negro Ojito. Galleta, vestido todo de blanco como santero, preguntaba si tocaba chupar Cristal o Patito. Y todos que no, que era solo viernes de conversación porque había partido de fútbol al día siguiente. "Pero yo jugador no soy", dijo  Galleta. "Cristal va y con limón".

La noche de noviembre estaba fresca, el cielo abierto y cargado de estrellas y una luna inmensa que se quería ocultar detrás de los árboles. Noviembre, mes extraño, con una fiesta añorada, a treinta días, en un tiempo que pasaba cámara lenta. Diciembre está por llegar, me dije, ese mes de temor cuando afloran penas y alegrías y la gente llora sin saber por qué. Volví a La Cofradía mientras taqueban la botella de licor, le sacaban el diablo y le metían limón.

El loco Roberto ya había cantado su repertorio de Los Iracundos. Al tomar Magoocito el micrófono se quedó un instante viendo a la nada y luego dirigió sus ojos hacia Cachato que de inmediato dejó sonar el karaoke, Magoocito calmadamente cantó pasa y siéntate, tranquilízate/ si ya que estás aquí, qué más te da / imagínate, que yo no soy yo/ que soy el otro hombre, que esperabas ver.

Al llegar a la barra con sorpresa vi a David, Maruri, Gutiérrez y Macuchi parados, mirando a todos lados mientras con un vozarrón se oía a Magoocito que terminaba ronco la canción y me marchooo para siempreeee. Me miraron y David me dijo en seco: "Mataron a Patrel". Me quedé en suspenso y pretendí no haber escuchado nada. Ellos pidieron unas cervezas mientras alguien más tomaba el micrófono.

Decía que la última vez que vi a Patrel fue en la esquina de Aguirre y Boyacá, recogiendo periódicos viejos y botellas vacías junto a Roosevelt Valencia, Lucho Mueckay y Mauro Guerrero. Se les había ocurrido hacer un grupo de teatro y necesitaban dinero para el local. Me acerqué a él con sorpresa pero seguro de no equivocarme. Ya no conservaba ese aire de viejo ni el parsimonioso hablar y educadas maneras colegiales. Me vio y se lanzó a darme un abrazo diciendo hermano, a los años. Nos reímos, hablamos un poco y quedamos en vernos. Y lo hicimos mientras se pudo, suficiente para alumbrarlo en la lucha proletaria. Luego vino lo del partido, las facciones, los replanteamientos, mi seguridad de que todo había sido una manera infame de perder el tiempo, mientras que para él, contrariamente,  solo se abría un nuevo camino, una nueva etapa, como me dijo en su momento.

No comenté nada más en toda la noche. Ni pregunté ni pensé mucho en el asunto, solo lo recordaba en el colegio, en las escapadas para irnos a casa mientras mi vieja nos esperaba con jugos y panes. Habrían acaso cruzado en mi mente los insultos del último debate, cuando le dije que era un foquista, que yo había estado equivocado por meterlo en esa mierda, y me dijo que no, que eso lo había salvado, eso y el teatro, y que esa era la etapa final y que luego todo sería diferente o como antes, y que él apostaba todo su dinero al cambio. En las calles del barrio la gente se veía animada. "Mataron a Patrel y no fue Febres-Cordero", dijo otra vez David que, justamente, había puesto sobre la barra un libro de poemas de Roque Dalton.



 

 

 

 

sábado, 9 de marzo de 2024

Una guerra que Ecuador sigue perdiendo

 




Como muchos lo veían venir, mientras no haya una política global contra la delincuencia, ésta seguirá reinando en Guayaquil y Ecuador. El siempre aludido aunque "secreto" Plan Fénix de Noboa, ha servido de muy poco para la ciudadanía, que del escándalo y temor a la violencia ha pasado al silencio a aceptación de la extorsión y los secuestros. Sin embargo, ha permitido que los delincuentes prioricen otras plataformas de trabajo y recuperen por un lado lo que perdieron por otro. Veamos qué ha ocurrido en realidad luego del tan promocionado, y ya común, desfile de militares por las calles y carreteras del país, dizque que combatiendo el crimen.

Pasado el muy bien publicitado despliegue militar y las injustificadas, precipitadas y siempre ingenuas alabanzas a los que nunca han logrado nada, es hora de ver la realidad: entre Enero y Febrero en Guayaquil hubo más de 3.600 robos de autos. ¿Cómo se explica este número fantástico? Porque no se registró otro tipo de crímenes por el toque de queda y el repliegue de las fuerzas del bajo mundo. En ese mismo período, se esfumaron los líderes de las bandas, incluído el famoso "Fito", y aún no se sabe nada de ellos. Otro ratero y asesino de alto vuelo, Daniel Salcedo, hoy en una cárcel de Quito, en algún momento saldrá libre porque un juez, con la amenaza de firmar su boleta o velar a su familia, hará que el reino del crimen vuelva a sus altos niveles en Ecuador, además de recibir una alta suma de dinero, luego del susto.

¿Cómo esta pirueta rocambolesca ha sido posible? Porque en Ecuador esos dizque "combates contra la delincuencia" nunca son sostenibles, nunca terminan en nada ni bajan el crimen. Bajan una modalidad de ataque, pero nunca bajan el crimen en general. ¿Y Noboa? Noboa hizo dos cosas: logró aumentar el IVA al consumo, dizque para pagar por la seguridad (cosa que vemos ahora como falsa), ampliar su marco de relaciones internacionales (se va volviendo experto en diplomacia) y eliminar un decreto contra el nepotismo que él mismo creó y firmó en los primeros días de su presidencia. ¿Por qué lo hizo? Porque obviamente piensa meter a sus parientes y amigos por la puerta trasera y, si hay reclamo, esconderse bajo el manto de la legalidad, esa palabra que sirve para cometer las peores cosas en Ecuador.

¿Cambiará Ecuador algún día? ¿Volverá a ser el país de relativa tranquilidad que fue en los 70s, 90s? No. Por lo menos no mientras existan los carteles, que controlan más del 10% de la economía mexicana, mantienen la de Bolivia y Perú, y son ya fuerza legítima y económica en Colombia, país en donde sigue creyendo que sus ingresos vienen de la importación de café, flores y cantantes.  No cambiará mientras hayan Correas que abren las puertas al narcotráfico internacional con la excusa de lucha anti-imperialista, mientras existan Noboas que dicen una cosa y hacen otra, o Topics que se auto promocionan como anti-crimen mientras, por detrás, hacen negocios con los criminales, como claramente se perfila desde la investigaciones de la Fiscalía de Ecuador, gracias a la única mujer valiente que da la cara en la lucha y, por ello, la tienen bajo amenaza de muerte: Diana Salazar Méndez.


¿Se acabará el reino de los carteles y la delincuencia en Ecuador algún día? Para eso habrá mucho riesgo que correrse y no es evidente que haya más héroes que la Fiscal. Cómo hacerlo no es difícil, no se requiere de planes secretos ni propaganda sino de gente decidida y organizada, de un Bukele real (Noboa no le ha llegado ni a los tobillos) que no calcule ser presidente en un año ni andar viajando por todos lados, sacándose fotos y creyendo que tener a Ecuador con un "riesgo país" de 1.230 (solo menos peor que Argentina) es haber alcanzado el cielo. 

Hacerlo significa limpiar las cortes y juzgados de los jueces, abogados y tinterillos que trabajan para los narcos y otros criminales, problema que, como es evidente en el mundo por el caso "Purga", existe desde los niveles más altos de la función judicial. Incluye también eliminar a los miembros de la fuerza pública que siguen trabajando (y son miles) para los mismo malhechores, desde la policía y SNAI hasta los militares y fuerzas armadas en general. Una política más global para destruir a las organizaciones criminales significa, además, sacar de sus curules a los congresistas de pandillas que se colaron gracias al correísmo y al social-cristianismo (ser de izquierda o de derecha nunca fue un obstáculo para el reclutamiento de políticos, al final gente sin bandera) y construir mega cárceles en las que se prime la seguridad de la ciudadanía, no el confort de los presos o la aprobación de las familias de los criminales, como es la última moda. 

Mientras eso no ocurra, a prepararse nomás para los cambios de rutina de los delincuentes. Hoy es extorsión y secuestro, mañana volverán los robos y las muertes. Así ocurre con un presidente de cartón en un gobierno de cartón.







miércoles, 24 de enero de 2024

Ecuador: Una guerra que recién empieza



De la impunidad ya aceptada para dar con los culpables del asesinato de Villavicencio o de saber quiénes  estuvieron detrás de la toma de TC Televisión a manos de unos pandilleros (a la postre empleados del Cartel de Sinaloa o del Cartel Jalisco Nueva Generación), Ecuador hoy recién entra a su etapa de adultez estatal vías violencia contra el crimen internacional: Los militares están en las calles asumiendo un desafío para el que no estaban preparados y la policía, esa semi-aliada de la ilegalidad y el abuso diario, los sigue callada.

En las presentes circunstancias, el joven presidente Noboa se convierte poco a poco -y a pesar de la oposición o sus propios juegos para favorecer a su clase social- es un líder que los ecuatorianos empiezan a conocer, respetar y apoyar. Es una noticia feliz porque demuestra que la derecha ecuatoriana es aún capaz de producir cuadros políticos dignos, formados, informados e inteligentes (algo así como lo que vemos en el ideal Bukele en El Salvador y el llamativo Milei en Argentina) que quieren forjar una vida digna para todos. 

En las presentes circunstancias, el ejército ecuatoriano -cuyo rol siempre fue visto como negativo por estar a favor de las élites y las dictaduras- puede escribir una página de gloria con el apoyo del pueblo porque defiende, como institución, a ese pueblo frente a un enemigo que quiere llevarse a todo un país, una mafia internacional y crimen organizado, que es una peste, una maldición justamente llamada terrorista

Las Fuerzas Armadas de Ecuador, que no estaban preparadas para el desafío, van aprendiendo en la marcha cómo pelear contra un enemigo que no sigue sus formalidades y puede engañarlos de muchas maneras: tácticas, objetivos, inhibición de fuerza o concesión. Ha sorprendido, por ejemplo, el empeño militar en transformar asesinos y peligrosos delincuentes en patriotas: los hacen limpiar sus celdas, los visten, los hacen cantar el himno (cosa reservada en El Salvador solo a presos de baja peligrosidad) y a escuchar canciones militares y los retan como madres devotas. Ya tenemos delincuentes patriotas. Mientras el trabajo del ejército es muy encomendable, hay que señalar que ni siquiera el 1% del del crimen organizado ha sido aprehendido. 

¿Cuál será el destino final? Difícil saber o predecir, sobre todo porque el trabajo de los militares depende de jueces civiles altamente corruptos, desde hace mucho infiltrados por los narcos. Entre una historia militar que nunca ha sido escrita ni realzada y cuyas fuentes son secreto nacional (tal es el cruel destino de los héroes del 41, del Cenepa y Tiwinza), las semanas que vienen decidirán el destino de Ecuador: ¿será un país entregado a los narcotraficantes, al caos político y al oportunismo individual, o logrará pujar y salir del túnel en que se encuentra?

Los gringos, tan expertos en asuntos internacionales, han percibido con toda claridad lo grave del asunto. Por eso su apuro en apoyar el gobierno de Noboa: el escandaloso hallazgo de más de 20 toneladas ya embaladas, listas para el envío a Europa, en una bodega cerca de Vinces, cuyo valor pasa los mil millones de dólares, habla de una red bien montada que usa aerolíneas, hacendados, ingenieros, campesinos y quién sabe quiénes más. Esa inversión es muy grande para que los carteles permitan que las Fuerzas Armadas y Noboa la arruinen. Por eso, la guerra en Ecuador recién comienza.











martes, 3 de octubre de 2023

Impunidad, encierro y nuevas elecciones


El asesinato de Villavicencio quedó en nada: habiendo detenido el mismo día del crimen a los presuntos asesinos, todo se volvió chismes, largas y ocultamiento de noticias. Inclusive los sacan en televisión y se asume que los autores intelectuales son gente muy poderosa que puede terminar con la vida de cualquiera. A los pocos ideas toma cuerpo la idea de que quienes mataron al denunciólogo fueron todos y nadie. Villavicencio acusó a todos y todos lo acusaron a él, por eso no es alocado pensar que él también tenía sus trapos sucios, como es costumbre en la vida diaria de Ecuador, un país regalado a los Carteles de la droga por Rafael Correa y los que lo sucedieron, incluyendo a Lasso.

Extrañamente, en Colombia le dieron cobertura nacional al crimen y regaron la noticia de que ellos ya sabían quiénes habían ordenado el crimen, pues tres políticos ecuatorianos estaban en contacto telefónico con los criminales. Se anunció la llegada de una comisión del FBI al Ecuador, junto a una delegación policial de Colombia, dado que los sicarios eran de ese país, para ayudar a sus vecinos. ¿Qué pasó con esa visita? Nunca se supo. Para cerrar, el gobierno de Estados Unidos ofrece hoy 5 millones a cambio de información sobre los involucrados en el asesinato.  ¿O sea, EEUU ya no tiene la influencia en los medios de seguridad que tenía antes? ¿Por qué?

Lo que ocurrió en los días siguientes fueron disputas y acusaciones intra familiares y partidistas de los buscaron aprovecharse del trabajo de Villavicencio. Pero del crimen mismo, de las investigaciones, nunca más se volvió a hablar. Pero con el burocratismo usual, los candidatos prometían formar comisiones y veedurías una vez llegados a la presidencia.  Nada más. Tampoco dijeron ni publicaron nada los medios de comunicación. Como se dice en Ecuador: "Aquí no ha pasado nada".

Luego vinieron supuestos días casi tranquilos. Cabecillas criminales que fueron llevados de sus cómodas celdas a una de mayor seguridad, pero sus empleados les recordaron al país nuevamente que ellos son los que mandan: secuestraron a guías y policías en las cárceles y lograron que les devolvieran a sus jefes a las celdas originales. En ese país sin presidente ni gobierno que es Ecuador, tampoco nadie dijo nada por eso. Al mismo tiempo, en una especie de tácito pacto con la sociedad (las bandas hablaron de una tregua), se dejaron de publicar y comentar sus fechorías, los secuestros, la extorsión que imponen a los ciudadanos. Tanto como para decir "el crimen ha bajado". Hoy, en Ecuador se siguen viviendo días de encierro pues es una sociedad sitiada en la cual uno ya no se extraña de nada.


Y ahora se vienen las elecciones presidenciales. Según sus declaraciones, funciones en cargos públicos  y último debate, tenemos por un lado a un candidato relativamente nuevo que, a veces, parece despistado. El arrastra y hereda los serios vacíos éticos de su padre sobre evasión  de impuestos, bajos salarios y liquidaciones a los trabajadores, por citar unos pocos. Por otro lado, tenemos una correista más, ideológica e intelectualmente poco sofisticada pero propensa a la verborrea y repetición de consignas. Nada substancial ni nuevo. Ese es el Ecuador que toca en los próximos meses: un poco más a la deriva, un poco más de lo mismo, encerrado en sus fronteras y sin pronta salida a la crisis de años.

Y, como para no terminar de sorprendernos, se evidencia que la delincuencia resulta ser algo que ninguno de los dos candidatos quiere resolver. Ellos solo quieren vender más armas y equipos (esa solución que nunca solucionó nada en 40 años) o darle carta blanca a los criminales bajo el manto de los derechos humanos y la victimizacion social o problemas en la rama judicial. De nada le sirve a América Latina ni a Ecuador tener el ejemplo de Bukele si no tienen la decisión y las manos limpias para cambiar las cosas. Daniel Noboa y Luisa González en asuntos de delincuencia solo van por el teatro, los desfiles, la propaganda. Blablablá. No están para otra cosa. A eso súmenle la repetición de los mismos errores de ambos bando políticos. 

No hay más que decir.


PD: A los pocos días de her escrito esta nota, se informa que los 6 sicarios colombianos implicados en el asesinato de Villavicencio, fueron ahorcados en la cárcel de Guayaquil. Para cubrir el hecho, los presos organizaron un motín. Para los que seguimos la dinámica del crimen en Guayaquil, esto era de esperarse. ¿Quién mató a Villavicencio? Todos y nadie.